Mirada 1:
Esta es la historia de un joven sin sexo, sin rostro, sin nombre. Es la
historia de cualquiera y de nadie en particular. O de todos en general. De
jóvenes que deambulan sin saber muy bien que hacer. Sin futuro al que agarrarse,
sin ilusión que alimentar.
La historia de miles de jóvenes con un futuro prostituido al mejor postor, a
un salario de risa, a una precariedad institucionalizada en pos del beneficio
económico de los que nunca pasarán la tarde de un lunes en un bar lamentando su
mala suerte.
La historia de las lágrimas de rabia e impotencia que escapan cuando menos te
lo esperas, de noticias sobre economía que crees que nada tienen que ver contigo
pero que no dejan de ser otra puñalada a tus días. Los días que aun quedan por
venir.
La historia de los sueños muertos, de los jóvenes que nacieron teniéndolo
todo, muchachos y muchachas hartos de escuchar a los mayores decir “yo a tu edad
me comía el mundo” sin saber que ahora el mundo está podrido y que los que
muerden ese mundo son peces gordos que cuando abren la boca arrasan con
todo.
De los cansados de buscar trabajo, de los apáticos que saben que su trabajo
será temporal y miserere y que aun así se tendrán que sentir agradecidos.
La historia de la juventud perdida en redes sociales, televisión alienante y
modas pasajeras. Del hedonismo, de la superficialidad. Los jóvenes para quienes
no existe ninguna crisis, pues nada tiene que ver con su rosáceo mundo
artificial.
De jóvenes que luchan en las calles por su dignidad, de los que sufren el
acoso del poder, de los que no se quieren rendir por que saben que rendirse es
morir un poco más. Los jóvenes que se ya se sintieron viejos antes de
tiempo.
Esta es la historia de un futuro que parece no ser nuestro, del futuro que
pintaron cojonudo para luego robárnoslo en la cara.
Mirada 2:
Esta es la historia de un joven con cualquier sexo, con cualquier rostro, con
cualquier nombre. Esta es tu historia y la mía. Esta es la historia de ese joven
al que por no entenderlo dejaste de prestarle atención. Esta es la brillante
historia de un desenlace que tú no te esperabas y que ese joven ganó paso a
paso, segundo a segundo.
La historia de miles de jovenes que, viendo que su futuro pasaba por
prostituir su mente, decidieron dar una vuelta de tuerca. La historia de
aquellos que se dieron cuenta de la oportunidad que les brindaba la historia: la
oportunidad de construir algo nuevo y olvidarse de lo viejo.
La historia de gotas de sudor, de brillo en la mirada, de insolencia y
atrevimiento. La historia de apagar la tele para dejar de oir malas noticias y
encender la mente para empezar a generar buenas.
La historia de darse cuenta de la importancia de no renunciar a los sueños.
La historia de notarse el barro en la cara y el polvo en los ojos y aun así
esbozar una sonrisa desafiante. La historia del no creerse cuentos chinos y
empezar a notar el viento en la cara.
La historia de quienes entendieron que las redes sociales son una herramienta
contra quienes les oprimían. La historia de quienes abrieron los ojos a la
mentalidad crítica. La historia de un poder que no era establecido, pero que se
erigió en contrapoder y bendijo al mundo.
De jóvenes que fueron llamados quejicas y se convirtieron en creadores. De
aquellos que, hartos de repetir los errores del pasado, inventaron nuevos
aciertos. De la primera generación que dejó de creer mentiras y empezó a crear
una nueva verdad.
Esta es la historia de quienes se comieron el mundo cuando más hambre tenían.
De los que no se arrugaron. De los que jamás perdieron el norte ni la
sonrisa.
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