Asistimos a la llegada a los países árabes del arco mediterráneo de la Tercera Ola mundial de transiciones a la democracia , iniciada en 1974 en Portugal con la Revolución de los Claveles y finiquitada en en la década de los 90 con la tardía democratización de los países post-soviéticos y de Sudáfrica.

Cuando hoy se habla de los levantamientos populares antidictatoriales del Medio Oriente, mucho se habla de los casos de Libia, Siria, Egipto o Yemen.

Miles de personas salieron este domingo a las calles de Casablanca manifestándose para reclamar una mejora de la situación social. Es la mayor manifestación que conoce el nuevo gobierno islamista.

Muchas agencias humanitarias han denunciado que las autoridades sirias han impedido su entrada a las zonas más afectadas por los combates entre las fuerzas de seguridad y los rebeldes.

37 países han apoyado la propuesta. El Consejo de Derechos Humanos ya trabaja en otra propuesta con la que evitar el veto de estos dos países.
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Hasta hace poco más de un año, en el imaginario colectivo occidental los países árabes aparecían lugares anclados en un profundo atraso moral y político fruto de un radicalismo religioso que no permitía el desarrollo necesario para ser considerados en igualdad de condiciones con nuestras democracias.

La no participación de China y Rusia en estas reuniones ha provocado el enfado de Estados Unidos. Pretenden acusar a Al Assad de crímenes contra la humanidad.

Salé ha expresado su confianza en la capacidad de la población para superar "todas las tragedias" causadas por la crisis y en su interactuación para mantener a la nación y preservar sus éxitos.

Los libios se han echado a las calles aunque muchos ven con preocupación el desorden que todavía reina en el país mientras éste se prepara para sus primeras elecciones libres.

Con la caída de Ben Alí, Túnez se convirtió en ejemplo para la población de los países regionales dirigidos por dictadores. Le siguieron Egipto, Libia y todavía lo intentan Siria y Yemen.

Según el presidente, la prioridad de su Gobierno, en estos momentos, es restaurar el orden, lo cual solo será posible "si se golpea a los terroristas con puño de acero".

El Ejército Libre Sirio, una fuerza armada opositora formada principalmente por hombres que han desertado del Ejército, ha condenado el atentado de Maidan y ha culpado a las autoridades sirias.

Está acusado de ordenar la muerte de manifestantes durante la revolución que lo expulsó del poder el pasado febrero.

Homs ha sido escenario en los últimos días de una ofensiva militar que ha dejado decenas de muertos.

Si algo han puesto de manifiesto las revoluciones árabes además de la firme voluntad de sus pueblos por cambiar de vida, ha sido el alto grado de corrupción de sus dirigentes. Y no sólo de una corrupción financiera, mafiosa, sino también moral.

Para protestar contra el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, el Gobierno militar, en lo que podría ser, según los activistas, el día con mayor afluencia tras una semana de protestas.

Ha firmado el acuerdo propuesto por el Consejo de Cooperación del Golfo que le obliga a dimitir y a ceder el poder para poner fin a la situación de inestabilidad.

Salé mantendría el título de presidente tras ceder todos sus poderes al vicepresidente, que formaría un gobierno de unidad nacional con la oposición y convocaría elecciones.

La Policía disparó gases lacrimógenos y atacacaron un hospital de campaña improvisado por los manifestantes, quienes, por su parte, arrancaron parte del pavimento para lanzar las losas de hormigón.