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Miguel Massanet
Hablemos sin tapujos
Miguel Massanet Bosch nació en Palma de Mallorca en 1930 y falleció en Barcelona, ciudad en la que residía, el 23 de febrero de 2023. Fue Licenciado en Derecho y su vida laboral transcurrió como asesor de empresas. Fue cofundador de la patronal catalana SEFES, de la que fue Primer Secretario General. Empezó su prolífica carrera como escritor de novela y cuentos tras su jubilación y consiguó el segundo premio del Instituto Cervantes de Barcelona de narración corta. Publicó numerosos artículos en prensa de papel y digital. A través de su columna 'Hablemos sin tapujos' analizaba la actualidad política y social en Diario Siglo XXI, medio en el que escribió durante casi 16 años un total de 3.969 artículos.
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Es obvio que el PP necesita recobrar valores que, desde hace algún tiempo, parece que han dejado de ser imprescindibles para él. Y también pudiera ser una buena noticia el aparente sentimiento de unidad que se advierte en torno a la elección del señor Alberto Núñez Feijoo, una persona en torno a la cual se ha creado una rara unanimidad de las bases del partido y de sus máximos responsables.
Es evidente que el señor Pedro Sánchez no podía dejar de aprovechar la ocasión de sacar rendimiento de su presunto “éxito” en lo que, para él y su gobierno, ha sido una gran concesión lograda de la UE por lo que hace referencia a recibir un trato especial, condicionado por supuesto, en cuanto a la determinación del precio de la energía eléctrica de la que se van a poder beneficiar España y Portugal.
Estamos en España ante lo que se podría calificar de un panorama desolador. Un gobierno aferrado a su enorme potencial de propaganda, que sigue ignorando lo que ocurre en el reino y que hace oídos sordos a cualquier aviso, protesta, reivindicación o propuesta de negociación que, de alguna manera, se pudiera interpretar como una llamada a rectificar su forma de gobernar el país.
Lidiar con morlacos de 500 kilos no es lo mismo que actuar en un encierro de becerros. Esto que resulta evidente para cualquier ciudadano español, parece que no lo acaba de entender un gobierno, completamente desnortado, ajeno a las realidades de esta nación y guiado, exclusivamente, por su obcecación de transformar nuestra nación en un conejillo de indias sobre el que practicar experimentos libertarios de componentes comunistoides.
Es evidente que nuestro presidente del Gobierno no tiene intención de cargar sobre sus espaldas cualquier responsabilidad que le pudiera venir de la guerra de Ucrania. Es por ello que los motores del Falcón que tiene a su disposición se están tragando, a toneladas, el combustible que precisa para desplazase por toda Europa.
Cuando alguien está obligado a tragar su propia medicina, usualmente, no es capaz de hacerlo negando, empecinadamente, la bondad de aquel medicamento del que fue autor. Esto es lo que le está sucediendo al gobierno del señor Pedro Sánchez. Cuando un partido político accede al gobierno de una nación, debe tener en cuenta mantener una cierta coherencia respecto a aquellas peticiones, reclamaciones, críticas u objeciones que mantuvo cuando estaba en la oposición.
Lo cierto es, señores, que no sabemos si, debido a que el mundo está padeciendo una falta de políticos capacitados, si los ciudadanos de las nuevas generaciones han decidido desentenderse de los grandes problemas a los que debe enfrentarse la humanidad o si es que estos tiempos de inseguridades, de falta de confianza en el porvenir, se van a convertir en una situación endémica de la que no vamos a poder librarnos y estaremos condenados a aprender a convivir con ellos.
En ocasiones es preciso intentar simplificar las argumentaciones, reducir las explicaciones a lo más elemental y entendible, con el objeto de evitar que lo que es palpablemente evidente quede enmarañado, oscurecido o difuminado al usar términos raros, excesivamente técnicos o innecesariamente complejos; de modo que no quede paladinamente expresado lo que uno intenta aclarar.
Sin duda alguna la humanidad ha entrado en una fase que difícilmente puede llevarnos al optimismo respecto a un futuro que se nos anticipa como un conjunto de abracadabrantes situaciones, ninguna de las cuales positivas. Son múltiples las cuestiones que están actuando sobre nuestra nación que nos hacen creer que puede llegar, a no tardar, un momento en el que todo lo que habíamos conseguido avanzar en años anteriores se pierda, a causa de la mala gestión de los gobernantes.
Es evidente que la palabra guerra, con todas sus fatales consecuencias, sea una expresión capaz de hacer temblar a cualquier persona. No obstante, por muy buenistas y pacifistas que seamos es evidente que, si hay algo que se ha ido reproduciendo fatalmente a través de todos los tiempos, desde de que el mundo es mundo, han sido sucesivos episodios de enfrentamientos armados entre los hombres.
Es posible que, en estos momentos, las dos personas que tienen en sus manos el poder de declarar una contienda de carácter universal, se estén preguntando sobre si la responsabilidad que se han echado encima, si este inmenso poder que les confieren sus respectivos cargos, de decidir sobre la vida y la muerte de miles y millones de personas, les capacita, les autoriza o les da la fuerza ética y moral para que estén en condiciones de decidir el destino de la humanidad.
Lo cierto es que, de un tiempo a esta parte, los españoles vamos perdiendo la confianza en quienes nos gobiernan y lo mismo se puede decir de una serie de instituciones que han ido demostrando, a lo largo de esta legislatura, que su independencia y objetividad han quedado muy lejos de lo que el pueblo, legítimamente, podría esperar de ellos.
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