Alberto Fernández accede a las páginas de la historia, luego de su triunfo rotundo. Un lugar que ni él mismo esperaba. Años de militancia política, años de funciones y responsabilidades, y de la noche a la mañana, el otrora Presidente electo, tiene en sus manos el desafío de encarar una profunda transformación, incluso, la del liderazgo propio. De la noche a la mañana la historia, de mano de la legitimidad que le da la voluntad popular, le da al próximo Presidente argentino la tarea no solo de afrontar los problemas que hereda de cuatro años de gestión Macrista, sino tambien los que le heredó a su vez Cristina a Macri y que éste no puedo resolver; entre ellos los pobres, los nuevos pobres que deja Macri y que se suman a los que ya había dejado su Vice electa.
Los desafíos son enormes, la importancia de cómo encararlos reviste de aún más importancia. En este sentido, la construcción de un liderazgo que sea efectivo – no en términos de eficiencia – es clave para poder darle a la política argentina, y sus cada vez más débiles elementos republicanos, la estabilidad que puede depositarse en un rumbo de concertación, como esperanzado a priori la revitalización de partidos tradicionales; y es que el liderazgo que afronta Alberto Fernández es esperanzador para un partidismo que se creía muerto, luego de la irrupción marketinizada de un partido de eslóganes como el PRO, y que ubica al sistema de partidos políticos con los elementos que este puede ir tomando de las formas de representación que la ciudadanía misma ha encarado, luego de la “resistencia” al ajuste neo liberal. En este sentido, cobraría importancia poder intentar analizar el rol que puede tener el Radicalismo como partido de masas, pero sería parte de otro analisis.
En efecto, las circunstancias que generaron los cuatro años del Macrismo, y también las que no pudieron cumplirse como expectativa tras la promesa de la Derecha de solucionar la tan famosa “herencia K”, han llevado a que los actores sociales piensen su acción como un hecho mediático (nótese el impacto en las redes sociales) con impacto político, antes que a la inversa, en hora buena como algo positivo. De esta manera, el Kirchnerismo ante todo, fue transformando su función representacional para convertirse en espacios de presentación de los sucesos para asumir de lleno un rol de espacio donde se asumiera un liderazgo como “la actividad que entraña la forma de gobernar de un Presidente, la cual significa la existencia de lazos que el Jefe de Estado efectúa con los actores políticos, con los otros poderes estatales y con la sociedad en su conjunto” .
Entonces, el liderazgo presidencial de Alberto Fernández, en el contexto de una nueva transición, débil y supeditada a un contexto económico tambaleante e incierto, tiene un impacto sobre los mismos esfuerzos que lo colocaron como Presidente, más allá de la voluntad popular que es legítima. Existen nexos, ya puestos en marcha mucho antes de la campaña electoral, que través de diversos mecanismos encierran, entre sus objetivos centrales – y no desconociendo que la tarea por asumir es enorme – que el nuevo Presidente genere resultados favorables para la sociedad en su conjunto.
El liderazgo de Alberto Fernández es el liderazgo de la concertación, de una concertación que distingue al líder del gobierno del liderazgo. Es decir, si el primero es definido como el individuo particular “investido por un poder decisional” , al segundo deberíamos interpretarlo como la resultante de la acción decisional efectuada por aquel individuo. Por lo tanto, si un líder es un actor, que en este caso está obligado a concertar con los clásicos actores corporativos de la vida política, el liderazgo será una relación que se active para resolver determinados problemas o para promover un resultado – producto de del deseo de las decisiones – que se desarrolle en un contexto y un tiempo.
Alberto Fernández, el nuevo y consagrado Presidente argentino, tiene a su disposición no solo deudas y expectativas frustradas, y herencias acumuladas, sino tambien los recursos objetivos que le despliega el marco político – militante del cual se nutre la coalición “Todos”, donde no debemos desconocer que se expresan, significativa e internamente, algunos ruidos, y los recursos subjetivos que se van a definir a partir del uso que el Presidente hace de los recursos objetivos y de su capacidad para generar otros nuevos. Los recursos de este liderazgo son enumerarles, otros son variables, oros directamente ya no existen, pero los recursos de un Presidente, en tanto se desenvuelven en un contexto socio – económico, se encuentran impactados positiva o negativamente por el carácter consensual o de concertación que tenga en cuenta a los factores externos de la dinámica política.
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