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Javier Claure Covarrubias
Javier Claure Covarrubias nació en Oruro, capital folklórica de Bolivia. Es miembro del Pen-Club Internacional, de la Unión Nacional de Poetas y Escritores de Oruro (UNPE), de la Sociedad de Escritores Suecos, del Movimiento Poético Mundial (World Poetry Movement), del Liceo Poético de Benidorm (España), de la Asociación de Escritores de Madrid (AEM) y miembro de número de la Academia Norteamericana de Literatura Moderna, Capítulo España. Ejerce el periodismo cultural. Fue uno de los organizadores del Primer Encuentro de Poetas y Narradores Bolivianos en Europa (Estocolmo, 1991). Ha estudiado informática en la Universidad Real de Tecnología de Estocolmo (Kungliga Tekniska Högskolan) y en la Universidad de Uppsala (Suecia). También estudió matemáticas en la Universidad de Estocolmo, casa de estudios donde además obtuvo una Maestría en Pedagogía y una Licenciatura en Sociología. Formó parte de la redacción de las revistas literarias “Contraluz” y “Noche Literaria”. Sus poemas han sido publicados en varias antologías y ha participado en Festivales Internacionales de Poesía. Durante los últimos 15 años ha asistido al discurso Nobel del Premio Nobel de Literatura en Estocolmo, como también a las charlas del Premio Nobel de Literatura en la Biblioteca de Rinkeby, evento que se lleva a cabo para los estudiantes de los Colegios Askeby y Bredby. Publicaciones: "Preámbulos y ausencias" (2004), "Con el fuego en la palabra" (2006), "Extraño oficio" (2010), "Réquiem por un mundo desfallecido" (2014) y “De Escandinavia a los Andes” (2016). |
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El mes de diciembre de cada año en Estocolmo, cuando la brisa invernal lleva consigo murmullos de genialidad, se vive una semana que trasciende el tiempo: la semana Nobel. Son días en que la humanidad se detiene a rendir homenaje a las mentes más brillantes del mundo que desafiaron lo imposible con sus ideas y pensamientos.
El pasado sábado siete de diciembre, la ganadora del Premio Nobel de Literatura, Han Kang, de 54 años, pronunció su discurso de aceptación ante la Academia sueca y ante un público selecto. Toda la atención del mundo estaba puesta en el majestuoso salón de la Academia, situado en la ciudad vieja de Estocolmo. A las cinco en punto de la tarde, Han Kang cruzó el umbral de ese salón acompañada por Mats Malm, el secretario permanente de la Academia.
La ciudad vieja de Estocolmo está rodeada por edificios antiguos, canales de agua, puentes, iglesias; y da la impresión que las piedras han memorizado el paso de los siglos. En este sector se encuentra una mansión, construida en el siglo XVIII, que respira historia y humanidad. Me refiero al Museo del Premio Nobel que se inauguró en el 2001 para conmemorar el centenario de los Premios Nobel.
En enero de 2004 emprendí un viajé a Bolivia después de muchos años de ausencia. El periplo comenzó en el aeropuerto de Estocolmo. Era una mañana gris y fría que se deslizaba lenta entre los cristales empañados de la terminal. Allí, rodeado de desconocidos que, como yo, cargaban sus maletas llenas de historias, me sentía feliz al solo pensar que retornaba a la tierra en donde se forjaron los primeros latidos de mi identidad.
El fútbol, además de ser un deporte, se ha convertido en un fenómeno social que captura a millones de personas en todo el mundo. Desde las calles polvorientas de un barrio hasta los estadios monumentales que vibran bajo la presión de miles de aficionados, el balompié encarna una pasión que va mucho más lejos de los noventa minutos de juego.
A principios de invierno, la Semana Nobel, en Estocolmo, comienza a desplegar su manto de expectativas, y el mundo entero fija su mirada en la capital escandinava. El histórico Edificio de la Bolsa (Börshuset), construido en el siglo XVII y ubicado en la ciudad vieja, parece respirar la historia y el peso de las decisiones de la Academia Sueca.
La soledad, para muchos, es una pesada carga. En casos extremos la soledad, en personas adultas, puede ser un riesgo grave para la salud. En cambio, para el escritor o el poeta es un estado esencial. En la soledad, los vocablos cobran vida y las historias encuentran su forma. Podríamos decir, entonces, que la soledad no es una mera necesidad logística, sino más bien es un reflejo de un proceso interno.
Han pasado dos años y medio desde que Jorge Larserna Vargas, nacido en 1948 en Oruro (Bolivia), dejó este mundo; pero su voz sigue viva en cada uno de sus versos. Laserna Vargas ha publicado tres poemarios a lo largo de su vida. Y me obsequió los tres libros con dedicatorias. Su poemario inicial se titula «Siguiendo huellas».
En el vasto universo de las ideas y las corrientes filosóficas que han moldeado nuestra civilización, pocos métodos destacan tanto por su simplicidad y profundidad como la mayéutica. Esta palabra viene del griego “maieutikós” que significa partera o partero. Es decir, hace alusión al acto de parir. En otras palabras, de traer criaturas al mundo.
La flor de cerezo, también llamada «sakura» en japonés, es una flor pequeña con delicados tonos rosados o blancos que se van esparciendo por las ramas de un árbol no muy alto. Estos árboles son originarios de Asia Oriental, y se han cultivado en Japón durante más de mil años.
Las piedras rúnicas erguidas por los vikingos a lo largo de las tierras nórdicas, han sido testigos silenciosos de una época marcada por la intriga y la magia. Estos antiguos símbolos, conocidos como runas, conformaron el alfabeto de los pueblos germanos y del norte de Europa. Su legado perdura hasta nuestros días como un fascinante enigma para explorar.
El mundo literario boliviano, una vez más, se viste de luto ante la triste noticia del fallecimiento de una de las plumas más destacadas de Bolivia y una figura prominente en la escena literaria internacional. El sábado 20 de enero murió la escritora, Gaby Vallejo Canedo, a la edad de 82 años, en la ciudad de Cochabamba (Bolivia).
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