MADRID, 16 (OTR/PRESS) No es sencillo enfadar a un médico. Suelen ser personas pacientes que han asumido que tratan con las personas más egoístas del mundo: los enfermos. La persona más generosa y caritativa del mundo, cuando está enferma, centraliza sus prioridades en curarse de su enfermedad. No hay excepciones, salvo en las formas, que las hay más groseras o más corteses, pero el egoísmo no se diluye. Los médicos lo saben, y por eso su paciencia es superior a la de cualquiera otro profesional con su cliente. Si es difícil cabrear a un médico, resulta casi inimaginable, cabrear a casi todos los médicos de un país. Y ese objetivo tan difícil, que parecía imposible, lo ha logrado la ministra de Sanidad -madre y médica, cuando se presenta- en cuanto se ha filtrado su propósito de obligar, a todos los MIR, a trabajar 5 años continuos en la Sanidad Pública. Y a que los más cualificados -los jefes de Servicio- tengan prohibidas las consultas privadas, con lo que se logrará que el jefe de servicio de Urología de un hospital, no sea el mejor y más experimentado, sino cualquiera que renuncie a trabajar alguna tarde en una consulta privadas. De que el sueldo de un MIR -tras seis años de Universidad y unas oposiciones- sea menor que el de un peón de albañil, sin experiencia, no se dice nada. Lo que sí parece que se aborda es rebajar las guardias, que es el complemento económico que, a muchos médicos, les permite igualar, al menos, los ingresos con el peón de albañil. De momento, no se establece un servicio de detectives para vigilar a los médicos, ni se ponen multas a quienes ejerzan en la privada. Pero la ministra -hija de comunista y comunista entusiasta- parece que pretende que la Sanidad Española sea tan social y estalinista como la de Cuba, Venezuela, Corea del Norte o Nicaragua. Si el cabreo de los galenos disminuye, puede que lo consiga.
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