MADRID, 9 (OTR/PRESS)Acordar un nuevo encaje de la comunidad autónoma de Cataluña en el Estado no resulta tarea fácil, dadas las posiciones de los partidos políticos independentistas y los pasos que habría que dar, ya fuese para hacerlo mediante una reforma del Estatuto de Autonomía o incluso de la Constitución española. Y no digamos, para organizar un referéndum legal de autodeterminación. Sea cual sea la salida, en el acuerdo tendrían que implicarse no solo los grupos independentistas, sino también los dos grandes partidos españoles: PP y PSOE, ya que de no hacerlo no habría mayoría parlamentaria suficiente. Este mero enunciado explica la distancia que puede haber hasta alcanzar un acuerdo, a día de hoy improbable. El simulacro de diálogo ensayado por el Gobierno con el independentismo --ahora frustrado-- podría tener en el mejor de los casos un sesgo pedagógico --saldado con el suspenso-- y otro táctico, a fin de conseguir que la mano tendida de Pedro Sánchez restase votos al independentismo para dárselos a los socialistas catalanes. Si así fuese los secesionistas quedarían en minoría, y serían más débiles. Pero lo único cierto a día de hoy es que el Gobierno se ha desgastado y que el independentismo se ha dividido sin que por ello se haya desunido ante su gran objetivo, que es la secesión. En consecuencia, Pedro Sánchez --preocupado por su silla-- apunta ahora a unas elecciones que ya tendría que haber convocado antes, al tiempo que da un ultimátum al independentismo, al ver que peligran los Presupuestos del Estado para 2019, puesto que hay más votos para tumbarlos que para aprobarlos. Si algún día es posible un acuerdo para varias décadas y no solo para unos Presupuestos será porque el PSOE y el PP van de la mano y los independentistas también. En otro caso, no habrá acuerdo, ya que no sólo sería políticamente arriesgado sino que los números no dan. Dicho de otro modo, el PP es indispensable para el pacto, del mismo modo que el PSOE, ERC y los herederos de lo que en su día fue CiU. Es más, sin ERC y el PP nunca habrá acuerdo, ya que aunque pacten los que están entre ambos extremos (de la democracia) no irán lejos si los partidos más genuinos de los nacionalismos catalán y español no se suman. No solo es cuestión de números, sino de sentido común. Soñar con otro tipo de geometrías es un ejercicio inútil y también la prueba más evidente de que todo lo que se ha visto recientemente y todo lo que se sigue diciendo no conduce a ningún sitio, salvo a marear la perdiz. Ahora hay quien cree que si hay elecciones todo se puede reconducir, y seguramente es verdad en el sentido de que puede haber más avances, si hay nuevas mayorías para ello, pero lo más probable es que el proceso se prolongue durante años. Cuando todo se arregle parecerá fácil, pero hoy por hoy no lo es.
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