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Las tensiones geopolíticas y sus efectos sobre la economía dominan la agenda informativa con un creciente volumen de información, en muchos casos, confusa y sesgada. En el último Diálogo de Actualidad de PROA Comunicación, celebrado en su sede en Madrid, el general Félix Sanz Roldán y el historiador y analista de relaciones internacionales Florentino Portero han abordado la posición de España en el nuevo y conflictivo escenario internacional.
Es lamentable el giro que viene dando el mundo, con “ciertas potencias mundiales” por falta de prudencia, y lo mejor y lo peor son las potencias mundiales inmiscuidas en ese laberinto pernicioso, neutralizador para los pueblos, la paz, el desarrollo su futuro , entre otras cosas buenas.
Hace medio siglo, el tono magistral con el inevitable acento alemán del idioma aprendido en la juventud, sonaba en el Madrid desacostumbrado a grandes fastos, ni siquiera a medianos eventos: “Se sorprenderían si supieran el escaso número de congresistas que se han molestado en sacar el pasaporte o el reducido número de acertantes entre aquellos dirigentes capaces de decir sin equivocarse las principales capitales del mundo…”.
En los genes de Inglaterra anida la pulsión de dividir y enfrentar. Si se va de un lugar (como la India), lo deja troceado. Ya regresará para apoyar a una de las partes y debilitar a la otra. Esto opera también en lo ideológico. España, con relación a Hispanoamérica, lo ha olvidado. ¿Volverá la diplomacia inglesa a enredar en Europa? Si mentir es malo, mentir fomentando odio es criminal.
Hoy quisiera invitarlos a reflexionar sobre el renacimiento de los nacionalismos proteccionistas y su correspondiente economía del miedo, tomando como objeto de análisis el caso de los Estados Unidos desde una mirada crítica, filosófico-política.
Las decisiones arancelarias unilaterales de Donald Trump se cumplieron como una profecía, lo mismo que las réplicas esperables de las demás potencias de cara a esta guerra comercial y tecnológica explícita. Argentina es una de los territorios expósitos que quedaron a merced de la propia debilidad del rumbo aperturista elegido, otra de las graves catástrofes que suma un gobierno de nula imbricación con la ética política.
Ya nadie duda que el largo período de paz que hemos disfrutado en el mundo, a pesar de algunas escaramuzas o guerras muy localizadas en los últimos años, como las de Vietnam, Afganistán, Irak, Yemen o Gaza, ha llegado a su fin. La invasión de Ucrania por el zar Putin y la llegada del supermillonario Trump al poder de la nación más poderosa de Occidente, han desorientado a los grandes países y ha provocado un caos comercial en el mundo de consecuencias inimaginables.
Cuando las leyes se convierten en adorno, mandan los tanques, las bombas y los discursos vociferantes y, no es que estemos volviendo a los años treinta: es que algunos ni siquiera se molestaron en salir de ellos. La historia, burlona, nos guiña un ojo mientras repite los mismos trucos con distinto decorado.
Obviedad inadvertida entre la hojarasca que se oculta en el fragor político de la rabiosa actualidad: aquellas personas que claman por el rearme jamás irán al frente de batalla. Los cuerpos que caerán en el lodo serán los de siempre, la clase que trabaja, la clase que cuida, los y las que nada tienen que perder salvo la vida misma.
El oro está registrando niveles nunca vistos en los mercados financieros. Su precio ha superado los 3.000 dólares la onza por primera vez en su historia, y la tendencia es alcista. ¿Qué ha sucedido para que a principios de 2025 esté pasando esto?
Descanse en paz el sentido común, ya fenecido o, en todo caso, viviendo los estertores de su agonía. Se trataba, o esa era la coletilla al uso, del menos común de los sentidos, y con su uso disponíamos al menos de una ubicación orientativa para centrar ideas y razonamientos. Tengo la impresión de que inauguramos una nueva realidad que solo conserva ramalazos cada vez más ocasionales del susodicho sentido.
La geopolítica de Afganistán se ha vuelto propicia para peligrosos juegos de seguridad. A la sombra de la competencia entre China y Estados Unidos por cambiar la naturaleza del sistema internacional, Afganistán, como país vecino y ruta de fácil acceso a China desde Estados Unidos, adquiere mayor importancia.
Desde la vuelta de Trump a la Casa Blanca, los pueblos del mundo sentimos una gran incertidumbre y una profunda consternación ante cómo los EEUU con tal presidente a la cabeza ha lanzado una ofensiva global que nos está sacudiendo de nuevas y diversas maneras, desde Gaza a Ucrania, desde los aranceles al impulso de la ultraderecha, y siempre con la guía del saqueo económico y el dominio político-militar del planeta.
Tal como si de los hilos de un telar se tratara, hay nudos históricos que impiden tejer la verdad. Un mundo de apariencias falsas, de mentiras y verdades embolsadas en sus contrarias, impiden que se teja esa verdad tan necesaria para la humanidad. España, que ha sufrido todos estos males debería estar en la primera línea del repudio.
Los ciberataques a grandes compañías y administraciones públicas se han disparado en España en la última semana coincidiendo con el aumento de la tensión geopolítica en todo el continente. Según los expertos, el crecimiento ha sido de un 750% solo en la última semana. Además, coincide en que gran parte de estos acontecimientos los inician delincuentes rusos.
El odio a Trump tiene elementos de despecho y rabieta adolescentes. Como si tuviéramos enfrente de nuevo a ese abusón de clase, a aquel amor que nos daba portazo de repente o al severo padre que nos castigaba sin paga. Trump es un tipo difícil de querer y fácil de odiar. Empiecen preguntando a su madre, mujer y amantes.
Durante décadas, Estados Unidos ejerció un papel hegemónico en la escena internacional, asumiendo en gran medida el rol de “sheriff del mundo”. Tras la Segunda Guerra Mundial y a lo largo de la Guerra Fría, su presencia militar y política proporcionó un paraguas de seguridad a muchos países, especialmente en Europa. Sin embargo, en los últimos años —y de forma más notoria bajo el mandato de Donald Trump— se ha observado un cambio en esta estrategia.
La historia está plagada de rincones oscuros y pasajes olvidados que rara vez encuentran espacio en los manuales y, entre ellos, brilla el decisivo papel de España en la independencia de Estados Unidos. Mientras los nombres de Washington o Franklin se graban con letras doradas en los anales de la revolución norteamericana, pocos recuerdan que un astuto gobernador español, Bernardo de Gálvez, tejía una red de apoyo fundamental para los rebeldes.
Durante siglos, los enclaves españoles de Ceuta y Melilla han permanecido como una anomalía geopolítica: dos pequeños pero estratégicos puestos avanzados de Europa en la costa del norte de África. Mientras Madrid insiste en que son una parte integral de España, Rabat los ve como los últimos vestigios del dominio colonial que eventualmente deben regresar a la soberanía marroquí.
El Profesor James Borton es investigador no residente del programa del Sudeste Asiático en el Centro Stimson. Borton es un editor y escritor veterano con más de 25 años de experiencia en el sudeste asiático. Fue destacado corresponsal en Asia Pacífico del diario The Washington Times y todavía colabora con artículos de opinión e informes especiales desde la región.
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