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¿La dictadura del Burqa tiene los días contados en Afganistán?

Es un movimiento para salir del paso, para convencer a las potencias extranjeras
Amador Guallar
jueves, 12 de abril de 2012, 07:58 h (CET)


Cuando parecía que la administración del presidente afgano, Hamid Karzai, por fin iba a aprobar una ley que lucha de verdad por los derechos de las mujeres en Afganistán, prohibiendo el uso del burqa en público, el presidente encumbrado por las Fuerzas Internacionales en el país ha vuelto a decepcionar. Una decepción que debería causar ira entre la Comunidad Internacional, pero que desafortunadamente no ha sido así.

El pasado 30 de marzo Karzai autorizó una ley para prohibir el uso del burqa, o de los velos que cubran la cara, en los lugares públicos. Pero, y ahí viene lo absurdo del tema, está prohibición es sólo efectiva los lunes. Increíble.

Si bien es cierto que Afganistán es el primer país islámico en poner restricciones a un atuendo considerado como una obligación religiosa para las mujeres en diversos países del mundo musulmán, el hecho de que esta restricción sólo se aplique un día a la semana supone una falta de respeto hacia cualquier mujer. Se mire por donde se mire.

Algunos dirán que éste es un primer paso, el principio de una abertura hacia el reconocimiento de los derechos de la mujer en Afganistán por parte de un Gobierno apoyado por las democracias occidentales, en las cuales una ley semejante sería imposible, inconstitucional y hasta criminal.

Pero no nos engañemos. Éste no es un primer paso, sino un movimiento para salir del paso, para convencer a las potencias extranjeras que bombean el dinero del que se nutre y respira Afganistán, y en especial la administración de Karzai y sus secuaces, de que en este país las cosas están cambiando para bien y en beneficio de todos sus ciudadanos, mujeres y hombres por igual.

Una mentira que ya se hizo evidente a principios de marzo cuando el propio Karzai autorizó una ley del Consejo Islámico Afgano, la autoridad religiosa del país conocida como Ulema, basada en el hecho de que “los hombres son fundamentales, y las mujeres secundarias”, según se lee en la ley que también hace hincapié en el hecho de que “las mujeres no pueden mezclarse con hombres en lugares públicos o escuelas”, enfatizando además que las mujeres no deberían tener acceso a la Universidad. Una ley antinatural. Un insulto a la humanidad.

El presidente afgano justificó su apoyo a dicha ley, que sin duda  atenta directamente contra los derechos y libertades de las mujeres afganas, diciendo que es “un reflejo de los valores y principio Islámicos”. Algo que, por otro lado, contradice totalmente los principios de igualdad escritos en El Corán.

Las voces más pesimistas consideran que éste sólo es un nuevo ejemplo de la progresiva Talibanización de Karzai y su administración, con el objetivo de contentar a los Insurgentes y su visión radical islámica para cuando las potencias extranjeras acaben sus operaciones militares en el país, y el Ejército Afgano se encuentre sólo ante sus enemigos.

Una batalla que, debido a la desorganización y altísimo nivel de corrupción en el mismo, tiene muchas posibilidades de perder. Y entonces habrá que negociar, y el presidente no dudará en acabar con todo el progreso en materia de derechos humanos en Afganistán.

Amador Guallar Photo Web Site

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