| FICHA TÉCNICA | 86- Real Madrid: Llull (15), Suárez (6), Singler (6), Mirotic (20) y Tomic (2) -quinteto titular- Reyes (7), Velickovic (4), Carroll (13), Pocius (6), Begic (2), Jorge Sanz (3) y Sergio Rodríguez (4).
65 – Unicaja Málaga: Rowland (5), Fitch (15), Darden (4), Lima (12) y Zoric (2)-quinteto inicial- Berni Rodríguez (7), Valters (3), Peric (11), Abrines (1) y Sinanovic (5).
Parciales: 14-22, 27-19, 18-12, 27-12.
Árbitros: Ilija Belosevic (SER), Sreten Radovic (CRO) y Panagiotis Anastopoulos (GRE).
Incidencias: Quinta jornada correspondiente a la segunda fase de la Euroliga, disputado en el Palacio de los Deportes (Madrid) ante 7.342 espectadores. |
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Ni corrió en ataque, ni defendió fuerte en el cuerpo a cuerpo, ni
fue constante en sus virtudes, ni siquiera contuvo tensión en sus venas en un
encuentro determinante para su futuro en Euroliga. El Real Madrid de Europa, el
que se midió a Unicaja, se pareció en poco a ese Real Madrid que tanto éxito
cosechó en Barcelona. A pesar de jugar a medio gas, el Real Madrid se apuntó el
triunfo, algo que le permite seguir con esperanzas de clasificarse para los
cuartos de la máxima competición continental.
Fue una victoria con carácter administrativo. Suficiente aunque
preocupante teniendo en cuenta cómo está el camino con desembocadura en los
cuartos de Euroliga: ganar en Siena (a ser posible por una suculenta renta) y
esperar que el Gescrap Bizkaia tenga un accidente en Málaga. Quizá ambas cosas
sean posibles (aunque hay más cábalas). Posible porque este Real Madrid parece
desenvolverse mejor en situaciones de pánico. Lo hace de forma sobresaliente. Es
decir, necesita un susto de verdad para reaccionar y encauzar situaciones
complicadas. Lo demostró en Barcelona, adonde acudió en un mar de dudas y lo
confirmó ante Unicaja, después de un desastroso comienzo.
Porque alcanzar el descanso con vida fue lo mejor que le pudo
pasar al Real Madrid (41-41). Su puesta en escena fue, sencillamente,
desastrosa: 3-14. Un marcador justo a tenor de cómo estaba jugando el conjunto
de Laso. Estaban como ausentes, como recordando la Copa del Rey, aupado por los
vítores de ‘campeones, campeones’ desde la grada. En el primer cuarto, estuvo
paupérrimo en el tiro y peor aún en defensa. Y sólo tres jugadores anotaron:
Pocius, Reyes y Llull (éstos dos últimos más de una canasta). Unicaja, sin
hacer nada del otro mundo, sólo un encuentro serio, empezó a creérselo. Y más
cuando no tenía presión. Sólo estaba en juego su honor.
De menos a más
El colapso empezó a desaparecer a medida que se acercó el
descanso. Irrumpieron en juego dos variantes: el cansancio de los andaluces,
con un escaso fondo de armario (sin Freeland ni Garbajosa) y la actuación de
Carroll (8 puntos consecutivos) y de Mirotic (con tres triples consecutivos en
los últimos minutos de cuarto). Consecuencia: de los menos once puntos se pasó
a la igualdad. A volver a empezar. Como sucedió en las gradas. El público
volvió a engancharse.
Y cuando el Real Madrid dispone de dos vidas, no suele
desaprovecharlas. Se engancha con fuerza al encuentro y acaba cerrándolos y
enamorando al público. No fue nada del otro mundo, pero sí suficiente dar más
velocidad al juego, más agresividad en defensa y más precisión en ataque. La
maquinaria se calentó en el tercer cuarto (acabó con 59-53) y entró en
combustión durante los diez minutos finales. Fue el momento de Llull, Carroll y
Mirotic. El Real Madrid entonces se empezó a parecer a ese que hundió al
Barcelona. Apretó el acelerador y alcanzó los 10 de ventaja a siete para el
final (65-55). Ahí se acabó el partido. El Real Madrid ya estaba en estado de
gracia. Todo lo mal que lo hizo al principio, lo bordó a la conclusión. Hubo
hasta tiempo de recordar el campeonato de Copa del Rey, el MVP de Llull, el
buen hacer de Carroll y repartir gratitud con todo el grupo. Lo dicho, el Real
Madrid alagar su vida en Euroliga.
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