Anoche ya se habían producido celebraciones espontáneas en las
que hombres, mujeres y niños se echaron a las calles de Trípoli,
Benghazi y otras ciudades.
"Pese a los problemas que sigue habiendo en el país, este es
un día increíble y queremos celebrarlo", afirma una estudiante de
ingeniería de 22 años llamada Sara en Trípoli. "Mira lo que hemos
conseguido en este último año", destaca.
La vida para muchos libios ha mejorado después de los ocho
meses de contienda, con el apoyo de la OTAN a los sublevados, y el caos
que siguió al arresto y muerte de Gadafi, pero todavía sigue habiendo
retos de seguridad y políticos de cara a los comicios de junio.
Retos para el gobierno
Mientras intenta construir un Estado democrático, el Consejo
Nacional de Transición (CNT), que gobierna de forma interina el país,
está tratando de imponer su autoridad en un país lleno de armas y formar
una Policía y un Ejército operativos.
Milicias fuertemente armadas han ocupado el vacío,
estableciendo pequeños feudos locales. Sus combatientes aseguran ser
leales al CNT pero responden solo ante sus comandantes y a menudo
mantienen enfrentamientos por disputas sobre el control del territorio.
Ezzieddin Agiel, que enseña ingeniería en la Universidad de
Trípoli, advierte de que la inseguridad podría perturbar las elecciones.
"El mayor logro de la revolución fue el fin del régimen de
Gadafi y el freno de la corrupción de su familia. Las elecciones
reflejan la búsqueda de los libios para construir un Estado y una
Constitución", opina. "La debilidad de las instituciones públicas podría
llevar a serios problemas para Libia, que podrían ser difíciles de
controlar", advierte.
Además de imponer el orden, el Gobierno también debe
reconstruir las dañadas y viejas infraestructuras y reforzar un frágil
sistema sanitario, judicial y educativo.
El Gobierno interino no ha organizado celebraciones oficiales a
nivel nacional, en señal de respeto por los miles de personas muertos
en el conflicto, que culminó con la captura y muerte de Gadafi el pasado
20 de octubre en Sirte. Sin embargo, se espera que el presidente del
CNT, Mustafá Abdel Jalil, aparezca en Benghazi para la ocasión.
Las celebraciones en esta ciudad, la primera que se levantó
contra los 42 años del yugo de Gadafi, comenzaron el miércoles por la
noche con una marcha con velas para recordar la primera protesta hace un
año.
El CNT cree que radicales partidarios de Gadafi podrían tratar
de ensombrecer el aniversario, pero quizá el mayor riesgo en Benghazi
los constituyen las protestas de partidarios de la revuelta inconformes
con la situación actual.
El mes pasado, Abdel Jalil fue recibido en Benghazi por una
multitud enfurecida que le lanzó objetos y que se quejaba de que el CNT
estaba desatendiendo los valores de la revolución porque no era
transparente en el modo en el que estaba gastando los ingresos por el
petróleo y había incluido a funcionarios del anterior régimen.
"El CNT parece incapaz de abordar el creciente desencanto
popular en su contra y en la de su presidente Mustafa Abdel Jalil sobre
el proceso de transición", afirma Crispin Hawes, de la consultora
Eurasia Group.
El levantamiento contra Gadafi comenzó en el este de Libia, en
torno a Benghazi, inspirado por las protestas que habían derrocado a
los presidentes de Túnez y Egipto, y a continuación se fue propagando
por todo el país hasta que culminó con la caída de Trípoli a finales de
agosto.
Gadafi fue abatido por combatientes rebeldes dos meses después
tras ser encontrado escondido cuando huía de un ataque contra su ciudad
natal, Sirte.
Varios de los hijos del exdictador están en el exilio en los
países vecinos, pero el más conocido de todos, Saif al Islam, al que se
veía como sucesor de su padre, fue apresado en Zintan, donde continúa
retenido ya que los comandantes locales se niegan a entregarle a las
autoridades en Trípoli.
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