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Jesús Salamanca
La tronera
Jesús  Salamanca
El ministro lo ha hecho por mandato directo de Pedro Sánchez, que está asustado y ya imagina lo que le espera cuando abandone Moncloa

En este país, caracterizado por la desigualdad que ha traído el actual Gobierno, la mentira que ha impuesto como moneda de curso diario y oficial y la invención de atropellos legislativos y ciudadanos que utilizan los bocachanclas del Gobierno…  no se han preocupado de cuando a Felipe VI lo quemaban en forma de muñeco-pelele, ni cuando a Puigdemont lo saeteaban en las fiestas de algunos pueblos o lo representaban como pelele oficial para mofarse de él.

“No hay peor enemigo de las inversiones en un país que la inseguridad, la inmadurez y la inestabilidad”

Las mentiras del presidente Sánchez, representado en el Pe-le-le que algunos energúmenos apalearon en Ferraz, ya no calan, ni siquiera en el pomposo Davos recientemente celebrado. Hoy Sánchez es un cero a la izquierda en la política europea, un «chuleta de sacristía», como demostró en su huida del Parlamento Europeo sin esperar a la contestación a sus vacías palabras. Tiene menos credibilidad que las muñecas de Famosa cuando se dirigen al Portal.

El recelo que genera Sánchez tiene que acabar estallando. De momento, al dictadorzuelo la calle no le traga porque se ha ganado a pulso el desprecio

No dejan de mentir. Si hoy planchan huevos, mañana fríen corbatas. A eso lo llaman cambio de opinión. Para el Gobierno socialcomunista no existe la mentira; eso sí, la practican a diario, pero se la achacan al otro. Ellos dicen ser puros, limpios, transparentes y volcados con la ciudadanía; sin embargo, nunca más lejos de la realidad, hasta en eso mienten. ¡Caramba, qué tropa más desleal, indigna y vulgar!

El prófugo se quejó amargamente ante Sánchez de tener que hablar en «cristiano» en ese Parlamento, en vez de hacerlo en catalán, que es un «derecho fundamental»

Carlos Puigdemont amenaza a Pedro Sánchez, alias «cum fraude» y le pide que aproveche el momento porque de lo contrario peligra «su Moncloa». ¿Qué se puede esperar de felones, mentirosos, delincuentes y mafiosos? ¿Acaso ambos no son todo eso? No había más que ver el miércoles a Carlos Puigdemont en la Eurocámara con una suficiencia inaudita y mirando por encima del hombre a todos, montado en su inmunidad que la cada vez más cutre Corte belga le otorgó.

El cobarde fascista, Carles Puigdemont, abandonó España metido en un maletero. Lo más parecido a la forma en que un polizonte se introduce en un barco sin ser visto. Y todo ello por miedo a que la Justicia española le hiciera pagar los platos rotos. Tras mil y una peripecias, aprovechamiento descontrolado de dinero público, malversación, rebelión y disfrute de escoltas a cargo de la Generalidad, se instala en Bélgica con toda su familia. ¡Maldito “botifler” catalán!

Mucho tiempo ha tardado Puigdemont en darse cuenta de que Sánchez le estaba engañando. Ha hecho el paripé hasta en el Europarlamento con tal de hacer creer al prófugo de la Justicia que todo iba por buen camino. El mismo Albares dio a entender que presionó a la UE para que fueran aprobados como idiomas oficiales tanto el gallego, como el vasco y el catalán; pero resultó ser falso.

«Señor Benjamín Netanyahu, como español y como ciudadano europeo, le pido disculpas y le digo que siento sincera vergüenza por lo sucedido con el felón español. Me duele el alma y se me embarga de vergüenza y horror por el hecho de que este personaje sea presidente del Gobierno de España».

Debo decir una vez más a Sánchez que «me gusta la fruta». Lo digo en voz alta y sincera. A nadie se le oculta que este fantasma es un peligroso psicópata y, si alguien tiene dudas, que lea el libro de Rosa Díaz: «Caudillo Sánchez». Los sentimientos de este personaje son muy enrevesados y difíciles de explicar.

Este presidente nuestro cacarea más que una gallina descontrolada, pero está muy lejos de ser burro de carga porque no asume responsabilidades. Eso sí, por su mala conducta y sus mentiras cada lunes y cada martes, nadie duda de que es un buen punto filipino. Incluso, hasta podemos decir que es un bribón de siete suelas; es decir, es un pícaro y un bellaco, y no por ello deja de ser un psicópata cuyo campo de desenvoltura es la estratagema y el maquiavelismo.

Tres meses y medio para formar Gobierno. Ya les vale. Primero nos entretuvo Feijóo con no se sabe qué, pues era manifiesto que no podía formar Gobierno; algunos grupos huían de VOX como la sociedad española ha huido de Podemos y otras zarandajas al más puro estilo del «grupo de la tarta». Después del «gallego sabio» ha sido el felón y mentiroso de Moncloa quien se ha regodeado en la espera, sin dar explicaciones y dando cada paso desde el ocultismo al que nos tiene acostumbrados.

No se descarta que la semana próxima Puigdemont pueda perder la inmunidad del Parlamento Europeo, como estaba previsto, lo que complicará más aún las rastreras y mafiosas negociaciones que solo pretenden encumbrar a Sánchez para seguir dirigiendo la mafia sanchista, que ya dirige con palo y zanahoria, a pesar de los insultos que crecen por días y aumentan de nivel cada vez que busca el provecho personal en detrimento de la democracia y la convivencia ciudadana.

En la legislatura anterior, Pedro Sánchez estuvo ninguneando a los independentistas cada dos por tres. No cumplió casi nada de cuanto habían acordado con ellos y tuvo retenida la famosa mesa de negociación todo el tiempo que le apeteció. Pues ahora va a pasar lo mismo, acabarán firmando el apoyo a la investidura, caerán en la trampa tanto Puigdemont como Aragonés, pero el felón de Moncloa sabrá escabullirse sin cumplir.

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