“Si un gobernante rectifica su propia conducta, el gobierno es asunto fácil, y si no rectifica su propia conducta, ¿cómo puede rectificar a los demás?, Confucio.
Es evidente que nuestro presidente del Gobierno no tiene intención de cargar sobre sus espaldas cualquier responsabilidad que le pudiera venir de la guerra de Ucrania. Es por ello que los motores del Falcón que tiene a su disposición se están tragando, a toneladas, el combustible que precisa para desplazase por toda Europa, con el único fin de intentar convencer al resto de naciones de la necesidad de que sea la UE la que decida la forma o medio de conseguir un abaratamientos energético, capaz de solucionar o paliar el problema del encarecimiento excesivo y galopante que se viene produciendo, durante los últimos tiempos, de todos los elementos energéticos imprescindibles para toda economía, como consecuencia de la guerra de invasión rusa en aquella república del norte de Europa. Como en el caso reciente de la pandemia del Covid19, quiere encontrar el medio de esquivar que cualquier aspecto de la contienda pueda salpicar a su persona, viendo la manera de endosar a los otros cualquier incomodidad, molestia, pérdida o situación traumática que pudiera afectar al pueblo español como consecuencia derivada de la batalla ruso-ucraniana.
El intento de camuflar la preocupante situación económica y social que tenemos en este momento en España (no olvidemos que, incluso antes que lo de Ucrania se iniciara, ya tuvimos aun gran aumento del IPC de enero, que alcanzó el 6`2%), por parte del señor Sánchez, es obvio que se está haciendo más patente desde que se ha dado cuenta de que, cada vez son más los españoles, los autónomos del campo, los profesores de enseñanza, los transportistas, los pescadores y toda una retahíla de otras profesiones y organizaciones, que se sienten directamente afectados por el encarecimiento de los artículos de consumo, un problema que ya nos amenaza con repercutir de una manera negativa en nuestra forma de vida, en nuestro trabajo y en nuestras relaciones sociales queadvierten de que, si no se pone remedio urgente, podrán colapsarse.
El prolongar, hasta el día 29 de este mes de marzo, el prometido abaratamiento de los combustibles y, especialmente, del precio de la electricidad y el gas, no son más que un subterfugio para no tener que ser el gobierno de España el que admita que se equivocó en sus previsiones y el que ha tenido que reducir los impuestos sobre combustibles, en los que repercuten en un 50% de aumento de su precio al consumidor. Lo que sucede es que, este peregrinar constante del señor Sánchez por las cancillería europeas, aparte de no tener los resultados esperados, le sirve a nuestro presidente, de justificación para alejarse de avispero en el que se está convirtiendo España, que está siendo reflejo de un cambio importante en la ciudadanía, que está empezando a advertir que todo aquello que prometieron los socialistas, al subir al poder, se ha quedado en agua de borrajas y que, entre ellos mismos, empieza a notarse, especialmente entre los socios de gobierno como es el caso de Podemos, una tirantez relativa a diversos temas de importancia en la que quedan enfrentados, aumentando la tensión que existe entre ellos por la diferente forma que cada uno tiene de enfocar los temas.
Ignoramos, en efecto, si estos días que quedan hasta el 29, van a poder apaciguar las protestas, se van a mantener o incluso es posible que otros sectores, que hasta ahora no se han manifestado, decidan expresar sus protestas respecto a la forma de actuar del ejecutivo. En todo caso lo que no parece que sea , es quela bolsa de votantes de la que disponía el PSOE y el mismo apoyo del resto de partidos que, de alguna manera, le vienen apoyando en el Congreso y el Senado, se mantenga como hasta ahora ya que se están manifestando en contra de la situación actual y empiezan a criticar, abiertamente, la postura gubernamental y, no es el que con menos ganas lo está haciendo, Podemos, socio de la coalición gubernamental, que empieza a manifestarse de una manera radical en contra de su exclusión en cuanto a temas que consideran de gran importancia, de los que se sienten marginados. Resulta especialmente desagradable, carente de la menor explicación lógica, propio de un feminismo retrógrado y cutre, amén de impropio para personas con categoría de ministras que debieran mostrarse más comedias en la forma de expresarse, más cultas en sus argumentos y menos ordinarias y triviales en los vocablos que utilizan, más propios de los de una cárcel de mujeres, que de personas que se presume que han tenido una educación adecuada. La forma vergonzosa en la que algunas ministras vocean a gritos, culpando a los que están participando en las huelgas que abarrotan Madrid, acusándolos de “desleales”, “ultras”, “fascistas” y cualquier otro improperio de este tipo que, evidentemente, no tienen otra explicación ni sentido sino la de mostrar la rabia infinita de tener que soportar, en sus propias carnes, el ser objeto de una de tamaña reprobación.
Si el feminismo español quiso, en algún momento, justificar sus quejas por no tener acceso a cargos importantes de la política, ya ha llegado el momento en el que rectifique, muestre su pesadumbre y retire sus objeciones al sexo opuesto, porque el ramillete de ministras que ocupan sitio en el gobierno del señor Pedro Sánchez, desde la que fue ministra de Educación, la señora Zeláa hasta la ministra Montero, de Igualdad, han demostrado una supina incompetencia durante el ejercicio de sus funciones, que sólo el empeño del señor Sánchez de mantenerlas en sus respectivos sillones, permite que, en la actualidad, la ministra Montero siga en un cargo que, para más INRI, le permite tener a su disposición 22 millones de euros, cuyo destino, sin duda alguna, sería mucho más útil en cualquier otro ministerio.
Y, precisamente hoy, hemos recibido otra noticia que nos acaba de hacer que pensemos que cualquier ética, obligación moral, sentimiento de justicia o del deber que debía tener España de velar por lo que fueron sus colonias en África y por el bienestar de sus habitantes, han quedado postergados, olvidados, superados y descartados, precisamente a causa de una nueva orientación de nuestro Gobierno, con respecto a las conflictivas relaciones que se venían manteniendo con Marruecos. Argelia está que trina, ha llamado a su embajador en Madrid a consultas. Todos sabemos lo que esto significa, menos nuestro ejecutivo que mantiene que el que estemos apoyando al rey de Marruecos en sus ambiciones sobre el territorio ocupado por el Frente Polisario, ya se habló con Argelia previamente, sin que, aparentemente, los argelinos pusieran pegas a que España apoyara el que el Sahara, en cuestión, pase a ser una parte de su reino de marruecos. El señor Sánchez y su gobierno no han dudado en dejar abandonados a los moradores de su antigua colonia en el Sahara, a cambio de que Marruecos les ayude en el tema del gas y su gasoducto y, con toda seguridad, de la garantíamarroquí de que van a impedir nuevos asaltos a las ciudades de Ceuta y Melilla.
Una contradicción más, ya que el gas nos lo enviaba Argelia, eso sí, a través de Marruecos, quedó cortado por la prohibición del reino alauí de que el gas argelino pasara por su territorio nacional. Nuestro Gobierno insiste en que lo tenían hablado con el gobierno argelino y que no había puesto objeción alguna. ¿Cómo se entiende esto y el hecho de que las autoridades argelinas hayan puesto el grito en el cielo ante este cambio de postura de los españoles? Efectivamente, en este asunto alguien está mintiendo descaradamente y, dados los antecedentes que acompañan a Sánchez y su gobierno, nadie nos podrá recriminar que, salvo prueba en contrario, tengamos la tendencia de creernos a los argelinos. En todo caso, ya tenemos noticia de los primeros efectos del cambio de rumbo del señor Sánchez, en el tema argelino. Por de pronto, la tensión con sus socios de Podemos sigue de peor en peor; el PP alerta sobre unas posibles consecuencias en el suministro de gas y, hasta 11 formaciones políticas exigen explicaciones al ejecutivo. Claro que para Pedro Sánchez no existe otra solución que la del patadón hacia delante y a esperar consecuencias. Graves, por supuesto.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, puede resultarnos inverosímil que, en la España del Siglo XXI, puedan ocurrir semejantes situaciones. Curiosamente, La Vanguardia del grupo Godó y su pléyade periodistas vendidos al separatismo catalán, siguen atacando al PP y poniendo en cuestión al candidato señor Núñez Feijoo, al que, por todos los medios a su alcance, esperan encontrarle alguna tara o defecto que poder achacarle, antes de que se pueda hacerse popular ante los catalanes. Sin embargo, en lo que hace referencia al catalán, malas noticias para los extremistas catalanes: cada vez son menos los jóvenes que lo usan coloquialmente. Puede que, la sensatez, acabe por imponerse en esta provincia española.
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