El universo contiene materia;
ésta se caracteriza por la cantidad física que definimos como masa. En 1905 Albert Einstein
demuestra que la materia puede crearse a partir de energía, y
que ésta a su vez, puede desaparecer: "la energía,
ni se crea ni se destruye; sólo se transforma". Es así
como la existencia de masa en el universo no contraviene ley alguna de la
naturaleza. Pero si la masa puede proceder de la energía, cómo surgió la energía
por vez primera? ¿Cómo es posible que surgiera algo desde la nada? El
hombre no es capaz de responder aún a estas cuestiones. Ni siquiera de asegurar
un marco óptimo de referencia inicial. ¿Y si "lo
inestable" nunca fue uno menos
uno, sino cero? ¿Y
si el estado natural de las cosas fue siempre algo en vez de nada?
El vacío y la nada no son lo mismo. En la
nada no hay "nada de nada". La nada difícilmente
sería imaginable por el hombre. Por el contrario, el vacío es aquello que queda
cuando se quita todo lo que "se puede quitar", -que no significa
que sea todo "lo que hay"-. Mientras que la nada “no
es", el vacío “está”. Pese a su condición, dicho "vacío"
seguía conteniendo "algo" aunque el hombre no había
podido determinar hasta ahora qué es lo que era. Con el bosón de Higgs se descubre el
vacío como una sustancia de partículas "subatómicas", que a
su vez es un campo permeable. Los átomos, adquieren su masa al
desplazarse en el vacío "sub-atómico" de Higgs. La interacción
de dicho campo -no vacío- con el resto de las partículas atómicas
elementales, hace que éstas se
impregnen de los "copos de nieve de Higgs"; que adquieran
su masa.
La partícula de
Dios
La religión será la primera tentativa del hombre para
explicar la realidad en la que vive; su primer escarceo desde un
primigenio intento filosófico,
pero este ensayo metafísico primario
no permitirá la ubicación de
Dios de la manera más acertada. El origen del Dios de la
ontología no puede constituirse a partir de un caos -o vacío-
preexistente puesto que en ese caso, dicho caos le precede; -no
es creado por Dios-. De igual modo, Dios no puede
"pensarse" desde “la nada” puesto que en la nada, no hay ni
Dios. Dios para pensarse, para "decidir ser", se
vería obligado a hacerlo en algún sitio del espacio-tiempo. Por
consiguiente, el Dios Acto puro, causa primera de todo lo existente,
sólo encontrará sentido siendo eterno. Es el Dios -internamente contradictorio- de Aristóteles, que a partir de
ahora pondrá en jaque todo el castillo de naipes ideado por Platón.
De este modo nos encontramos con la paradoja: desde la
perspectiva de la fe, el hombre no es capaz de “concebir” que la
materia sea eterna porque sí, pero sí es capaz de concebir que Dios sea eterno
porque sí. Dicha causa eterna no puede entenderse desde una
fisonomía de "materia", o como el motor cósmico y armónico de Einstein o Spinoza. El hombre no puede rogar a la Materia como si de un
campo de Higgs se tratara, pues ésta nunca atendería a sus súplicas; por
consiguiente sólo se puede "conocer" a Dios si a éste se le dota de
atributos antropomórficos. Sólo un Dios a imagen y semejanza del hombre,
-con túnica y barbas-, le brinda al hombre la posibilidad de
dirigirse a Él. Sólo la proyección antropomórfica de Dios (Feuerbach) permite al hombre "relacionarse" con
él.
Pero acaso es más fácil suponer que el universo ha
existido por toda la eternidad, que concebir a un ser eterno con la capacidad
de crearlo? ¿Por qué entonces hay un Dios en vez de nada? Ahora sabemos
que son "los copos de nieve sub-atómicos" de Higgs los que
impregnan las partículas atómicas, contribuyendo a engordarlas, a
"crear masa". Pero ello sigue remitiéndonos una vez más al origen de
todo: ¿de dónde surgió el bosón de Higgs? ¿Quién creó el Big Bang que
lo antecedió? El problema es que delegar todo en Dios es
justamente, seguir sin explicar nada, no querer saber más, reprimir
cualquier curiosidad intelectual. De manera que hay quien piensa que
esa causa eterna es materia, y quien opta por revestir dicha causa de
atributos antropomórficos. Materia o Dios, la cuestión para el
hombre no es tanto saber qué sistema excluye la duda, sino cuál
describe su razón.
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