MADRID, 6 (OTR/PRESS) También en la Universidad hay tontos, como los hay en cualquier agrupación de seres humanos, sean las asociaciones de la Prensa, las orquestas sinfónicas, los consejos de Administración o las cofradías de Semana Santa. He escrito en el párrafo anterior "seres humanos", porque las Universidades españolas aconsejan que empleemos un lenguaje inclusivo, y sustituyamos el término "hombre" por el de "ser humano". A partir de ahora, pues, la gran película de Sidney Lumet, "Doce hombres sin piedad", la deberemos denominar "Doce seres humanos sin piedad". La novela autobiográfica de Albert Camus, "El primer hombre", pasará a titularse "El primer ser humano". La estupenda novela de Thomas Berger, "Pequeño Gran Hombre", pasará a denominarse con el bonito título de "Pequeño Gran Ser Humano"... Habrá que rectificar la Biblia y, cuando en el Genésis leemos "Y yo, Dios, dije a mi Unigénito, el cual fue conmigo desde el principio: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza, y fue hecho". Habrá que rectificar la palabra de Dios y poner "Hagamos al ser humano". España es el segundo país del mundo en visitantes turísticos; el tercero en calidad de Sanidad y Medicina; el quinto en la edición de títulos de libros; somos el decimoquinto del mundo en riqueza; el trigésimo primero, por número de habitantes, y bajamos al puesto 33 en Producto Interior Bruto. Pero donde alcanzamos la peor nota es en las mejores universidades del mundo, donde la mejor de España está a 164 puestos de la primera. Me imagino que la sensibilidad universitaria no es ajena a sus problemas internos: la endogamia, la deficiente financiación, el asombroso caso de que aumente el número de alumnos en las universidades privadas, cuyo costo por alumno es casi diez veces más alto... La extrañeza de que pueda ser rector un profesor auxiliar y no un catedrático, y la falta de investigaciones... Pero se nota que el porcentaje de tontos que alberga cualquier asociación de seres humanos (no me van a pillar escribiendo "hombres") ha decidido que el gran problema de la universidad no es que vaya muy por detrás detrás del turismo, la industria, la banca y la cultura, sino que hay que empezar a elevar nuestra universidad cuidando el lenguaje inclusivo. A mí se me antoja una melonada espectacular, que decimos en mi tierra aragonesa, pero eso certifica que, si lo más parecido a un tonto de derechas es un tonto de izquierdas, está claro que, como decía Miguel de Unamuno, el tonto universitario, como el pedante, es un tonto estropeado por el conocimiento.
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