MADRID, 6 (OTR/PRESS) Ando lejos de figurar entre quienes todo lo critican en la política exterior española. Creo que el ministro Albares, nuestro jefe de la diplomacia nacional, es persona activa y con ideas. A veces, quizá con demasiadas ideas, como ahora veremos. Y es también, lo dicen todos por los pasillos del Ministerio, orgulloso y colérico: es capaz de cesar a un embajador por haber dado una cabezada somnolienta cuando el señor ministro pronunciaba un discurso, o de echar de su puesto a otro por haber escrito en un periódico algo que al señor ministro no le gustaba. Pero hay que reconocerle un bastante buen hacer en Europa, de la mano, eso sí, de Pedro Sánchez. Lo que ocurre es que los incendios se multiplican y los bomberos son pocos. Así que... Así que no llegamos a apagar todos los fuegos. El más grave de todos ahora es que el Gobierno español no tiene ni la menor idea de lo que planea la Administración Trump a su paso arrollador, un poco vandálico, por el mundo. Claro que ¿cómo imaginar que el, ejem, peculiar -así lo llamaré, por cautela mínima- presidente norteamericano iba a amenazar con anexionarse Canadá, casi declarar la guerra fronteriza a México, decir que va a convertir a la martirizada Gaza en un resort turístico, insultar y calumniar al aliado británico o hacer campaña con los 'ultras' alemanes, que dentro de dos semanas van a las elecciones? ¿Cómo alguien podría pensar en tan descarado apoyo a la ultraderecha europea, que por cierto se reúne este fin de semana en Madrid? No, España no figura, desde luego, en la lista de las potencias europeas a las que Trump va a mimar, ni siquiera un poco, durante su estancia en la Casa Blanca. De momento, nos ha enviado a un embajador octogenario que no tiene ni idea de lo que es la diplomacia, nos confunde con un país de los de los BRIC (donde están China y Rusia, por cierto) y suprime el idioma español de la web de la Casa Blanca. Eso, para no hablar de los aranceles, de la discriminación contra los LGTBi, de la mala educación, del golpe a la Organización Mundial de la Salud... Lógico que el Gobierno español, que ya digo que carece de contactos con los nuevos mandatarios estadounidenses, ande, como mínimo, mosqueado. Y entonces llegó Albares y tuvo una idea. Proclamó, sin haberlo consultado para nada con las autoridades madrileñas, a las que el Gobierno central odia sin recato, que Madrid será la próxima sede de la 'cumbre' iberoamericana, en 2026. Me aseguran que lo que el chispeante ministro español quiere es mostrar a Trump y a su secretario de Estado, Marco Rubio, que es de origen cubano, que España 'controla' a América Latina, así que cuidadito con hacerle desprecios. Me parece una demostración de fuerza un tanto comprometida: la última de estas 'cumbres', establecidas (y en buena parte financiadas) por España desde 1991, tuvo lugar en Cuenca (Ecuador) y se vio completamente desertada de los jefes de Estado y de Gobierno de los principales países iberoamericanos, algunos de ellos, como Argentina y, en cierta medida, México y Venezuela, muy distanciados del Gobierno de Pedro Sánchez. Fue un absoluto fracaso, vamos. Y me cuesta pensar que los esfuerzos diplomáticos españoles logren superar en apenas un año -suponiendo que el Gobierno siga en 2026, claro-la actual indiferencia latinoamericana, cuando no hostilidad en algunos casos, para con la 'madre patria'. No creo, la verdad, que Trump vaya a temblar demasiado ante la posibilidad de que esta 'cumbre' de Madrid, bajo el liderazgo español, vaya a representarle una amenaza diplomática y menos comercial. Tampoco me parece que esté aterrorizado ante la última ocurrencia que circula por algunos canales europeos: admitir a Canadá... entre los países de la Unión Europea. Palabra de honor que hay quien lo ha pensado en serio, y no me extrañaría que la diplomacia española estuviese a favor de tan disparatada idea. Ignoro cómo se frena a Trump en su loca deriva por el planeta. Pero ni España se puede erigir en el campeón frente a 'este' Estados Unidos ni Albares puede estar soltando por ahí el primer caldo de cerebro que se le sube a la mente. Creo, sí, en una acción unitaria, conjunta, prudente y firme, de la UE. Pero tampoco será enfrentándose a la 'supercomisaria' europea de política exterior, Kaja Kallas, que ha cometido la osadía de nombrar como 'número dos' a una diplomática española que no agrada a Albares, como logremos este euro consenso. En fin, que menos ínfulas, menos cabreos sordos, menos nombramientos a dedo, menos vetos, menos desplantes a Israel, menos sumisión con Marruecos y más política de Estado es lo que nos hace falta, señor ministro don José Manuel Albares. Así, a la conquista de América, parece evidente que no vamos bien.
|