MADRID, 20 (SERVIMEDIA)
La desigualdad está generalizada a lo largo de la historia de la humanidad, pero no es inevitable ni se expresa con el mismo grado en todo momento y lugar.
Esa es la principal conclusión de un análisis liderado por arqueólogos del Museo Field de Chicago (Estados Unidos) a partir del tamaño de unas 50.000 casas antiguas en más de 1.000 lugares de todo el mundo durante los últimos 10.000 años.
El estudio, publicado en la revista 'PNAS', señala que la brecha entre ricos y pobres es drástica en la actualidad y sigue en aumento, pero la desigualdad no es nada nuevo.
"Este artículo forma parte de un estudio más amplio en el que se analizaron más de 50.000 viviendas para utilizar las diferencias en el tamaño de las viviendas como métrica de la desigualdad de la riqueza a lo largo del tiempo, en seis continentes", apunta Gary Feinman, del Museo Field de Chicago y autor principal del artículo.
Feinman añade: "Se trata de un conjunto de datos sin precedentes en arqueología, que nos permite observar empírica y sistemáticamente los patrones de desigualdad a lo largo del tiempo".
El artículo profundiza en una comparación del grado de desigualdad en diferentes localidades (principalmente arqueológicas) para comprender cómo cambiaron las cosas con el tiempo.
"Si bien no existe una secuencia unilineal de cambio en la desigualdad de la riqueza a lo largo del tiempo, existen patrones y tendencias interpretables que atraviesan el tiempo y el espacio. Lo que observamos no es solo ruido ni caos", afirma Feinman.
IDEAS ARRAIGADAS
La variación que encontraron los investigadores desafía las ideas arraigadas a lo largo de la historia y las ciencias sociales, según las cuales se puede recurrir a la antigua Grecia y Roma, o la historia medieval de Europa, como representaciones generalizadas del pasado de la humanidad.
"Hay muchas cosas que se han asumido durante siglos; por ejemplo, que la desigualdad aumenta inevitablemente", indica Feinman, quien añade: "El pensamiento tradicional espera que, una vez que se formen sociedades más grandes con líderes formales, o una vez que se implemente la agricultura, la desigualdad aumentará considerablemente".
Feinman subraya: "Estas ideas se han mantenido durante cientos de años y lo que descubrimos es que es más complejo que eso: los altos grados de desigualdad no son inevitables en las sociedades grandes. Hay factores que pueden facilitar su aparición o aumentar significativamente, pero estos factores pueden ser estabilizados o modificados por diferentes decisiones e instituciones humanas".
Este investigador recalca que "la variabilidad en el tamaño de las casas puede no ser la magnitud total de las diferencias de riqueza, pero es un indicador consistente del grado de desigualdad económica que puede aplicarse a lo largo del tiempo y el espacio".
COEFICIENTE DE GINI
Para cuantificar y comparar la desigualdad económica en diferentes lugares y en momentos históricos, los investigadores utilizaron la distribución variable del tamaño de las viviendas en más de 1.000 asentamientos para calcular el coeficiente de Gini de cada sitio.
Los investigares realizaron análisis estadísticos que examinaron la relación entre el grado de desigualdad en una sociedad y su complejidad política.
El coeficiente de Gini es una métrica comúnmente empleada para evaluar la desigualdad, cuyo rango oscila entre 0 (igualdad absoluta) y 1 (máxima desigualdad). Los coeficientes de cada localidad se compararon a lo largo del tiempo y el espacio para examinar las tendencias de la desigualdad y evaluar su variación en relación con la población, la organización política y otros posibles factores causales.
Los investigadores analizaron estas tendencias en los valores de Gini en el contexto del tamaño de los sitios comparados y la complejidad de la estructura jerárquica de gobernanza. Descubrieron que, si bien la población ha aumentado con el paso de los años, la desigualdad no siempre ha aumentado de forma uniforme.
"La medida de desigualdad que encontramos en estos sitios es bastante variable, lo que sugiere que no existe un patrón homogéneo", indica Feinman. En otras palabras, contrariamente al pensamiento académico tradicional, no existe una explicación universal de por qué las sociedades se vuelven económicamente desiguales.
Feinman señala: "Si la desigualdad no es inevitable cuando las poblaciones humanas aumentan y las estructuras gubernamentales se vuelven más jerárquicas, entonces existen diversas implicaciones para nuestra perspectiva del presente y del pasado".
"La opinión, frecuentemente expresada, de que ciertas condiciones o factores económicos, demográficos o tecnológicos hacen inevitables las grandes disparidades de riqueza simplemente no se sustenta en nuestro pasado global", concluye.
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