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Cristian Iván Da Silva
Cristian Iván da Silva. Colaborador argentino. Profesor de historia egresado del ISFD N°98 de la ciudad de Chascomús. Se encuentra realizando la Maestría en Historia y Memoria e integra el grupo de estudio "Imperio em luta" de la Universidad Pontificia Católica de Minas Gerais, Brasil. Actualmente también escribe y colabora para el Centro de Estudios Estratégicos Internacionales (CEERI GLOBAL). Idiomas: francés y portugués. Instagram: @cristianivandasilva |
Los acontecimientos de la política nacional argentina han puesto a Sergio Massa en una especie de posición de hombre gris. No se trata de una profecía ni mucho menos de designios mesiánicos. Massa es, en definitiva, el hombre que le da identidad al pragmatismo maquiaveliano. Su jugada es, por cierto, arriesgada. Es todo o nada.
A nadie escapa que la ferviente propuesta de dolarizar la economía argentina gana adeptos. Las adhesiones se producen en un contexto de acelerada despolitización delágora de la politica. Emergen nuevamente los amigos de la tecnocracia; misma que décadas anteriores resultó de un clima de guerra fría ante la irrupción de nuevas recetas inspiradas en el consenso de Washington.
Y esto se convirtió en una válvula de seguridad para el gobierno, que solo se deberá concentrar en la comodidad de gobernar (recordemos que el FMI le negó un préstamo a Maduro, los precios del crudo se derrumbaron, ¿Pero China y Rusia no le podrían prestar), y de los gobiernos de la región, que deberán cerrase a la posibilidad de flexibilizar la permeabilidad de las fronteras.
“El Cazador estuvo de acuerdo, pero dijo: «Si deseas ganarle al ciervo, debes permitirme colocar este pedazo de hierro entre tus mandíbulas, para que pueda guiarte con estas riendas, y tambien debes dejarte colocar una silla de montar sobre tu espalda para que pueda mantenerme firme sobre ti mientras seguimos al ciervo. El Caballo aceptó las condiciones, y el Cazador pronto lo montó y lo ató.
“El articulo busca ofrecer un analisis de lo que se considera un liderazgo presidencial objetivo frente a un factor externo de la dinámica política: una pandemia”
Desde luego, no se trata de soslayar, en cuanto a responsabilidad y compromiso refieren, el rol que juegan los medios de comunicación homogéneos o los grandes lobbies de la comunicación, monopolios con amplias bases comerciales, pero también de manipulación, donde se ven servidos de ésta paradoja a diestra y siniestra, porque les es funcional.Pero también cabe una gran responsabilidad personal, cada vez que reproducimos la violencia, cada vez que somos emisores de ella, porque tenemos la amplia ventaja de crearla y difundirla, y los casos son muchos: desde comentarios ofensivos, hasta el ejercicio de una opinocracia sin límites, donde generamos solo divisiones más que concordia, instaladas a propósito muchas veces por perfiles falsos, los denominados trolls, o incluso el simple hecho de compartir un chiste sexista, homofóbico, una cargada machista, etc.Ésta paradoja se construye, pero sobre todo se trabaja a la par que vivimos un mundo que no solo lo hablamos y describimos, sino que también lo intervenimos desde muchos roles.
“Integrar la Nación implica derechos y obligaciones, por lo que ésta co-representación y un frente nacional conjugado no negaría las críticas de las minorías; se debe procurar la idea de una representatividad política compartida, que surja del efecto derrame del ejemplo de nuevos cuadros militantes. Merecería enumeración especial la noción de “Gestión compartida”. Pero esta pequeña premisa ¿no es acaso la receptada y adoptada por los modelos de los países nórdicos que tanto gusta citar? Se trata de confluir primero, para consensuar después”
Los intereses subjetivos inmediatos de las personas guiados por la mano invisible, en un principio, no van a coincidir así no más de una con el interés nacional, pero en la medida que se integren y desarrollen, y se adopte el método para estudiar nuestros problemas y necesidades, dejando de lado el fanatismo o la banalidad ideológica, será evidente que esos intereses individuales se tornaran objetivos. La globalización fue económica, pero ante todo también fue social y la multipolaridad nos obligó con justicia a buscar equilibrios, a procurar diversidad e inclusión, ante todo, jurídica y política.
Alberto Fernández accede a las páginas de la historia, luego de su triunfo rotundo. Un lugar que ni él mismo esperaba. Años de militancia política, años de funciones y responsabilidades, y de la noche a la mañana, el otrora Presidente electo, tiene en sus manos el desafío de encarar una profunda transformación, incluso, la del liderazgo propio.
“Una nube negra se eleva desde el palacio en llamas. El presidente Allende muere en su sitio. Los militares matan de a miles por todo Chile. (…) La señora Pinochet declara que el llanto de las madres redimirá al país” .
La democracia es, ante todo, una forma de organización social, una de tantas. Pero también es la más legítima y necesaria a la hora de plantear los desafíos y de convalidar logros. En efecto, el rasgo sustantivo, en cuanto contenido y calidad, es lo que define a nuestra democracia hoy. En este sentido, no puede ser ajeno a nadie el rol del ciudadano. Incluso el actual rol del ciudadano.
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