MADRID, 21 (SERVIMEDIA)
El comisario de la Policía Nacional Emilio de la Calle se acogió este lunes a su derecho a no declarar ante el juez de instrucción número 1 de la Audiencia Nacional, Francisco de Jorge, que le había citado como investigado por un presunto delito de acoso a una subordinada. La Fiscalía solicitó una orden de alejamiento de 500 metros respecto a la denunciante, así como la prohibición de comunicarse con ella por cualquier medio.
De la Calle fue cesado en sus funciones como consejero de Interior de la Embajada de España en India y quedó suspendido de empleo y sueldo. Comparció este lunes en calidad de querellado por delitos de acoso sexual y laboral, lesiones, amenazas, agresión sexual y contra la intimidad de una subinspectora.
Su defensa solicitó al magistrado la suspensión de la declaración alegando que no había dispuesto del tiempo suficiente para conocer los hechos que se le atribuyen. Además, esgrimió la "situación psicológica muy precaria" de su defendido.
El asunto se investiga en la Audiencia Nacional, que es el tribunal competente para el conocimiento de los delitos cometidos por españoles fuera del territorio nacional o cuando sean perpetrados por funcionarios públicos españoles en el ejercicio de sus funciones.
El origen de la instrucción es la querella presentada por una subinspectora, que trabajaba a las órdenes del comisario en la legación diplomática en Nueva Delhi. El superior jerárquico está investigado por presuntos delitos de acoso laboral, agresión sexual, delito contra la intimidad, amenazas y delito continuado de lesiones.
La defensa del comisario Emilio de la Calle solicitó suspender su comparecencia alegando su "precaria situación psicológica" y la necesidad de tiempo para analizar en profundidad las grabaciones obrantes en la causa. No obstante, el magistrado rechazó el aplazamiento al considerar que "la defensa ha contado con tiempo suficiente para instruirse de la querella".
Los dos compartían despacho en la Embajada española de India desde el 30 de julio de 2024. El comisario habría ejercido, según la denunciante, un "control sistemático sobre la vida privada" de su subordinada, sirviéndose de que en ese despacho solo trabajaban ellos dos y gracias a la "sensación de impunidad" que le otorgaba "su posición jerárquica".
El comisario habría llegado a controlar sus movimiento y relaciones, llegando a prohibir a la subinspectora frecuentar a determinadas personas por considerarlas "peligrosas" y le hacía peticiones de contenido sexual, como que usara "un Satisfyer" (juguete sexual femenino).
En el terreno laboral, la denunciante relató actos de "hostigamiento y humillación constantes", mensajes y llamadas fuera del horario laboral y exigencia de disponibilidad absoluta. Además, la subinspectora denunció insultos frecuentes, que incluso llegaron a la violencia física, que en una ocasión llegaron a provocar la intervención del cónsul húngaro durante una fiesta en la embajada.
Uno de los episodios más graves recogidos en la querella tuvo lugar en febrero de 2025, cuando la víctima sufrió un desmayo por estrés y la llevaron a su domicilio. "Mientras estaba tumbada en el sofá con náuseas, rebasando todo límite y mientras le acariciaba la mejilla, le dio un beso en la comisura de los labios que ella no consintió".
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