MADRID, 23 (SERVIMEDIA)
Las marcas de mordeduras encontradas en un esqueleto descubierto en un cementerio romano en York (Inglaterra) revelan la primera evidencia arqueológica de un combate de gladiadores entre un humano y un león.
La investigación presenta evidencia esquelética convincente de una víctima humana atacada por un gran animal carnívoro, probablemente en el contexto de un combate durante el Imperio romano.
Fue realizada por un equipo internacional de arqueólogos y osteólogos, dirigido por Tim Thompson, profesor de Antropología de la Universidad de Maynooth (Irlanda), y publicado este miércoles en la revista 'PLOS ONE'.
Aunque han aparecido imágenes de gladiadores mordidos por leones en mosaicos y cerámicas antiguas, esta es la única evidencia esquelética convincente obtenida mediante experimentos forenses en cualquier parte del mundo de marcas de mordeduras producidas por los dientes de un felino grande, como un león.
El hallazgo se centra en un único esqueleto descubierto en uno de los cementerios de gladiadores mejor conservados del mundo (Driffield Terrace, a las afueras de York).
ENTRE 26 Y 35 AÑOS
El esqueleto, de un hombre de entre 26 y 35 años, fue enterrado en una tumba junto a otros dos, recubierto con huesos de caballo. En vida, parece haber sufrido algunos problemas de columna vertebral, posiblemente causados por sobrecarga en la espalda, inflamación de pulmón y muslo, así como desnutrición infantil, de la que se recuperó.
El análisis del esqueleto indica que se trata de un Bestarius, un papel de gladiador desempeñado por voluntarios o esclavos.
Los huesos del individuo presentaban lesiones distintivas que, tras un examen minucioso y su comparación con especímenes zoológicos modernos, se identificaron como marcas de mordeduras de una gran especie de felino.
Las marcas de mordeduras en la pelvis del esqueleto representan la primera confirmación osteológica de la interacción humana con grandes carnívoros en un entorno de combate o entretenimiento en el mundo romano.
"Durante años, nuestra comprensión de los combates de gladiadores romanos y los espectáculos con animales se ha basado en gran medida en textos históricos y representaciones artísticas. Este descubrimiento proporciona la primera evidencia física directa de que tales eventos tuvieron lugar en este período, lo que redefine nuestra percepción de la cultura del entretenimiento romano en la región", apunta Thompson.
La herida de la mordedura de león no sanó y, por lo tanto, es probable que haya sido la causa de su muerte. Se cree que el individuo fue decapitado tras su muerte, lo que parece haber sido un ritual para algunos individuos en la época romana, aunque las razones siguen sin estar claras.
Los investigadores también encontraron evidencia de ritos funerarios inusuales en el lugar del entierro y muertes consistentes con el combate de gladiadores, como individuos particularmente fuertes como resultado del entrenamiento y una alta frecuencia de heridas curadas asociadas con la violencia.
"Las marcas de mordedura probablemente fueron hechas por un león, lo que confirma que los esqueletos enterrados en el cementerio eran gladiadores, en lugar de soldados o esclavos, como se pensó inicialmente, y representan la primera confirmación osteológica de la interacción humana con grandes carnívoros en un entorno de combate o entretenimiento en el mundo romano", indica Malin Holst, profesora en el Departamento de Arqueología de la Universidad de York.
MÁS ALLÁ DEL COLISEO ROMANO
Esta es la última pieza de evidencia del trabajo que comenzó en 2004, cuando se excavaron los primeros esqueletos en ese cementerio romano, que tiene 1.800 años de antigüedad y se ubica a lo largo de la calzada romana que salía de York hacia Tadcaster.
A menudo es de imaginar estos combates en el imponente entorno del Coliseo romano, pero el hallazgo demuestra que estos espectáculos deportivos tenían un gran alcance, mucho más allá del centro de los territorios romanos. Probablemente existió un anfiteatro en la York romana, pero aún no se ha descubierto.
Parece que York celebró espectáculos en la arena de gladiadores hasta el siglo IV d. C., quizás debido al hecho de que había muchos generales y políticos de alto rango que ocupaban cargos en la ciudad, entre ellos Constantino, quien se autoproclamó emperador allí en el año 306 d. C.
La presencia de distinguidos líderes romanos en York habría significado que requerían de una vida social lujosa, por lo que no es una sorpresa ver evidencia de eventos de gladiadores, así como un sitio de entierro tan extenso para ellos.
Los dueños de gladiadores no habrían querido que murieran, eran 'deportistas' caros, no muy diferentes a los futbolistas de hoy. Como tales, querían que ganaran y pudieran luchar de nuevo. Si no sobrevivían, a menudo se les proporcionaban regalos en la muerte para servir en el más allá, lo que es evidente en algunas de las tumbas de Driffield Terrace.
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