MADRID, 15 (SERVIMEDIA)
El Consejo General de Economistas (CGE) y la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) alertaron este jueves de los bajos niveles de productividad de España en comparación con la Unión Europea y pusieron el foco en la formación de los trabajadores, la necesidad de inversión empresarial y la digitalización.
Así lo reflejaron en la jornada ‘La productividad en España: evolución pasada y futura y su importancia en el desarrollo económico’. El encuentro lo presentó el presidente del CGE, Valentín Pich, y el director de Fedea, Ángel de la Fuente. Intervinieron el investigador asociado de Fedea Javier Ferri, el exsecretario de Estado de Empleo Juan Pablo Riesgo y el director técnico del informe de Competitividad Regional del CGE, José Carlos Sánchez.
Ferri relacionó los bajos niveles de productividad españoles con el capital humano y la generación de ideas, con lo que defendió que “nuestro problema con la productividad es transversal y está arraigado en nuestra propia estructura social y económica”. Afirmó que “nuestra población activa todavía tiene niveles de educación formal inferiores a la media europea y, aunque la tasa de población que termina completando estudios universitarios ha aumentado, las competencias de los estudiantes han acumulado una substancial caída con respecto a la media de la eurozona en los últimos veinte años”.
“Ni la formación bruta de capital, que se ha desplomado en las últimas dos décadas con respecto a la media europea, ni la tasa de inversión en I+D sobre PIB, que viene fluctuando alrededor del 60% de la europea, muestran signos de poder revertir la situación, sino que probablemente empujen en la dirección contraria”, avisó. El investigador de Fedea insistió en que “no es un problema de cambiar el modelo productivo”, ya que “el discurso de que sesgando más la producción hacia la industria y menos hacia los servicios nos haríamos más productivos no se sostiene”.
Para aumentar la productividad en España, Ferri propuso un “cambio de paradigma social” en el que se consensuen “reformas educativas sensatas” y se potencia “el talento. “Hay que compensar el mérito”, dijo, con “escuelas infantiles de calidad” a pesar de la “inercia que tienen los malos resultados” escolares y el “factor negativo que puede venir del sustrato familiar”.
En cuanto a la digitalización, arguyó que es un factor “capaz de provocar un aumento muy grande de la productividad”, aunque “puede provocar brechas si los países no son capaces de aprovechar los beneficios que conlleva”.
Por su parte, Riesgo se centró en la repercusión de la baja productividad en el mercado de trabajo y destacó que “trabajar sobre la productividad tiene beneficios infinitos” y “tiene un peso muy importante el impulso de la innovación”. Así, lamentó el “letargo y la anemia de la evolución de la inversión” en el PIB, que “podría tener efectos futuros en la productividad”.
Así, apostó por el “fomento del crecimiento empresarial” y la revisión de los “umbrales regulatorios que desincentivan el crecimiento empresarial”. En esa línea, puso el foco en “impulsar el nivel de empleo de nuestro país”, así como “una agenda por el talento y el capital humano” a través de un “marco de relaciones laborales flexible y seguro que reduzca la dualidad efectiva”.
Más allá del marco de las relaciones laborales, propuso un “modelo de intermediación y formación profesional para el empleo moderno, digitalizado y eficaz, y un marco de protección social y de desempleo que aporte recursos suficientes e incentive la transición al empleo”. Asimismo, instó a “facilitar la incorporación de talento extranjero”.
DIFERENCIAS ENTRE REGIONES
Sánchez resaltó la situación de las comunidades autónomas y afirmó que las diferencias de productividad son “muy abultadas” entre regiones. “Los niveles de productividad de las comunidades evidencian importantes desigualdades, así como una considerable brecha respecto al promedio europeo, sin que se observen muestras claras de acercamiento en las últimas dos décadas”, sostuvo.
Igualmente, manifestó que “tampoco se constata un significativo proceso de convergencia” entre las autonomías. Profundizando en las razones que pueden explicar estas diferencias, “se observa que factores como la intensidad innovadora, el tamaño de las empresas, el nivel formativo de los trabajadores, la estructura productiva o la calidad del empleo guardan un estrecho vínculo con la productividad real y que sus valores difieren considerablemente entre regiones”, apuntó. En ese sentido, pidió a las regiones “hacer un esfuerzo en la formación de sus trabajadores”.
Un gráfico mostrado en la sesión recogía que País Vasco, Madrid y Navarra son las comunidades que presentan una mayor productividad, seguida de Cataluña, La Rioja y Baleares, que también están por encima de la media española. Por el contrario, Castilla-La Mancha, Andalucía, Canarias, Murcia y Extremadura, en ese orden, ofrecen los peores niveles.
Respecto a la brecha con la Unión Europea, el miembro del CGE señaló que España presenta un comportamiento “contracíclico” porque “nuestra productividad crece en las fases de recesión y empeora o se mantiene en las fases de recuperación”. A su juicio, esto provoca que “perdemos posiciones y seguimos alejándonos del conjunto” europeo, debido a que “sólo las crisis nos llevan a aproximarnos” a la media comunitaria.
De cara a la mejora de la productividad española, aseveró que “no hay una receta mágica” y se centró en el “refuerzo de la investigación y el desarrollo tecnológico como aspectos relevantes”. Defendió la “reorientación productiva hacia sectores de mayor intensidad tecnológica” y también apostó por el refuerzo en las titulaciones relacionadas con ciencia y tecnología, junto con el desarrollo de programas de formación dentro de las empresas.
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