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Jesús Salamanca
La tronera
Jesús  Salamanca
El daño ya está hecho y lo han sufrido sus propios compañeros, sus aliados de coalición, los valencianos y, particularmente con dureza, las menores ultrajadas y sus familias

La situación de Mónica ya era insostenible. Acusada de tres delitos. Ha dimitido de todos sus cargos y privilegios, incluso el aforamiento. Vergüenza ajena es lo que sienten los componentes de las Cortes valencianas tras los episodios «radiados» del encubrimiento. «Yo no estoy para fiestas» debió de comentar Ximo Puig tras comprobar el ridículo hecho por Oltra y Compromís en la «fiestuqui» de desagravio que le organizaron este fin de semana.

La fiesta que le montaron los propios compañeros de partido a la vicepresidenta valenciana ya dice mucho del tipo de representación que se puede esperar de esta gente

Algún medio de comunicación extranjero se pregunta qué es lo que está sucediendo en España y por qué hay tan bajo nivel de políticos. Es obligación de los medios españoles dar respuesta a esas preguntas. Y esas no son otras que la llegada de formaciones antidemocráticas con nombres de comunista, pero que actúan como ultraizquierdistas y con actitudes profascistas, según convenga en cada momento.

Brilla más frente a tanto gaznápiro y politiquillo inexperto forrado de presuntuosa necedad

Es un hecho que los incompetentes no soportan la competencia de los demás y, menos aún, si esa es innovadora, tecnificada, eficaz y necesaria. A esta izquierda reaccionaria le molesta que se inaugure un hospital público contra pandemias, en medio de otra que ha hecho un daño brutal y se ha llevado por delante miles y miles de personas por negligencia del Gobierno sociocomunista, con resultado de muerte.

Nunca en la política española se había producido un saqueo institucional como el cometido por los expresidentes condenados y toda su corte de corrompidos

Cada vez resulta más difícil arrancar una verdad a un político, sea del partido que sea, pero en el caso de pertenecer a la siniestra es más complicado aún. Ahí tienen el caso de Juan Espadas, que nunca responde a cuanto le preguntan, sino que divaga de manera torpe y absurda. No tengo dudas de que eso se verá reflejado en los resultados del 19J.

Sigo acordándome de Isabel Celaá, exministra de Educación del Gobierno sociocomunista de Pedro Sánchez. Es la ministra culpable de actual LOMLOE; es decir, la ley de Educación más provocadora y provocativa que ha tenido el sistema educativo español. Si la redacción es malae infumable con su lenguaje inclusivo, el contenido deja mucho que desear, al igual que el desarrollo que tanto está criticando el profesorado.

Si las cadenas de radio y TV subyugadas al poder ocasional pasaron semanas hablando del Hospital Público Enfermera “Isabel Zendal”, quiere decir que es un modelo de hospital a destacar, como así lo han manifestados muchos de los enfermos allí atendidos. Incluso la Unión Europea ha premiado a la presidenta madrileña por la gestión efectuada por su equipo durante la pandemia. Ante eso, la izquierda brama, sin darse cuenta de su propia incompetencia.

«Madrid tiene un buen alcalde, sin duda, y una espléndida presidenta», en palabras de exvotantes de la izquierda. Hay que ser muy ignorantes para negar las evidencias. A los hechos y resultados me remito. Sin embargo, el Gobierno central prefiere gastar el dinero en 1.200 asesores a dedo que en un hospital público en previsión de una tercera ola y de futuros contratiempos sanitarios de gran alcance.

Hay una prueba contundente de lo mal que está enfocando el PSOE la actual campaña de las elecciones andaluzas. Ya dije hace unos días que hasta los propios votantes lo han abandonado y decenas de ellos se marchan en plenos discursos de campaña, asqueados por los que ahora son para ellos «despreciables compañeros». Doloridos y apenados comprueban que en el PSOE no hay propósito de enmienda.

Hay socialistas y comunistas a los que ya ha empezado a pintar bastos. Da igual que sea ministra y vicepresidenta 1ª (la empresa de su marido bajo sospecha); sea presidente del Gobierno (PLAYBOL, SL); ministro de Interior (caso de los Cobos); exministra Laya (entrada fraudulenta de Brahim Galli, del Frente Polisario); José Luis Ábalos (maletas de Delcy Rodríguez, invasión del territorio Schengen, adjudicación de 45M a Plus Ultra…).

Muchos medios de comunicación, no subvencionados ni esclavizados por el nacionalsocialismo de Sánchez, empiezan a tener claro que el personaje ya está amortizado, plenamente desgastado y valorado como un cero a la izquierda en todos los ámbitos e instituciones. Y no solo él. Ahora también le toca a Calviño, Nadia, a su medio melocotón y a la empresa del mismo.

Si antes del debate ya se veía mal la situación de Juan Espadas, pasado ese nadie se acerca a él. No tiene el apoyo de los gurús del socialismo vetusto y tampoco el de los jóvenes, que huyen de esas siglas como infierno que quema al diablo. A su bola van Felipe González, Griñán, Chaves, José Blanco y un largo etcétera.

Hay nervios, incertidumbre y enorme preocupación en Moncloa. Han tardado en reconocerlo porque el atormentado gurú del CIS ha estado tapando las goteras con plastilina y, cuando la lluvia ha arreciado, han quedado al descubierto todos los agujeros. Y eso trae otras consecuencias: muchos ya empiezan a preocuparse por su puesto de trabajo a dedo; es decir, que no podrán levantarse a las diez de la mañana, ni cobrar un sueldo público de gorra.

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