MADRID, 27 (SERVIMEDIA) El periodista y escritor Abel Hernández, que acaba de publicar 'Secretos de la Transición', asegura que "al Rey nunca se le pasó por la cabeza romper la legalidad constitucional" y que "huía como de la peste de la posibilidad de apoyarse en los militares". En una entrevista con Servimedia, Hernández dijo que no quería "entrar en polémicas" con Pilar Urbano, que también acaba de publicar un libro sobre el supuesto papel del Rey en la dimisión del expresidente del Gobierno Adolfo Suárez y el golpe del 23-F. Sin embargo, matizó que es "un disparate" decir que don Juan Carlos llegó a promover el golpe de Estado. Hernández comentó que Urbano no asistió a la presentación de su libro el pasado jueves aunque le aseguró que acudiría, pero que "estuvo presente sin estar presente" en la misma debido a la polémica que ha suscitado su obra 'La gran desmemoria'. DIFERENCIA CON PILAR URBANO "Mi diferencia con Pilar Urbano esque sí es verdad que se cometieron muchas imprudencias, pero de ahí a dar el salto a que el Rey fue un golpista, no", sintetizó, reconociendo a aquélla mucha "información cierta" pero reprochándole que saque de ella "consecuencias innecesarias y escandalosas". Este autor se niega a contribuir a lo que le parece una campaña para forzar al Rey a la abdicación, una decisión que le compete exclusivamente a él y que tomará, o no, cuando crea conveniente. "Era partidario de la democracia y eso lo tenía muy claro", aseveró. "Aparte de sus fallos personales, el Rey nunca ha quebrantado la línea constitucional, y de hecho renunció voluntariamente a los poderes que podía tener como heredero de Franco. El Rey se gana el sueldo y se lo sigue ganando". Hernández considera que el Rey, el 23-F, "trabajó a calzón quitado para parar el golpe y lo paró", echando la bronca al general Milans del Bosch y mostrando su oposición en las sucesivas llamadas a los cuarteles, mientras toda la familia aguardaba en La Zarzuela temerosa de que llegaran los tanques. ARGUMENTOS DE LOS GOLPISTAS Por eso, le sorprende que algunos utilicen ahora los mismos argumentos de los golpistas: que tenían al Rey detrás. "Menos mal que salió el vídeo [del mensaje televisado]. Si no, ahora se diría que no hubo golpe ni nada". Para Hernández, el equívoco es que, en efecto, al Rey, después de que muchos sectores civiles y militares le "calentaran la cabeza" diciendo que la situación en 1980 era insostenible, llegó a mostrar "cierta aceptación" de la posibilidad de un gobierno de concentración, pero siempre dentro del orden constitucional. Y también pensó que Suárez tenía que cambiar su forma de actuar en esos meses. Hernández admite que el expresidente llevaba tiempo meditando la dimisión, como sugieren algunos documentos divulgados por Adolfo Suárez Illana que contradicen algunas de las tesis de Urbano. No obstante, sostiene que la decisión final la tomó por la visita de un grupo de militares al Palacio de La Zarzuela el 24 de enero de 1981, obligando al Rey a regresar apresuradamente de una cacería en la sierra de Cazorla (Jaén). A ellos se refería el expresidente cuando anunció su decisión diciendo que no quería que la democracia volviera a ser "un paréntesis" en la historia de España. Entre los militares, el autor de 'Secretos de la Transición" estima que el general Armada desempeñó "un papel extraño". En el juicio del 23-F, recordó, todos los responsables se remitieron a su autoridad pero él dijo que no, y pasó aislado casi todos esos meses. "Quiso salvar al Rey sin contar con el Rey, pero sí que aspiró a ser presidente del Gobierno de concentración, sí que maniobró", opina Hernández. "Creo que fue cómplice del golpe y creyó que se atraería al Rey. Se pasó de listo". Para el periodista, ya se conoce prácticamente todo en relación al 23-F. Sólo faltaría descubrir cuántos políticos se avinieron a la solución del Gobierno de salvación nacional y, más tarde, cuándo comienzan los problemas de salud de Suárez. Según Hernández, fue precisamente cuando el expresidente comenzó a darse cuenta de que perdía memoria cuando renunció al CDS y se recuperó la relación de cariño personal con el Rey.
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