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Jesús Salamanca
La tronera
Jesús Salamanca Alonso nació en Arrabal de Portillo (Valladolid). Maestro. Licenciado en Historia por la UNED. Realiza el doctorado sobre "La cuestión Iglesia-Estado: impacto y reacción en Valladolid durante la Segunda República". Analista político, dedicado a la investigación sobre terrorismo, política y educación. Articulista desde hace veinte años. Colabora en Diario Siglo XXI, El Mundo-Diario de Valladolid, El Mundo-La Crónica de León, Diario Directo, Minuto Digital, Análisis Digital, Asturias Liberal, España Liberal, Foro Liberal, Castilla y León Liberal y Diario Liberal, entre otros. También colabora como firma invitada en Batiburrillo. Durante años ha colaborado en El Norte de Castilla, Escuela Española, Magisterio y diversas revistas locales, sindicales y de opinión.
Ha trabajado en la Obra de Protección de Menores, CENEBAD, Técnico Asesor en la Consejería de Educación de CyL, Asesor Técnico docente en la Dirección Provincial de Educación, sindicalista... Actualmente, además de numerosas colaboraciones diarias en medios de comunicación escritos, trabaja como profesor y director de Centro de EPA. |
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Carlos Puigdemont amenaza a Pedro Sánchez, alias «cum fraude» y le pide que aproveche el momento porque de lo contrario peligra «su Moncloa». ¿Qué se puede esperar de felones, mentirosos, delincuentes y mafiosos? ¿Acaso ambos no son todo eso? No había más que ver el miércoles a Carlos Puigdemont en la Eurocámara con una suficiencia inaudita y mirando por encima del hombre a todos, montado en su inmunidad que la cada vez más cutre Corte belga le otorgó.
El cobarde fascista, Carles Puigdemont, abandonó España metido en un maletero. Lo más parecido a la forma en que un polizonte se introduce en un barco sin ser visto. Y todo ello por miedo a que la Justicia española le hiciera pagar los platos rotos. Tras mil y una peripecias, aprovechamiento descontrolado de dinero público, malversación, rebelión y disfrute de escoltas a cargo de la Generalidad, se instala en Bélgica con toda su familia. ¡Maldito “botifler” catalán!
Mucho tiempo ha tardado Puigdemont en darse cuenta de que Sánchez le estaba engañando. Ha hecho el paripé hasta en el Europarlamento con tal de hacer creer al prófugo de la Justicia que todo iba por buen camino. El mismo Albares dio a entender que presionó a la UE para que fueran aprobados como idiomas oficiales tanto el gallego, como el vasco y el catalán; pero resultó ser falso.
«Señor Benjamín Netanyahu, como español y como ciudadano europeo, le pido disculpas y le digo que siento sincera vergüenza por lo sucedido con el felón español. Me duele el alma y se me embarga de vergüenza y horror por el hecho de que este personaje sea presidente del Gobierno de España».
Debo decir una vez más a Sánchez que «me gusta la fruta». Lo digo en voz alta y sincera. A nadie se le oculta que este fantasma es un peligroso psicópata y, si alguien tiene dudas, que lea el libro de Rosa Díaz: «Caudillo Sánchez». Los sentimientos de este personaje son muy enrevesados y difíciles de explicar.
Este presidente nuestro cacarea más que una gallina descontrolada, pero está muy lejos de ser burro de carga porque no asume responsabilidades. Eso sí, por su mala conducta y sus mentiras cada lunes y cada martes, nadie duda de que es un buen punto filipino. Incluso, hasta podemos decir que es un bribón de siete suelas; es decir, es un pícaro y un bellaco, y no por ello deja de ser un psicópata cuyo campo de desenvoltura es la estratagema y el maquiavelismo.
Tres meses y medio para formar Gobierno. Ya les vale. Primero nos entretuvo Feijóo con no se sabe qué, pues era manifiesto que no podía formar Gobierno; algunos grupos huían de VOX como la sociedad española ha huido de Podemos y otras zarandajas al más puro estilo del «grupo de la tarta». Después del «gallego sabio» ha sido el felón y mentiroso de Moncloa quien se ha regodeado en la espera, sin dar explicaciones y dando cada paso desde el ocultismo al que nos tiene acostumbrados.
No se descarta que la semana próxima Puigdemont pueda perder la inmunidad del Parlamento Europeo, como estaba previsto, lo que complicará más aún las rastreras y mafiosas negociaciones que solo pretenden encumbrar a Sánchez para seguir dirigiendo la mafia sanchista, que ya dirige con palo y zanahoria, a pesar de los insultos que crecen por días y aumentan de nivel cada vez que busca el provecho personal en detrimento de la democracia y la convivencia ciudadana.
En la legislatura anterior, Pedro Sánchez estuvo ninguneando a los independentistas cada dos por tres. No cumplió casi nada de cuanto habían acordado con ellos y tuvo retenida la famosa mesa de negociación todo el tiempo que le apeteció. Pues ahora va a pasar lo mismo, acabarán firmando el apoyo a la investidura, caerán en la trampa tanto Puigdemont como Aragonés, pero el felón de Moncloa sabrá escabullirse sin cumplir.
La mentira forma parte del ADN del presidente del Gobierno español. Paulatinamente se ha ido extendiendo por todos los miembros de su gabinete, que mienten ya tanto como hablan. Ejemplo de ello han sido la propia ‘portacoz’ (Isabel Rodríguez), el falseador ministro Grande Marlasca, el ridículo Félix Bolaños, alias «Okupa del Dos de Mayo» y ahora, ayer para ser más exacto, el ministro de exteriores, José Manuel Albares.
La vieja guardia del PSOE está que muerde y alguno de sus miembros no ha dudado en criticar con suficientes argumentos la intervención del diputado de Valladolid y exalcalde pucelano para suerte de la ciudadanía. En las redes no faltan gruesos adjetivos, pero casi siempre destaca el de «macarra», «acomplejado», «resentido». «soberbio», «insultador», «patoso» y «despreciable».
Nunca entenderé que Irene Montero siga en el Gobierno, aunque sea un Gobierno provisional de gente degenerada. Con la maldita y maldecida ley del «Sólo sí es sí» se han beneficiado los tres pilares de la escoria social: violadores, pederastas y agresores sociales. Ese es el logro de esta inútil ministra que no ha traído a España más que porquería, degeneración, analfabetismo, desprotección a las mujeres, odio al sexo contrario, falso feminismo y proyectos inútiles.
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