MADRID, 29 (OTR/PRESS)El futbolista Dani Alves ha sido absuelto del delito de violación porque el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña considera que la sentencia se basó en el testimonio de la víctima y este no tiene la suficiente consistencia. Además, porque alega que, en la grabación previa, se la ve bailando y bebiendo copas tranquilamente en un reservado con el acusado. La primera pregunta que se viene a la mente es: ¿para que sirve la ley del solo sí es sí? Se suponía que el testimonio de las víctimas iba a ser clave en los casos de violación y depende, entre otras cosas, de que la agredida demuestre con heridas y magulladuras su resistencia, o de que exista un vídeo que grave la ignominia. Pero cuidado, en el citado vídeo no puede aparecer en el momento de la penetración ningún gesto de asco o dolor que pueda ser confundido con una sonrisa porque entonces es que si quería. Dice el TSJC, que ha aplicado a rajatabla la norma de la presunción de inocencia a favor de Alves, pese a sus muchas versiones contradictorias de lo ocurrido, que las pruebas dactilares de la muchacha en la tapa de la cisterna del WC, donde ocurrieron los hechos, y el rastro de semen en su boca no fue analizado con el rigor preciso para convertirse en prueba de cargo. Luego seguimos donde estábamos. La famosa ley de Podemos ha hecho más mal que bien. Es decir, ante una violación o cualquier otra agresión sexual, procura tener una cámara de vídeo cerca y, en caso contrario, defiéndete con uñas y dientes para dejar en tu agresor las heridas que le imputen y que demuestren que tu defendiste tu honra. Que aliviado debe sentirse Iñigo Errejón ante esta sentencia. Después de defender la ley de sus colegas con ardor, su inconsistencia le va a beneficiar en sus problemas con la Justicia. Cosas veredes... Es verdad que todavía queda la instancia del Supremo, pero sería comprensible que la víctima, que ya pasó por el trance de contar ante un tribunal la humillación de los hechos, no quiera volver a pasar por ello. Pero, entendiendo su dolor, la absolución va a llevar aparejado que el Estado deba devolver al futbolista el millón de euros que puso de fianza, el resarcimiento por todo el dinero que dejó de ingresar en los catorce meses de prisión preventiva, y una indemnización por cada día que pasó en la cárcel. Con estos mimbres y la reducción de las condenas que supuso la entrada en vigor de ley, se demuestra la inutilidad de una norma que se convirtió en el emblema de la gestión de la formación morada en Moncloa. Además, lamentablemente, sólo ha conseguido que las mujeres tengan todavía más dudas y miedo de denunciar una agresión sexual.
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