Finalmente el TC se manifestó, y se pronunció de la forma en que la algunos nos temíamos. A la noche triste que se vivió en el solsticio estival, le sucede esta sortu de Amanecer Patriota (léase Abertzale). Cierto es, que bajo diferente nomenclatura, los herederos de la formación que amparó a los ejércitos de las tinieblas los tenemos instalados en las instituciones. Y gobernando alguna de gran valor, real y simbólico, como son Gipuzkoa y su capital. Pero con esta decisión, el delirio totalitario adquiere carta de naturaleza y supone un mazazo a la dignidad, la memoria y la justicia, en el caso de la última en sus vertientes ética y legal. Cuando voces que desde las pocas señales de inteligencia que muestra nuestro fatigado continente, claman por la elaboración de una Ley de Partidos de ámbito europeo, que impida que escuadrones claramente antidemocráticos, fascistas, puedan concurrir en comicios de sociedades civilizadas, desde esta España moribunda ratificamos su derecho. Recorre ese escalofrío, esa percepción de que los años del Terror, su consiguiente Gleichschaltung y la sensación del concurso de una suerte de aprendices de Chamberlaines y Daladieres pueda haber hecho el resto. Pese al conocimiento inequívoco de la insaciabilidad de la bestia. El concepto de ciudadano siempre tuvo dificultades, cuando no desprecio y, por supuesto, incomprensión en el País Vasco. Reducido mayormente a las áreas urbanas, hasta que se produjo el asalto de la tribu, como ocurrió no hace mucho en la antigua ciudad-estado de San Sebastián. La ciudadanía, que siempre fue oposición a las ambiciones predemocráticas, todo apunta dolorosa y penosamente, que pasará a la condición de Resistencia. Sin darse siquiera la ya de por si desagradable cohabitación, nos damos de bruces, de la noche a la mañana, con una sentencia que además de causar un dolor que tan solo logro atisbar entre las víctimas directas de la banda, supone un mazazo para quienes durante tanto tiempo han luchado por la dignidad en el País Vasco. Por eso hago extensiva la indignación también para quienes padecieron, padecen señalamiento, exclusión o sencillamente hartazgo de habitar en una sociedad, en buena medida, invadida por la metástasis. No habrá piedad con los vencidos, que no son otros sino aquéllos que defienden los valores esenciales de lo que entendemos por Democracia en el caso, no inverosímil, de que quienes hasta ayer guardaron silencio, cuando no jalearon al monstruo, se hagan con el poder en Euskadi. Asimilación o exclusión. No se cejará en pedir reformas en legislaciones a todas luces con grietas que hacen permisible lo éticamente inadmisible. Pero hoy, ahora, la Sortu está echada. Hoy y ahora el discurso de la verdad, el relato veraz, la reivindicación de la memoria, los valores sobre los que tiene y debe sustentarse una sociedad de ciudadanos libres es más necesario que nunca. El compromiso con la libertad es ineludible, irrenunciable.
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