| Ficha técnica | 0- Portugal: Rui Patricio (1); Joao Pereira (1), Pepe (2), Bruno Alves (1), Coentrao (2); Veloso (1), Meireles (2), Moutinho (1); Nani (1), Cristiano Ronaldo (1) y Hugo Almeida (1).
0– España: Casillas (2); Arbeloa (1), Sergio Ramos (3), Piqué (3), Jordi Alba (3); Busquets (2), Xabi Alonso (2); Xavi (1), Iniesta (2), Silva (1); Negredo (1).
Cambios: En Portugal: Nelson Oliveira (2) por Hugo Almeida (min. 81), Custodio (1) por Veloso (min. 103) y Varela (1) por Meireles (min. 113); en España, Jesús Navas (1) por Silva (min. 61), Cesc (2) por Negredo (min. 55) y Pedro (2) por Xavi (min. 87).
Goles: Sin goles.
Penaltis: 0-0. Xabi Alonso. 0-0. Moutinho. 0-1. Iniesta. 1-1. Pepe. 1-2. Piqué. 2-2. Nani. 2-3. Ramos. 2-3. Bruno Alves. 2-4. Cesc.
Árbitro: Cüneyt Çakir (Turquía) (1) Mostró la cartulina a Ramos, Coentrão, Busquets, Pepe, João Pereira, Arbeloa, Bruno Alves, Veloso y Xabi Alonso.
Incidencias: 50.000 espectadores en el Estadio Donbass Arena de Donetsk (Ucrania). Terreno de juego en buenas condiciones. Los jugadores de España portaron brazaletes negros en memoria de Miki Roqué. |
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► Los penaltis del España-Portugal, la emisión más vista de la historia
Esta España es mágica. Es una selección con futbolistas de otro planeta. Jugadores capaces de superarse en cada cita, de hacerse más grandes, de desear estar en la historia de este deporte como una selección de ensueño. No sólo saldan cuentas históricas con otros adversarios, también poseen un formidable valor como para afrontar con suficiente sosiego una tanda de penaltis. De hacerlo, además, con maestría y excelsa personalidad. De otra forma no se explica que Casillas detuviera un lanzamiento después de errar Xavi Alonso, o de que Sergio Ramos mostrara al mundo que sabe cómo se ejerce de ‘Panenka’, o que Iniesta y Piqué fueran eficaces o de que Cesc, como sucediera en los cuartos de Austria y Suiza frente a Italia, templara los nervios y anotara, con suspense, el penalti que otorga a España su tercera final consecutiva en cuatro años.
Los once metros, que antaño eran un suplicio (contra Bélgica en México, ante Inglaterra en Inglaterra o frente Corea del Sur en Corea y Japón), se han convertido en una bendición. Ni siquiera esta lotería suprema del fútbol se resiste a los encantos de una selección con estrella. Ya son amigos. España superó desde esa distancia a Portugal, donde su estrella, el meteórico Cristiano Ronaldo, no dispuso de su mejor encuentro y ni siquiera tuvo ocasión de participar en los penaltis más decisivos de los últimos tiempos. No lo hizo porque Bruno Alves estrelló su balón en el poste y porque Cesc reafirmó esa superioridad que España mostró en la prórroga. Durante ese tiempo suplementario, España fue cuando mostró sus deseos de ir a ganar el partido. Fueron sus mejores momentos, donde tuvo confianza, decisión, tocó más el esférico, profundizó por bandas con Pedro, en perfecta armonia con un majestuoso Jordi Alba, y Navas y trató de encontrar una vía para marcar. No lo consiguió sencillamente por falta de precisión. Primero porque Rui Patricio sacó una mano providencial a Iniesta, porque Sergio Ramos mandó alta una falta y porque Navas no encontró el hoyo de las agujas para pasaportar a Portugal.
Más tensión que fútbol Por entonces, el vecino del oeste estaba más cansado que España. Ver para creer. Era una auténtica sorpresa, puesto que Portugal exhibió un físico de primera durante los noventa minutos. Ellos corrieron y corrieron, presionaron arriba e incluso debatieron a España el gobierno del esférico. Nada de cansacio como si se atisbó en España en más de un pasaje. Se notaba que estaba un premio muy jugoso sobre el tapete. El entramado táctico de los portugueses fue sorpresivo: adelantaron sus líneas dificultando enormemente la salida del balón de España. Nada de encerrarse y esperar. Costaba un mundo dar dos pases consecutivos. Xavi no conectaba con Iniesta, ni éste son Silva. España no se encontraba. Las interrupciones por faltas tácticas, también influyeron negativamente, superando el medio centenar. España, a pesar de contar con Negredo como referencia ofensiva, tardó sesenta y siete minutos en disparar entre los tres postes. Fue Xavi. Después, con ese nueve oculto, España recuperó su aire.
Anteriormente a este desenlace, España, en su puesta de escena, de lo más notable durante el tiempo reglamentario, tuvo dos opciones muy claras de marcar, pero ni Arbeloa ni Iniesta acertaron a embocar el balón, que se marchó, en ambos casos, rozando el larguero. Posteriormente, España se vio enredada por el encuentro planteado por Portugal. Los lusos, por su parte, tampoco asustaron a Casillas. El sufrimiento venía dado por el marcador tan abierto. Su principal arma, Cristiano Ronaldo, estuvo prácticamente desactivada entre Sergio Ramos y Piqué. Sólo se recuerdan tres faltas directas a las nubes, un lanzamiento ajustado al poste y un contragolpe fallido en el epílogo de un duelo de grandes dosis de tensión. Ya no hubo más noticias del 'siete' portugués, ni siquiera en los fatídicos once metros, donde sólo fue testigo de un nuevo episodio para la historia de esta España mágica.
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