Finalmente la Catedral ha sido el escenario elegido para coronar en el campeonato liguero al Madrid más caníbal de la historia. Los números no permiten debate alguno. Treinta victorias, sólo dos traspiés, 115 goles (¡¡extraordinario!!) y camino de la centena en el marcador de puntos. Impresionante. La afición merece tomar la Cibeles y celebrar a lo grande un título mucho más significativo que su trigésimo segunda posición en el palmarés merengue.
Porque además de la estadística está, sobre todo, el rival. Tres años después (¡y qué tres años!), los blancos consiguen aplacar la furia de un Barça legendario. Ha sido agotador, pero en Chamartín el esfuerzo ha tenido recompensa. Los azulgranas no han dejado de intentarlo, pero el equipo de la capital se ha puesto las pilas cerrando el título en el mismísimo feudo culé.
También apareció en San Mamés Edward Hyde. No esperábamos menos, pero aún así duele. Y más escuchando a gente como Iker, Ramos, Xabi, auténticos líderes de este equipo en lo deportivo y moral. Ya saben a qué me refiero. El gesto de Cristiano es una espina más (¿para qué sirve eso, CR7?), y el rostro desquiciado de Mourinho, con sus siete dedos alumbrando delante de una sonrisa tragicómica, tampoco engaña acerca de su visión egocéntrica del fútbol. Es "M" de mercenario, la que Florentino ha querido comprar para levantar a su empresa favorita. Triste, porque como ha demostrado la historia, a Madrid los títulos acaban llegando sí o sí. Por dos copas, sigue siendo un precio alto.
Otra decepción grande fueron las declaraciones de Guardiola (merecido ganador del segundo '¿para qué sirve eso?' de la noche). Pep sabe de sobra que en una rueda de prensa solo se salvan las frases que encienden al personal (lo de "justo campeón" no sirve ni repetido), y no era ni el día ni las formas. Un borrón que ratifica no obstante su legado. Para aquellos que lo han seguido con pasión durante esta era (culés o no), eso ya no sirve. "Cosas" y "ocultas" valen para Iker Jiménez, pero en fútbol es una combinación de gilipolleces si no las arrimamos a datos concretos que las acompañen.
La masa blanca ya se ha tirado encima, porque en la Castellana también duele el circo que tienen en casa. Ni lo intenten. Cuatro años no se van en diez palabras. Y menos el inspirador cuatrienio de Guardiola. Aunque una rectificación no sobraría en absoluto.
Hoy hay fiesta en Cibeles. Merecida. Olvídense por un día de los malos y de sus maldades. Si no nos divertimos, esto no sirve para nada. De todas formas, sea por lo que fuere, mis ganas de Eurocopa y Juegos han aumentado exponencialmente. Toca abrir la ventana para ventilar muchas cosas. Porque ayer el deporte solo sonrió a medias.
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