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Opinión
Etiquetas | Impertinencias | Urdangarín

Subditos y sin huevos

"Las excepciones procesales respecto al caso Urdangarín, vuelven a cuestionar la independencia judicial y la salud de nuestra democracia"
Alex Vidal
viernes, 10 de febrero de 2012, 08:48 h (CET)
Declara su abogado que “si Urdangarin ha hecho cosas que no son correctas, lo reconocerá”. ¿Quiere decir que lo reconocerá porque aún no sabe si son correctas? Lo primero que puede derivarse de sus palabras, es que el concepto de lo "correcto" dependerá de lo que establezca un juez (acaso esté pensando en el valor que muestre, si es que lo tiene). Para empezar, el Duque declarará en privado y sin cámaras y el CGPJ inspecciona ya al juez Castro. Lo segundo que podemos colegir es aún más preocupante: nadie pone en duda que Urdangarin es plenamente consciente de sus presuntas ilegalidades, con lo que el "reconocimiento" al que se refiere su abogado, lejos de cualquier síntoma de vergüenza o reparación, sólo queda interpretarlo de manera forzosa.

Luis XIV, viva encarnación de Dios y del Estado, no hubiera perdido el tiempo en reconocer un poder judicial terrenal. Éste sólo podía respaldar sus intereses. Pero en un Estado de derecho, no es posible (en teoría) sustraerse a la acción de la justicia. Si Urdangarin es condenado por un juez, no tendrá más remedio que “aceptarlo”. Acatar la sentencia es lo que toca, guste o no. Se puede discrepar de los razonamientos que fundan una sentencia, pero no, dejar de reconocerla.

De las declaraciones del singular letrado puede desprenderse pues, que lejos de mostrar arrepentimiento o vergüenza alguna, Urdangarin no se resigna y advierte a navegantes: si este país (social y judicialmente) es capaz de retratarme como “un chorizo de tomo y lomo”, (si es que se demuestran las acusaciones), tendrá que mostrar la misma madurez para asumir las consecuencias que de ello puede derivarse respecto al presunto enriquecimiento y complicidad de mi mujer”. Acaso lo que el letrado viene a decir, es que "no hay huevos". En lenguaje de Palacio, por supuesto.

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Creo en las sociedades estructuradas y maduras, donde la familia es la estructura básica de la sociedad. La familia es importante, pero siempre tendrá la importancia que los poderes públicos quieran darle. La familia es la célula fundamental de la sociedad y el entorno en el que se desarrollan, aprenden y forman los que primero son niños y luego llegan a ser los ciudadanos que a su vez formarán la sociedad.

 
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