MADRID, 27 (OTR/PRESS)Lo peor que le puede pasar a un país es estar instalado en la provisionalidad y en la improvisación porque eso significa que ni los que gobiernan saben lo que van a hacer al día siguiente, o lo que les van a dejar hacer los que les sostienen, ni los gobernados saben lo que les va a caer encima en razón a los caprichos, a la debilidad y a la dependencia del presidente y su Gobierno. El lastre de este Gobierno y de su presidente no sólo es excesivo sino que crece cada día. Un presidente que elude acudir al funeral del Papa Francisco donde, además de despedir a uno de los pocos líderes honestos de este momento, se ha hablado del futuro del mundo. Tampoco estuvo en la entrega del Premio Cervantes porque la cultura le importa más bien poco y porque en ambos casos, el protagonismo iba a ser de los Reyes y eso no se lo puede permitir quien cree que el verdadero jefe del Estado es él. Y que no sale a la calle, si no es con barreras de protección, porque le ofenden los abucheos y las críticas de ciudadanos cada vez más descontentos y decepcionados. Un presidente incapaz de presentar y aprobar unos Presupuestos que, a pesar de todo, maneja los dineros de todos como si fueran suyos, incrementando la presión fiscal y derivando partidas presupuestarias sin control a gastos de defensa sin dar cuentas al Parlamento ni informar, siquiera, y debatirlo con sus ministros porque, con toda seguridad, ni en el Congreso de los Diputados ni en el Consejo de Ministros encontraría los apoyos necesarios para aprobar ese cambio radical de política. Se puede gobernar sin el Legislativo y sin el Gobierno, lo está demostrando. Pero eso no es democracia. Un presidente que mantiene sus pactos de Gobierno con una extrema izquierda ineficiente, peleada y dividida pero pegada con cola a los asientos del Consejo de Ministros, que apoya a Putin frente a Occidente y se traga las decisiones "militaristas" del presidente porque no hacerlo significaría dejar los privilegios de estar en el Gobierno y ser algo. Y con unos socios de Gobierno que presumen de no ser España, de haber echado a la Guardia Civil de sus territorios, de haber reducido a mínimos el papel del Estado en sus comunidades y que disfrutan con la debilidad del Gobierno. Cuanto más débil, más posibilidades de chantajearlo. Un presidente cercado judicialmente por algunas de sus acciones, con su esposa investigada, con su hermano investigado, con "su" fiscal general investigado, con su ex número 2 en el partido y ex ministro depredador investigado y casi liquidado y con graves sospechas de que la corrupción -esa que él vino a borrar- esté estructuralmente instalada en alguno de sus Ministerios. Un presidente sin programa, sin proyectos, sin Gobierno, sin socios fiables - entre otras cosas porque él tampoco lo es-, cercado por la corrupción de los suyos, en permanente improvisación al que lo único que le importa es su propia imagen. No hay peor tiranía que la que se ejerce caprichosamente a la sombra de las leyes y montado en la provisionalidad. ¿Cuánto tiempo puede aguantar así?
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