
Cándido Remis, sobrino de Botín, inauguró el restaurante en 1725
Hay negocios que duran una generación. Otros, con suerte, sobreviven a dos, pero, desde luego, pocos pueden presumir de haber servido comidas durante tres siglos sin interrupción y, sin embargo, en el corazón de Madrid se encuentra toda una 'institución' gastronómica que continúa haciéndolo con la misma pasión y en su mítico horno de leña, que ni tan siquiera se apagó durante la pandemia.
Casa Botín, el restaurante más antiguo del mundo, según el 'Guinness World Records', cumple 300 años de actividad ininterrumpida tras sobrevivir a guerras, crisis y revoluciones. Su historia es la de Madrid y la de miles de comensales que han pasado por sus mesas: desde Pérez Galdós y Alberti hasta los internacionales Hemingway, Frank Sinatra o Ava Gardner.
Durante 2025, este mítico establecimiento celebrará su aniversario con un menú '300º aniversario', un libro de firmas y un diploma acreditativo de la participación en el tricentenario que recibirán todos los comensales que se sienten a la mesa en los tres salones del restaurante este año.
"Con este aniversario no solo se celebra el legado del restaurante, sino la ilusión con la que queremos seguir atendiendo a todos los comensales de este mundo", han trasladado sus propietarios, José y Antonio González.
Y ENTONCES... LLEGÓ HEMINGWAY
Cuando la familia González tomó las riendas del restaurante, en 1920, Botín era un negocio de subsistencia, regentado hasta el momento por los sucesores de Botín. "Servíamos a la gente del barrio y a los viajeros de autobús", recuerda el propietario. Pero todo cambió en los años 60, cuando el turismo empezó a mirar hacia España y, sobre todo, cuando llegó Hemingway.
El escritor estadounidense no solo fue cliente, sino que convirtió a Botín en uno de sus escenarios literarios, en concreto, en la novela 'Fiesta', cuya escena final transcurre en el comedor de este mítico restaurante madrileño. "A partir de ahí, otros escritores siguieron sus pasos y la resonancia literaria fue imparable", traslada Antonio González a Europa Press.
Han sido numerosas las personalidades que han pasado por Botín, aunque la dirección del restaurante prefiere ser discreta con quién se sienta a comer en sus mesas. "No menciono a la gente célebre que nos visita por la política de la casa de mantener la privacidad de la gente y no utilizar su fama en nuestro beneficio, siempre menciono a los escritores, eso sí, porque ellos nos han incluido en sus obras", ha explicado González.
Sin embargo, como en todas las familias, hay ocasiones en que las normas se tambalean y, gracias a eso, apunta, hoy tienen un álbum repleto de fotografías --también en blanco y negro-- del 'famoseo' que ha degustado la comida tradicional de la casa.
UN HORNO CON 300 AÑOS DE HISTORIA
Si hay todo un símbolo en Casa Botín, sin duda es su horno de leña de encina, que le aporta "personalidad gastronómica" al restaurante. "Es el mismo desde 1725, nunca se ha apagado", explica Antonio. "Ni siquiera durante la pandemia, cuando el restaurante cerró sus puertas", destaca.
En su interior y a fuego lento, se encuentra uno de sus platos estrella: el cochinillo asado. Procedente de Ávila y Segovia, criado durante tres semanas y cocinado con la receta original de Emilio González, el abuelo de los actuales dueños, que aseguran que el 40% de las comandas lo incluyen y que de media sirven en torno a 60 y 80 cochinillos al día. "Sin cochinillo, Botín no sería Botín", afirman.
Pero la esencia del restaurante va más allá de la cocina. Su historia habita en cada azulejo, en cada viga y también en sus entrincadas escaleras de madera. Sorprende que en un lugar con tres siglos de vida se encuentre un espacio todavía más antiguo: su bodega data del siglo XVI, que existía antes que el propio local, cuando su actividad era el de una posada.
Entre los platos de su carta, además del cochinillo, triunfan el cordero, los callos a la madrileña o la sopa castellana, algunos de sus platos más tradicionales. También es posible degustar las manitas de cochinillo rebozadas o jamón ibérico de bellota. Entre los postres, sin duda el emblema de la casa es la tarta Botín.
LA RELACIÓN EMOCIONAL DEL NEGOCIO
A la pregunta de Europa Press de cómo se mantiene un negocio durante 300 años, Antonio lo tiene claro; "No mirando las estadísticas, si lo hubiéramos hecho, quizá no estaríamos aquí", bromea.
"Nuestro secreto quizás sea que nuestra relación con el restaurante, con esta empresa, no es una relación comercial o profesional, es una relación emocional. Entonces nosotros tenemos un vínculo con Botín, que es como el que se tiene con un ser querido. Un día le amas, otro día le odias, pero no puedes vivir sin él", subraya el propietario.
Pero sin duda, una de las claves del éxito que han compartido los propietarios de este legendario restaurante es su personal. "El principal activo de una empresa es el personal y sabemos que con ellos seguiremos unos cuantos añitos más", han expresado. En la actualidad, Casa Botín da trabajo a en torno un centenar de personas.
CON LA VISTA PUESTA EN EL FUTURO
Ni una, ni dos ni tres, Casa Botín ya cuenta con cuatro generaciones de la familia González que trabajan para que el restaurante siga abriendo sus puertas a nuevos comensales. En esta generación se encuentra Eduardo López, sobrino de los hermanos González, que se encarga del departamento de ventas del local y de buscar productos de la mejor calidad para las elaboraciones.
"Es un orgullo, un privilegio y un honor poder contribuir al trabajo que han hecho aquí mis tíos, mis abuelos y mis antepasados. La idea que tengo es tratar de acercarnos todo el restaurante a la gastronomía tradicional española al público más joven, porque al final nuestra gastronomía no son elaboraciones muy complejas, simplemente dejamos que el producto hable por sí mismo", ha destacado.
Precisamente, uno de los retos a los que se enfrenta el restaurante es el de atraer a los más jóvenes. Para ello, como parte de su 300º aniversario, el establecimiento contará con una nueva imagen de marca, nueva web y promocionará acciones a través de 'influencers' en sus redes sociales que buscarán acercar Botín a estos públicos. "Siempre manteniendo la gastronomía tradicional y el trabajo bien hecho que han conseguido hacer aquí", subraya.
"Creo que es algo que vale la pena poner en valor entre el público más joven y no solamente a nivel internacional, sino también nacional. Hay mucha gente que se sorprende de la calidad cuando viene o que incluso no conoce Botín, pese a llevar 300 años aquí, en el mismo sitio", ha añadido.
De este modo, desde que Cándido Remis, sobrino de Botín, inauguró el restaurante en 1725, Casa Botín ha sido más que un restaurante, ha sido un testigo privilegiado de la historia de Madrid y un lugar donde el pasado y el presente se sirven con mimo en cada plato. Porque la historia de Casa Botín no se escribe, se cocina a fuego lento con la vista puesta en el relevo generacional y en su 400º aniversario.
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