Siempre es más sencillo moverse a favor del viento. Suele pasar que cuando un equipo disfruta de una racha de victorias siempre acaba sonriendo. Le sucedió al Real Madrid; lo padeció el Baskonia, cuya tendencia es, además, negativa: un mes sin ganar como visitante. Los blancos sumaron, en consecuencia, otro triunfo y ya suma 13 consecutivos (6 en ACB y 7 en Euroliga), demostrando su poderío y capacidad de sobreponerse a todo tipo de enemigos. El Baskonia fue uno de ellos. Lo tuvo cerca de superar, pero acaba siendo incapaz de aprovechar sus ventajas. Y, claro, no tuvo el coraje que tienen los blancos. En resumen, gran encuentro, con muchas riquezas y color madridista.
Ese blanco radiante se declaró triunfador en los últimos 14 segundos. Con un 73-73, Shengaila tuvo la opción de dar ventaja al Baskonia. Se la jugó y erró. La respuesta la tuvo Rudy Fernández. Se la jugó y en un reverso de alta escuela no sólo anotó la canasta vencedora, sino que confirmó que vuelve a ser el Rudy Fernández que siempre brilló. Esos dos puntos, además, confirmaron otro máxima: que este Real Madrid está rebosante de coraje y de vidas. Porque hasta alzarse ganador, tuvo un cuarto final de desgracias continuas: más de cuatro minutos de atasco ofensivo (61-68), situación que no era nueva en el encuentro. Acto seguido, errores de tiro y concesiones defensivas. Y cuando todo pintaba oscuro, el resurgir, el coraje: canastas de Doncic; calidad de Thompkins; rebotes de Reyes; grandes defensas y esa canasta ganadora de Rudy Fernández. El culmen mágico del Real Madrid.
Doncic, Shengaila, Beaubois…
Hasta ese momento de todo o nada, y antes de alcanzar el descanso, hubo dos cuartos con ciertas similitudes: atasco ofensivo del Real Madrid; clase a cargo de Doncic; confirmación del resurgir de Rudy Fernández; buenas defensas vitorianas y ventajas que no acabaron de fructificar. Elementos envueltos en un ambiente de tensión y baloncesto veloz. En el primer cuarto, tras más de 8 minutos de confusión blanca, y con el Baskonia edificando una buena ventaja (6-12), apareció Doncic para revitalizar al Real Madrid: 7 puntos, 2 asistencias y 14 de valoración en poco más de dos minutos. Gran puesta en escena y los blancos volteando el marcador (18-17).
Diez minutos después, pocos cambios: 34-34. Máximo equilibrio al descanso, aunque con un ambiente de cierta tensión. Los árbitros ayudaron, especialmente descentrando a Doncic. El esloveno desapareció y el Real Madrid se resintió. Otro atasco. Ésta vez no sólo por un desatino en el acierto, sino porque el Baskonia se empleó a fondo en defensa. Y en ataque, a pesar de no contar con el caudal a anotador de Beaubois (5 puntos en primer cuarto) y Shengelia (7), se mantuvo firme. Otras cuantas ventajas, aunque ninguna aprovechada (24-31, la más significativa) y, nuevamente, volteados en el marcador. No fue la clase de Doncic, sino un renacido Rudy Fernández: saber defender y saber atacar. Veteranía con cabeza.
A la vuelta del descanso, y antes del momento culmen, se desencadenó una lluvia de triples vitorianos: empezó Timma (34-39) y le siguieron dos consecutivos de Beaubois y otros dos más de Voigtmann. El Baskonia volvía a adelantarse tímidamente en el marcador. Sí, tímidamente, porque enseguida el Real Madrid volvió a estar arriba en el marcador: 53-50. Desafiar a los blancos desde el perímetro es una temeridad. Siempre tienen respuesta: tres de Causeur (cerró el cuarto con 11 puntos) y otro más de Thompkins. A ello se sumó Tavares, cuyos centímetros le permitieron dominar la zona ofensiva con 7 puntos sin casi quererlo. Qué habilitad. Fue un tercer acto parecido, con mismo desenlace, pero de poder a poder anotador. Púrpura para el aficionado (59-61). Como lo fue esa canasta ganadora de Rudy Fernández.
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