 Coches casi parados, personas a pie para llegar a casa y quejas ciudadanas: "La ley de Murphy, justo el día que menos batería tengo"
El desconcierto y el caos se ha propagado este lunes entre los ciudadanos de Madrid que han salido a las calles tras el apagón masivo que ha afectado a prácticamente todo el país, después de que aproximadamente a las 12.30 horas se haya interrumpido la red eléctrica y todas las comunicaciones.
A los pocos minutos del corte, multitud de ciudadanos han salido a la calle para comprobar si la interrupción eléctrica fallaba solo en sus edificios o era algo generalizado. Ha sido ahí cuando han comprobado que se había registrado un apagón que afectaba no solo a otros edificios, semáforos o ascensores, sino también a las redes telefónicas e internet.
Los mensajes por aplicaciones de mensajería instantánea como WhatsApp han llegado a cuenta gotas. Algunos han podido comprobar por esa vía, al no poder contactar con familiares, amigos o compañeros, que el corte afectaba también a otras provincias y que podía tratarse de un apagón a escala nacional.
Las radios con pilas, que se han agotado en muchas tiendas apenas pasada una hora desde el apagón, han sido otra de las fuentes de información durante la crisis y el medio por el que multitud de ciudadanos han conocido que se trataba de un problema que ha afectado también a otros países de nuestro entorno como Portugal o Francia.
TRÁFICO COLAPSADO EN EL CENTRO DE MADRID
Dado que el Metro y Cercanías han dejado de funcionar y los autobuses urbanos estaban inmersos en grandes atascos, los madrileños han optado por emprender el camino a casa a pie. Además, se han desplegado agentes de movilidad para regular el tráfico en vista de que el apagón ha dejado sin servicio los semáforos de la capital.
En la céntrica Plaza de Colón, solo un agente de movilidad se ocupaba de abrir y cortar el paso a los vehículos en este punto neurálgico para el tráfico de la capital, por lo que la circulación se ha vuelto muy lenta, prácticamente inexistente, tanto hacia el Paseo de la Castellana como Paseo de Recoletos abajo.
En órganos judiciales como el Tribunal Supremo y la Audiencia Nacional el personal ha desalojado ante la falta de electricidad, por lo que las calles lucían repletas de viandantes. Lo mismo ha ocurrido en los edificios de oficinas ubicados en el Paseo de la Castellena.
En la zona de Alonso Martínez se apreciaban colas de personas para retirar dinero en efectivo de algunos cajeros electrónicos que durante un rato funcionaron. También se registraban colas en cafeterías y tiendas de alimentación, aunque han tenido que avisar a sus clientes de que solo aceptaban pagos en metálico, dado que no les funcionaban los datáfonos.
"JUSTO EL DÍA QUE MENOS BATERÍA TENGO"
"La ley de Murphy, justo el día que menos batería tengo", ha exclamado una ciudadana que andaba por el Paseo de la Castellana hacia Cibeles, y que ironizaba con lo oportuno que había sido el apagón que ha afectado a la red eléctrica y a las telecomunicaciones.
Ella, como miles de personas, bajaba por una de las arterias principales de la capital de España y por la que confluían en riada trabajadores, niños que salían de la escuela, o incluso turistas que habían llegado desde la vecina estación de tren de Chamartín, todo ante el caos que se había generado en el tráfico, absolutamente colapsado.
Una farmacia del centro comercial de Nuevos Ministerios continuaba funcionando sobre las tres de la tarde gracias a un generador de emergencia que da energía a varias plantas del edificio en el que se encuentra El Corte Inglés, sin luz en la mayoría de pasillos. El boticario ha afirmado que continuaban en marcha el robot del almacén y el sistema interno, lo que le permitía seguir con normalidad. Los clientes podían pagar con tarjeta, aunque la farmacia había quedado vacía durante las primeras horas del apagón.
Dentro del supermercado, una empleada ha asegurado que había entrado a trabajar una hora antes de lo previsto porque muchos compañeros no habían podido llegar por la interrupción del transporte público, mientras los vigilantes de seguridad alumbraban con linternas a las neveras con comida fresca y los clientes compraban con normalidad alimentos básicos como agua, pan, conservas, papel higiénico o velas.
Tres trabajadores de una obra a la altura del estadio Santiago Bernabéu permanecían a la espera, sentados en el césped. "Hemos parado para comer y estamos esperando a que nos digan algo", ha dicho uno de ellos, que también ha apuntado que mucha de la maquinaria que utilizan puede seguir siendo usada mientras les quede batería.
Y a las puertas de una sucursal bancaria, por su parte, varios trabajadores aguardaban resignados y no sabían muy bien qué hacer, más allá de esperar a que la luz se restableciera. El cajero había dejado de funcionar al inicio del apagón. "¿Quién está preparado para esto?", se ha preguntado uno de ellos.
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