La destitución de Bo Xilai, presidente del gobierno de la ciudad autónoma de Chongqing y líder del Partido Comunista Chino local, ha colocado a Pekín en el centro de los rumores acerca de un posible golpe de Estado que los corresponsales de prensa occidental no confirman, pero que nadie consigue parar.
El hecho de que la prensa oficial china poco se haya referido al tema, dedicando una declaración de una línea sobre la destitución de Bo, ha enrarecido el ambiente y provocado la aparición de estos rumores.
Según un periodista del "Financial Times", el lunes por la noche un golpe militar liderado por Zhou Yongkang, próximo a Bo Xilai y jefe de los servicios de seguridad del Estado, estaba cerca de ocurrir y se escuchaban tiroteos en el complejo donde viven los principales líderes del país.
El corresponsal de la BBC, Damian Grammaticas, no dio pie a los rumores y tajante afirmó que "no hay ningún golpe. Para ser más exacto, no sabemos nada sobre un intento de golpe".
Pero los chinos se han acostumbrado a Internet, a los blogs y a la redes sociales. Todo lo que les permita pasar el férreo control con el que el gobierno controla a la prensa. Sin embargo, ese campo, tiene verdades, mentiras, mitos e historias caóticas.
Hay fotografías de tanques blindados en las calles que son de archivo y ni siquiera son de Pekín, a pesar de que tratan de demostrar de que si existe en un golpe de Estado en curso.
Por otra parte, una fuente próxima de los servicios de seguridad del Estado declaró al "Financial Times" que Zhou Yongkang está "bajo algún tipo de control" y se le ha pedido que evite las intervenciones públicas.
Christina Larson, especialista en China de la revista "Foreign Policy", recordaba ayer que estos rumores surgen en un momento en el que el gobierno ha presentado sus planes para reforzar los controles y exigir el registro con nombre propio en las redes sociales.
La misma fuente citada por el "Financial Times" dice que Bo está bajo prisión domicilaria, mientras su mujer ha sido interrogada por sospechas de corrupción, crimen por el que habitualmente son acusados los líderes del país caídos en desgracia.
Mientras tanto, el Gobierno chino guarda silencio.