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El Triunfo de Ciudadanos

Jaime Fúster Pérez
miércoles, 27 de diciembre de 2017, 07:33 h (CET)
Y cuando desde FAES, Aznar se queja de la campaña del PP en estas elecciones catalanas, no cae en la cuenta de que el error no lo ha cometido ahora Rajoy y su equipo. El error lo cometieron en sus momentos y repetidamente Felipe González y él cuando antepusieron a TODO los votos de Pujol y del nacionalismo catalán, entonces Convergencia y Unió, para alcanzar sus objetivos.

En 1996 él mismo Aznar sacrificó al líder del PP en Cataluña Alejo Vidal Cuadras, cuando Pujol se lo exigió. Pese a su apellido catalán, Vidal Cuadras se oponía frontalmente a aquel nacionalismo al que tachaba de "sectario, excluyente y producto intelectual inferior". Seguro que hubiera sido mucho más válido para sacar una población mas armonizada, con menos diferencias entre los que “som” (los que somos)y “els de fora” (los de fuera) De todos modos esto a la mayoría de los de apellido catalán, “als amos” (a los amos) no debió de importarles.

Voy pedir a quien esté leyendo que trate por un momento de ponerse en el lugar de las PERSONAS que han de emigrar… A donde sea.
Primero dificultades, estrecheces: -“¿Cómo lo podríamos resolver? ¿Y si hicieses más horas? ¿O más jornales?”-.
Luego dudas y dolor: -“¿Tu sabes lo que es irse tan lejos?” “Tener que dejar a los padres, a los hermanos, a la familia es tan triste”-.
Después más dudas, información: -“¿Sabes? Fulano lleva dos años allí y dice que se está bien. A fin de cuentas es una provincia de España”-.

Emigrar es dejar lo conocido, lo cotidiano, la tierra, las costumbres, lo de siempre, la luz. Es romper con la vida anterior, con la propia vida.
Además se emigra por un fracaso. Se han de ir porque no han podido sobrevivir donde estaban.
Los que emigran suelen ser y sentirse pobres allí, en su tierra, desvalidos. –“No podíamos llegar a fin de mes”-, comentan.
No se van orgullosos de si mismos, sino más bien avergonzados.
Nunca pertenecen a las clases dominantes en su tierra, emigran porque allí “no pueden vivir”. Por eso casi siempre, llegan a las nuevas tierras prometidas humillados, temerosos, como pidiendo perdón, dispuestos a dar lo mejor de si para conseguir algo de lo que aparentemente allí si que podrán alcanzar.
No van desde su tierra a la conquista, no, van en busca de refugio, de cobijo.

Llegaron como nuevos y desplazados a un lugar que les recibió con todo el…¿Cariño?... Desde la más absoluta y universal superioridad.
Tal vez los más amables comentaron entre ellos: “Pobrets, a mi en donen llàstima, tindre que anarsen tan lluny de la seua terra” (Pobrecitos, a mi me dan lástima, tener que irse tan lejos de su tierra). Suele ser una conmiseración teñida con frecuencia de desprecio, no siempre disimulado.
Se fueron así a un lugar en el que dependían de aquellos que hablaban una lengua, que les parecía extraña y dificultosa pero que se vieron obligados a aprender con urgencia, no por su belleza y universalidad, que nunca ha sido, sino por su “localización” que les obligaba si querían recibir algo pero a por lo que iban, para poder comer, para seguir viviendo, a fin de cuentas.

Y llegaron a esa provincia que habían considerado española y aun a sabiendas de que geográficamente y administrativamente lo era, así lo habían estudiado en su colegio de pequeños, la encontraron muy distinta, con una población que hablaba de un modo tan diferente. Creo que pocos catalanes se esforzaron en hablarles en castellano, no por el temor a hacerlo mal, sino porque: -“Açi es parla català” (aquí se habla catalán). Han venido porque han querido y ellos mismos tienen un refrán que dice: -“Quien quiera peces que se moje el c…”-.

Los emigrantes sí, se esforzaban al máximo en hablar catalán, pero se asombraron cuando enviaron a su hijos al colegio y allí solo se hablaba catalán y si lo hacían en castellano, su lengua y la lengua oficial, tanto como el catalán, de aquella comunidad, tenían que hacerlo a escondidas, incluso en los recreos, aunque fueran muchos los niños que hablaban castellano entre si, pero mejor en voz baja. Y allí, les imbuían desprecio a España. Hace pocos días he visto en TV a unos niños de allí jugando a:”!Boti!!Boti!!Boti! Español el que no boti”. (Salta, salta, salta, español el que no salta), es despectivo, humillante. Y, tengamos presente, pretende ser: -“Despectivo y humillante”-.

Además era peligroso que algún padre pidiese en la escuela que a su hijo se le enseñase en castellano, tanto como en catalán. Ha habido casos en que los marginaban, no sólo a ellos, sino también a sus hijos en el colegio, aunque no supieran de que iba. Y no conseguían esa enseñanza pareja y si en alguna ocasión esa petición ha llegado al Tribunal Superior de Justicia de Cataluña y en su Sentencia daba la razón a aquellos que se habían ATREVIDO, el efecto era únicamente en que eso “quedaba así escrito en una Sentencia del TSJC”. Eran órdenes que la Generalidad nunca ha cumplido y que el Gobierno de la Nación Española nunca hizo fuerza para hacerlas cumplir. Si alguien recuerda alguna vez que sí, que lo diga, será un consuelo haberme equivocado.

Además veían que se les enseñaba en los colegios unas informaciones falsas con respecto a España, a la geografía, a los límites, cosas como: -“Que el Ebro es un rio catalán de “pequeño recorrido”-. –“Que Cataluña abarcaba hasta Murcia”-.

Y si esto se comentaba públicamente, públicamente se desmentía, decían: -“En Cataluña nunca ha habido problema en enseñar en castellano tanto como en catalán”- . Recuerdo a un famosísimo locutor hacer este desmentido por la radio catalana en la que trabajaba a pesar de que él era leonés.

También son sorprendentes los estudios (Jordi Bilbeny) en los que se afirmaba la catalanidad de Colón, de Miguel de Cervantes y de Santa Teresa de Jesús, de la que ese autor dice que: -“además fue abadesa del monasterio de Pedrálbes”-.

Mas tarde si alguno de esos emigrantes mejoraba tanto que quería abrir una tiendecita y llamarle por ejemplo: -“Tiendecita”-, podía ser sancionado económicamente pues sólo se podía rotular en catalán, en ese caso: -“Botigueta”-. De querer contárselo a sus padres que seguían en el pueblo y les decía: “He abierto un Tiendecita” y mandaba la foto, al ver el letrero puede que le preguntasen: “¿Por que le has puesto de nombre “Botijito?”

Y conforme pasaba el tiempo todo se agravaba mucho mas. Si leían la prensa de allí se les decía que todo era maravilloso mucho más que en el resto de España y las televisiones domesticas, domesticadas, solo repetían en este sentido.

Durante todos esos años, ¿40?, los españoles que han vivido en Cataluña se han sentido abandonados por los gobiernos centrales, fuera cual fuera su color, en cuanto a eso de que ser españoles pudiera ser un orgullo; más bien ni siquiera indiferencia, lo que se propugnaba en Cataluña era que eso era vergonzoso, humillante.
Tanto es así que incluso han surgido emigrantes que se han pasado al catalanismo. Son más catalanes que nadie. Es la vieja historia de los “judíos conversos” en cuyas familias han habido más curas y monjas de la Iglesia Católica claro está, que en las de los católicos de siempre.

Que la victoria de Ciudadanos, aunque de utilidad dudosa de momento, tampoco ha surgido porque este partido haya descubierto o inventado nada nuevo; ni muchísimo menos de eso que dicen, de que se haya aprovechado de los votos del PP.
Ha ocurrido algo mucho más sencillo, “Ciudadanos”, bueno “Albert Ribera”, se ha dado cuenta de que es lo que pasaba ya desde el principio en Cataluña con los que emigraban allí desde el resto de España, que han sido imprescindibles para el auge de lo últimos 40 años de Cataluña y con ello para los de apellidos catalanes, que a fin de cuentas son los que rigen y se benefician del esfuerzo de todos y al parecer los que financian a esos medios de comunicación, que ocultan lo que interesa a todos los españoles y muestran lo que los hace antipáticos (este calificativo es pobre). Que no han sido respetados como ciudadanos iguales, como dice la Constitución Española y que el PP, nunca que yo recuerde defendió ninguno de esos derechos elementales, pese a que las leyes así lo decían y el TSJC lo repetía, en vano. Aquellos emigrantes no han tenido quien los representara, quien los defendiera, no para ser más, no. Sencillamente para ser iguales.

Yo creo que Aznar, cuando gobernaba, nunca pensó en ello. No pensó en ese aspecto, no pensó en esas personas, no se dio cuenta de que estaban siendo humilladas y si lo hizo lo apartó, como un mal pensamiento, como un pecado, puede que incluso con dolor para que no interfiriera en sus planes nacionales que desde luego eran lo primero. Lo importante era España fue lo que se dijeron. He usado aquí el plural porque no fue él sólo, sino también González y no digamos Zapatero, que desde luego no pensó, cosa que no sorprende a nadie.

Si yo que algunas veces he votado al PP, hubiera tenido que votar estos días en Cataluña, no le habría dado mi voto. Bueno, de estar allí, ya hace muchos años.
Aunque no dudo de la buena voluntad de sus lideres ahora, olvidarse de lo ocurrido, que no ha sido una historia lejana, sino una actualidad continuada, no dejaría de ser una memez.

De todos modos: ¡Enhorabuena!
Un poco a Ciudadanos, mucho a Cataluña en la que por fin algunos de sus habitantes, que son los catalanes, empiezan a despertar. Ya era hora. Más vale tarde que nunca.
¡EN HORA BUENA!

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