Las mentiras del presidente Sánchez, representado en el Pe-le-le que algunos energúmenos apalearon en Ferraz, ya no calan, ni siquiera en el pomposo Davos recientemente celebrado. Hoy Sánchez es un cero a la izquierda en la política europea, un «chuleta de sacristía», como demostró en su huida del Parlamento Europeo sin esperar a la contestación a sus vacías palabras. Tiene menos credibilidad que las muñecas de Famosa cuando se dirigen al Portal, incluso hasta se ha convertido en el perro lamerón de Carles Puigdemont.
Posiblemente pocos memes se hayan extendido tanto por la red como el que representa al fugado de la Justicia española con el felón atado a una correa perrera y el monólogo del chapucero catalán con el acorralado presidente: «¡Cuando yo te diga que ladres, ladra!»; es una muestra de cómo hoy quien dirige España a patadas y con bandazos son «el Puchi» y su banda facciosa, pero no el cocinero de Frankenstein.
Una pregunta dañina: ¿Se hará cargo el Gobierno español de la deuda contraída por Puigdemont con Putin tras los servicios que Rusia prestó a la Generalidad catalana? ¿Los presuntos 36 millones de deuda que reclama Putin se contabilizarán dentro de los 15.000 millones que el Gobierno Frankenstein condonará a Cataluña, y que pagaremos todos los españoles, represión incluida?
Afirma la vicesecretaria de Sanidad y Educación del PP, la leonesa Ester Muñoz, que el torticero presidente, y parásito mayor del Gobierno de España, «representa la ineptocracia, la mentira y el egocentrismo». A eso se llama dar en el clavo con precisión, aunque se puede ampliar tal definición del felón, cuyas palabras vacías fueron el hazmerreír en Davos ante un nutrido grupo de empresarios españoles. No deja de sorprender que Ester Muñoz esté de acuerdo en que el «prostituido» presidente se «postularía para rey de Europa, si pudiera». Es el reflejo de una enfermedad llamada ambición desmedida, descontrol de personalidad y maquiavelismo decimonónico.
La diputada leonesa está convencida de que Sánchez «se inventa realidades paralelas y se las cree». Pero, incluso va más allá, lo más grave es que «se cree sus mentiras». No dejan de ser ciertas tales afirmaciones; es decir, a cualquier psicópata, pagafantas y maquiavélico le sobran todas las instituciones democráticas, sobre todo si no se adaptan o no convienen a sus intereses personales. «La democracia soy yo», le falta por decir al muchacho. ¡Qué tragaderas, Dios mío!
Esta brillante diputada fue la misma que dejó en ridículo al «engorilador» del Parlamento, Óscar Puente, al instarle a reconocer que había tres cuestiones que odiaba en una parlamentaria: «La primera es que fuera mujer, la segunda es que fuera de derechas y la tercera es que fuera de León»; aquello descompuso al diputado machista y voceras, Puente, actual ministro de Transportes y bolitas, sobre todo porque era una mujer de derechas la que lo ponían frente al espejo de su ilusa vanidad y su retahíla de complejos.
Ayer decíamos en nuestro artículo que el Gobierno central un día plancha huevos y al siguiente fríe corbatas, pero no lo llama mentiras, sino cambios de opinión. Es como si al ladrón lo llaman reubicador de dineros, objetos y valores, o al enterrador aludimos como “gestor de últimos recursos” y al torpe como “indigente intelectual”. Abusamos del eufemismo porque aspiramos a lo protocolario y a lo políticamente correcto. En fin, me recuerda a la fea manía de llamar a las mujeres por su diminutivo pijo (Cuchi, Mimi, Tika, Puni, Triski...) y al perro lo llamamos José Antonio, Luis Miguel o Federico. Y no digamos las burradas dialécticas y horteradas diferenciadas que nos hace cometer el lenguaje inclusivo: «A España llegaron visigodos y visigodas…», «el circo de Nerón sacrificaba a cristianos y cristianas…», «Miles de vándalos y vándalas entraron bruscamente en el Imperio Romano y acabaron con él…», «el Estado cuenta con hombres públicos obligados a informar al común de la ciudadanía…»
Y yo me pregunto, ¿en este caso no hay «mujeres públicas» con el mismo cometido que los hombres públicos? No son inventos, son expresiones extraídas de libros de texto de primaria. ¿Será esa toda la riqueza lingüística que ha aportado el represor feminismo, desternillante y chiringuitero, además de vocablos como gordofobia, machirulo, pijotriste, podemita y “Hundidas” Podemos…? Por Dios, que alguien explique a esos indigentes intelectuales la regla de la RAE sobre el masculino plural y sus excepciones.
Entre todas las mentiras que se cruzan el chapucero Puigdemont, el mentiroso Sánchez y la vocera, Miriam Nogueras no faltan ocultamientos y cartas bajo la manga o el mandil. Los reales decretos que chapuceó el Gobierno para que los firmara JxCat, y el fugado Puigdemont diera el visto bueno, son una muestra del engaño cruzado que no cesa. Lo que sí se ha sabido es que Pedro Sánchez ha dado su visto bueno para que “Junts” aporte prebendas a las empresas que regresen, y que huyeron de Cataluña por represalias e inseguridad jurídica, o sanciones para las que opten por no regresar.
Hacía tiempo que este que redacta no escuchaba estupideces de ese calibre, pero entre Sánchez y Puigdemont siguen engañándose hasta que el segundo se ha quejado de la desactivación de la ley de amnistía que no saldrá adelante, empeño que Sánchez quiere alargar porque ve el final de sus días como dictador, fraude institucional, plagiador intensivo, degenerado mentiroso, tramposo reconocido, narcisista chulesco, caradura enrocado, apaleado «pe-le-le» de trapo y palmero del terrorismo destructivo.
Por cierto, el «pe-le-le» de trapo ha sido una tradición ancestral que ha perdurado en algún pueblo hasta hace unos años. Es más, los seguidores catalanes y agoreros independentistas de Puigdemont lo «resucitaron» para quemar la efigie del rey emérito y la del actual. El remedo del «pe-le-le» apaleado en Ferraz no es ningún invento moderno y tampoco encierra grandes tecnologías, pero sí que es un sentimiento, que los más bravos precisan para desbravarse.
Hay que tener muy pocas luces para hacer cuestión judicial del apaleamiento de un «pe-le-le» acartonado, cuando no pasa de ser un acontecimiento lúdico como lo fue y es en muchos pueblos de España el «pe-le-le» que se sometía al fuego anualmente. Hasta Goya pintó el manteo del «Pe-le-le». Y si en este tema alguien tiene pocas luces, el fiscal general de Sánchez, que no del Estado, ha demostrado que se ha quedado sin corriente y sin bombillas.
Sabido es, señor Sánchez, que «no hay peor enemigo de las inversiones en un país que la inseguridad, la inmadurez y la inestabilidad», justo lo contrario a la mentira que usted no supo colar a los empresarios en Davos y por lo que estuvieron a un paso de dejarte solo en la sala y con el culo al aire. Claro que, usted solito se bajaste los pantalones.
Lo del «usted» al dictadorzuelo y presidente socialcomunista es por educación y corrección hacia el lector. Este presidente, como tal, no tiene mi reconocimiento y mucho menos mis respetos. Doy fe.
|