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Una huelga irresponsable puede darle la puntilla a España

Miguel Massanet
jueves, 29 de marzo de 2012, 06:54 h (CET)
Me parece que fue al señor Méndez de UGT a quien le escuche decir que: el derecho a la huelga era superior, incluso, al del trabajo. Si lo entendí bien debo decir que, el señor Méndez, dijo una de sus habituales boutades a las que tan acostumbrados nos tiene. Sin embargo, si juzgamos por los argumentos que nuestros señores de izquierdas vienen aduciendo para incitar a los ciudadanos a secundar su propuesta de paro para el día 29 de este mes, deberemos llegar a la conclusión  de que: la realidad que se oculta ante este llamamiento no es más que un intento de sustituir la fuerza de las urnas por la fuerza sindical; apoyada, de forma vergonzante, por el primer partido de la oposición, el PSOE, que no ha podido ocultar, desde su derrota del 20N, que no ha sabido digerir el abultado resultado que lo condenó a la oposición. Nunca lo accesorio puede suplir a lo principal y, como no puede ser de otra forma, el derecho al trabajo, constitucionalmente y a través de nuestra legislación laboral, es un derecho fundamental para todo español. El derecho a la huelga puede ser una consecuencia de aquel, puede servir para reivindicar unas condiciones de trabajo dignas, unos salarios justos y cuantos derechos lleve inherentes el derecho básico de todo español a tener un trabajo que le permita subsistir dignamente. Los que están en paro, los cinco millones y medio que no tienen trabajo en nuestro país, no pueden ir a la huelga, aunque quieran, dado que no tienen un trabajo al que dejar de acudir. ¡Elemental querido Watson-Méndez!

Es por ello que los españoles tenemos que calibrar, en cada momento y circunstancia por los que pase nuestra nación, los pros y los contras, tanto de orden interior como desde el aspecto de imagen de España en el exterior; de acudir a un procedimiento por definición traumático para nuestra economía, por muy legal y constitucional que pudiere ser. No hay duda de que una huelga, en periodo de bonanza económica, siempre que sea justificada, no produce los mismos daños ni las mismas consecuencias multiplicadoras que cuando el derecho se ejerce en una situación, como la que está pasando España, en la que todas las alarmas rojas están sonando con unanimidad, más fuerte que nunca y anunciando las graves consecuencias que un nuevo incumplimiento de nuestros compromisos con la UE pudiera significar para nuestra estabilidad económica y nuestra continuidad en la zona euro. Por eso suena a traición, a deslealtad, a insubordinación y a trampa saducea, la actitud irresponsable de quienes como los Sindicatos, el PSOE e IU, se han confabulado para hacerle un órdago al nuevo gobierno del señor Rajoy, al que ni siquiera han permitido que empezara a gobernar.

Pero, cuando la maldad y la inconsecuencia rizan el rizo, es cuando estos recalcitrantes obstructores de la nueva política del PP han sido, precisamente, los mismos que, con sus errores, con su contumaz soberbia, con sus extemporáneas decisiones y con su evidente incapacidad para gobernar a España, nos han llevado a todos a una situación límite, con la que no se puede jugar y, mucho menos, entorpecer si se tiene en consideración que, el camino que ha emprendido el gobierno de Rajoy, no tiene vuelta atrás ni vericueto o alternativa que pudiera ser aceptada por la UE que, en estos momentos, es la única que puede sacarnos, de manera más o menos penosa, dependiendo de nuestro comportamiento, de la situación de recesión en la que, por desgracia nos encontramos.

El oír hablar de pérdida del estado del bienestar, de que se merman los derechos de los trabajadores o de que, el gobierno del señor Rajoy, lo que pretende es conducir al país a la ruina para favorecer a los grandes capitalistas; suena tan hueco, tan deyà vu, tan explotado y demagógico, que cuesta entender que pueda haber un solo español que pueda comulgar con semejantes perogrulladas. Lo evidente es que, estos insensatos de los Sindicatos, están furiosos porque se les han recortado privilegios,  se resisten a perder poder en las empresas y, por ello, son capaces de intentar darle la vuelta a España para que no se les escapen de sus zarpas egoístas las subvenciones que, tan prolijamente, recibieron del gobierno del PSOE, para mantenerles con la boca cerrada mientras el país, poco a poco, se iba encenagando en un paro que ha llegado a alcanzar a los 5’5 millones de personas que son las que, realmente y sin paliativos, han perdido su estado del bienestar.¿Quién se ha ocupado de ellos? ¡Nadie!

El que el señor Méndez y el señor Toxo, empujados por Cayo Lara y Rubalcaba, se hayan despertado del marasmo en el que han estado durante más de siete años, en el que han permanecidos sordos, mudos y ciegos a la realidad espeluznante de un gobierno incapaz de dar una en el clavo; precisamente en el mismo instante en que, un nuevo Gobierno, legitimado por las urnas, está dando los primeros pasos, con eficacia, prontitud y eficiencia, para inspirar confianza a nuestros acreedores y poner orden en el despilfarro en el que incurrió el señor Zapatero y todo su gobierno; resulta altamente sospechoso; evidentemente inoportuno y desde todos los aspectos desleal para España y para todos aquellos que le dieron el mandato al PP para que llevara a cabo la cirugía precisa, en nuestras cuentas y en los gastos públicos, para que, con el esfuerzo preciso, pudiéramos intentar salirnos del cepo en el que estamos atrapados.

Una huelga que carece de sentido, si tenemos en cuenta que  es de tipo “preventiva” por lo que pudiera salir del Parlamento respecto a esta reforma laboral, que nos exigen desde Europa, para continuar descontando nuestras deudas con las ayudas del BCE, sin lo cual entraríamos en quiebra soberana en unos pocos meses; seguramente, aquellos en los que la izquierda se atribuiría la “gloria” de haber vencido al Estado en el caso, poco probable, de que el Gobierno se dejara intimidar por el chantaje de la huelga. Una huelga que va a significar cientos, cuando no miles, de millones de pérdidas para nuestras empresas y que, sin duda, puede ayudar a que nuevos trabajadores pierdan sus puestos de trabajo. Y una huelga que sólo se justifica bajo la óptica cicatera de satisfacer las ansias de venganza por parte de quienes pretenden darle el vuelco a los resultados electorales y que, lo único que se proponen, es impedir que el gobierno de derechas consiga sacar a España del desastre al que ellos la condujeron.

¿Es que alguno de ustedes ha visto o leído alguna propuesta verosímil, por parte del PSOE, que no sean meras vaguedades?, ¿Alguien ha comprobado que, en las sesiones parlamentarias, el señor Rubalcaba o el señor Cayo Lara hayan aportado algo más, positivo para la nación, que críticas a las medidas llevadas a cabo, en tiempo record, por el nuevo Ejecutivo?, ¿Existe alguna persona que niegue el retraso con el que el señor Zapatero aceptó que España estaba en crisis? o ¿es que, en este país, tenemos amnesia colectiva y ya nos hemos olvidado de la cantidad de veces que, el gobierno socialista, en el que militaba Rubalcaba, nos engañaba, diciendo que la crisis se acababa y que ya se veían los brotes verdes? Y es que ¡no hay peor ignorante que el que no quiere saber!

Lo cierto es que, las consecuencias que, para España, puedan tener la temeridad y el sectarismo de unos pocos; el aborregamiento y la inconsciencia de otros, que no son capaces de ver lo que tienen delante de sus narices y  el resentimiento y la malicia de unos políticos, temerosos de perder sus gabelas pueden, si tienen éxito, firmar el certificado de defunción de nuestra nación; con lo cual todo atisbo de recuperación puede quedar reducido a mera utopía. O esta es, señores, mi valoración de la situación.

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