MADRID, 26 (OTR/PRESS) La actividad política de esta semana es la prueba inequívoca de cómo la lucha de los partidos, en las instituciones, perjudica seriamente a la ciudadanía. Es decir, se pegan tortazos, pero no en su cara si no en la nuestra. Empecemos por la condonación de la deuda autonómica. Ante la acusación de que el Gobierno se pliega a un nuevo chantaje catalán, las Comunidades del PP votan en contra en el Consejo de Política Territorial de una medida que, en caso de seguir adelante, serían los primeros en acudir a la ventanilla a cobrar. Porque, además de a Cataluña, la condonación alcanza a todas, y Andalucía y Madrid serán de las más beneficiadas. Como no podía ser menos, Puigdemont también se opone alegando que "café para todos" no va con ellos. Y eso porque el acuerdo se ha firmado entre ERC y Moncloa, y aquí los únicos con derecho a chantajear son ellos. Con estos mimbres es difícil, pese al optimismo visceral de la vicepresidenta Montero, que el proyecto salga adelante en el Congreso. Lo más grave es que la condonación permitiría un mucho mejor acceso al crédito y, por tanto, a nuevos ingresos a unas arcas autonómicas que deben pagar la sanidad y la educación públicas. Sigamos con el rechazo en el Congreso a la Ley del Suelo. Como resulta que la habían pactado PSOE y PNV, el PP se opuso. Y también lo hicieron los socios del Ejecutivo, alegando que abría la puerta a la especulación urbanística. Conclusión: miles de ayuntamientos seguirán con sus planes de construcción congelados y la principal preocupación de los jóvenes, la falta de vivienda, sin resolver. Lo peor es que estos rifirrafes en el hemiciclo, que dañan los intereses de la gente, como son la financiación autonómica o la Ley de suelo, son asuntos que deberían estar resueltos hace ya mucho tiempo, si no fuera por la permanente batalla política. En un momento de especial tensión internacional, con un presidente norteamericano desatado, queriendo comprar territorios y países, y con la exigencia inexcusable de aumentar el gasto en defensa ante la "amistad" de Trump y Putin, aquí seguimos debatiendo a tortazos si son galgos o son podencos. El mejor ejemplo, del que los políticos españoles deberían aprender, lo está dando Alemania. Allí el SPD y la CDU van a formar un gobierno de coalición para evitar la llegada al poder de la extrema derecha. ¿Se imaginan al PP y al PSOE haciendo lo mismo?. Pues así nos va.
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