MADRID, 03 (SERVIMEDIA)
La alta mar es muy apreciada por las aves marinas, que dedican cerca del 40% de su ciclo vital más allá de la vista de tierra firme, en aguas internacionales.
Así se señala en un estudio publicado este miércoles en la revista ‘Science Advances’ y en el que colaboró SEO/BirdLife. Por ello, expertos en medio ambiente abogan porque el ‘mar de nadie’ tenga una regulación internacional exigente para conservar la biodiversidad. No en vano, las marinas están entre las aves más amenazadas del planeta, especialmente las más pelágicas -que más se alejan de la costa y hacen del mar abierto su verdadero territorio, como las procelariformes (albatros, pardelas y petreles).
El océano situado más allá de las 200 millas marinas (370 kilómetros) de las costas de un país se considera aguas internacionales (es decir, la alta mar) y se comparte globalmente. No existe una legislación suprema que salvaguarde su biodiversidad ni su papel vital en la prestación de servicios, como la generación de oxígeno y la regulación del clima.
No obstante, los 193 Estados miembros de Naciones Unidas iniciaron en 2018 una ronda de negociaciones para pactar un nuevo Tratado Global de los Océanos que proteja la vida en alta mar o aguas internacionales, con lo que se cerraría así una de las brechas jurídicas más importantes en materia ambiental.
La Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (Convemar), calificada como la ‘Constitución de los océanos’, fue aprobada en 1982, pero no incluye la biodiversidad marina en las áreas situadas fuera de la jurisdicción de nacional de los países, de manera que casi dos tercios de las aguas oceánicas están desprotegidas.
El estudio publicado en ‘Science Advances’ analizó los movimientos en el mar de 5.775 aves de 39 especies distintas, entre albatros, petreles y pardelas de tamaño grande, marcadas en 87 enclaves de cría repartidos entre 17 países por de todo el planeta. Y concluye que estos pájaros pasan un 40% de su vida en alta mar.
SEO/BirdLife facilitó datos para las pardelas cenicientas mediterránea y atlántica, las únicas aves procelariformes de tamaño grande que crían en España.
“No vale con atender a las amenazas de estas aves a nivel local, en sus colonias de cría o incluso en las aguas territoriales de los países en los que se reproducen”, apunta Pep Arcos, coordinador del Programa Marino de SEO/BirdLife y uno de los autores del artículo.
Arcos subraya que “estas aves pelágicas suelen viajar miles de kilómetros con gran facilidad y van mucho más allá de las fronteras marcadas por el ser humano, desplazándose a terceros países y a aguas internacionales”. “Por ello, hay que actuar de forma coordinada a nivel global. Y lo mismo que ocurre con las aves, es aplicable a muchos otros organismos marinos, como cetáceos y pinnípedos, tortugas y grandes peces pelágicos”, apunta.
AMENAZAS
La coordinadora de investigación marina de BirdLife International, Maria Dias, indica que “la menor regulación y control en aguas internacionales -también llamadas ‘aguas de nadie’- hacen a estas aves particularmente vulnerables a las actividades que se puedan llevar a cabo en ellas”.
Dias menciona la pesca como amenaza para estas aves, ya que las procelariformes son muy sensibles a la captura accidental en distintas artes pesqueras.
Además, la creciente demanda de recursos y su agotamiento en tierra firme y aguas costeras, ligada a las mejoras tecnológicas, amenazan con el desarrollo de actividades de elevado impacto en aguas internacionales, como la minería de aguas profundas o la extracción de hidrocarburos.
“Nuestro estudio muestra inequívocamente que los albatros y los grandes petreles necesitan una firme protección que vaya más allá de las fronteras de cualquier país en particular”, señala Martin Beal, autor principal del trabajo, que agrega que un Tratado Global de los Océanos supondría “una enorme oportunidad para que los distintos países se comprometan a proteger a las especies allá donde estas lleguen en sus merodeos”.
El artículo fue impulsado por BirdLife International y el Centro de Ciencias del Mar y del Ambiente (Mare), del Instituto Universitario de Lisboa (Portugal), con el investigador Martin Beal. Cuenta con representación de investigadores de 16 países, varios de ellos españoles y pertenecientes al Instituto de Investigación de la Biodiversidad (IRBio), el Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (Imedea), el Centro de Estudios Avanzados de Blanes (CEAB), la Estación Biológica de Doñana (EBD) y SEO/BirdLife.
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