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El Profesor James Borton es investigador no residente del programa del Sudeste Asiático en el Centro Stimson. Borton es un editor y escritor veterano con más de 25 años de experiencia en el sudeste asiático. Fue destacado corresponsal en Asia Pacífico del diario The Washington Times y todavía colabora con artículos de opinión e informes especiales desde la región.
En este posible cambio de era, es necesario que recapitulemos nuestra Historia, generalmente maquillada. No hay que dejar que la irresponsabilidad siga haciendo ruido. No vamos a decir que Europa sea por antonomasia el continente de la paz; ahí sus guerras internas, externas, coloniales, encubiertas, etc. Pero, olvidando ese pasado, y restringiéndonos a la II Guerra Mundial, parece que esta enfrió durante un tiempo las veleidades bélicas internas.
La disolución de la Unión Soviética, al igual de lo ocurrido con Alemania tras la Segunda Guerra Mundial, fue seguida de la pérdida de poder y de influencia, y de un trato humillante. Así lo perciben los rusos, una situación que día tras día se está agravando.
La Segunda Guerra Mundial enfrentó tres grandes ideas políticas: democracia, comunismo y fascismo. Naciones defensoras de estas ideas llevaron la guerra a todos los continentes y a todos los mares. El resultado para Europa fue una división de facto en dos grandes áreas de influencia: Europa Occidental, bajo la influencia de los Estados Unidos, y Europa Oriental, bajo la influencia de la Unión Soviética.
Cuando Trump llegó a la presidencia de Estados Unidos en 2016, muchos de sus votantes lo hicieron convencidos de que su éxito en los negocios sería su mayor fortaleza para dirigir el país. Se vendió como un estratega, un hombre de números y de resultados, alguien que supuestamente sabía cómo hacer crecer la economía y “negociar mejor” para su país. Pero gobernar una nación no es lo mismo que manejar una empresa.
Permítanme, apreciados lectores, hacer un repaso de Europa desde los inicios del pasado siglo XX después de observar en lo que se ha convertido esta maligna Unión Europea que nos gobierna a todos. A principios del siglo XX los mapas de Europa no se parecían a los de hoy, ya que destacaban cuatro imperios: el alemán, el austro-húngaro, el ruso y el otomano.
La implementación por Trump de aranceles contra el acero y aluminio europeo del 25% y los previsibles aranceles a la industria automotriz, eólica y farmacéutica podrían provocar la desafección europea hacia EEUU y una tardía reafirmación de la soberanía europea por parte de Francia y Alemania, que será la génesis de un nuevo proyecto europeo.
China tiene la vista puesta en Groenlandia como lugar de tránsito especialmente útil en la «ruta de la seda polar», y también tiene una importancia estratégica para Estados Unidos, con una base militar en Thule, en el extremo norte. Para evitar la influencia china en la isla, Trump lanzó la boutade de comprar Groenlandia a Dinamarca.
El lenguaje puede ser un instrumento distorsionador. Ocurre cuando las palabras pierden su sentido original y por vía de la propaganda y de la manipulación se convierten en su antítesis. Recordemos la frase de Tocqueville: “… que los ciudadanos disfruten con tal de que no piensen sino en disfrutar...”. Ocurre mucho en la esfera de los principios políticos.
Si alguien no lo impide, no tendremos que aguardar mucho para confirmar que aquellos estudios de geografía de los años 30 y 40, ya no van a ser validos en el año 2025. Antes, el mundo, la “GEO”, tenía una configuración admitida por la ONU, salvo problemas concretos derivados de “intereses” motivados, más o menos, por circunstancias económicas y concretados, sobre todo, en la zona de Oriente Medio.
Cuando se habla de cultura se piensa en un elemento meramente académico que nada tiene que ver con la labor pedestre y enfangada de la política. En casos se acepta una relación entre cultura y política, pero en la que prima aquella. Quizás porque la idea de civilización narcotiza tanto que permite aceptar que una sociedad civilizada realice actos incivilizados (como bendecir tanques). Siempre surge la excusa de la necesidad.
Ahora también sabemos que la máxima autoridad diplomática de la Unión Europea (UE), Kaja Kallas, ha repetido públicamente lo que públicamente Trump nos exige, que gastemos mucho más en lo militar -un 5%-, es decir, mucho más empobrecimiento para los pueblos.
La guerra en Ucrania ha sumido a Europa en un periodo de tensión económica y política, ya que las naciones lidian con la responsabilidad de proporcionar ayuda a Kyiv. Si bien apoyar la soberanía de Ucrania es una causa noble, un número creciente de voces en Europa, particularmente en España, están abogando por una reevaluación de la estrategia actual de ayuda.
La continua aplicación de políticas económicas erróneas y orientadas a favorecer sólo el interés privado, además del sometimiento a los dictados de Estados Unidos, han dejado a Europa en una situación de gran debilidad, justo en un momento en que debe enfrentarse a grandes amenazas en la escena internacional.
La vida hecha juego. Otra vez. Como si el tiempo no hubiera pasado, pero con nuevos retos, reglas y trampas. Hace tres años reflexioné sobre el paralelismo entre El Juego del Calamar y la situación político-social en España. Ahora, con el estreno de la segunda temporada de esta distopía televisiva, toca revisar si algo ha cambiado. Spoiler: todo sigue igual. La serie, al igual que nuestra realidad, parece condenada a repetirse.
No hay duda de que Pakistán ha sido un actor inteligente y racional con vasta experiencia en liderar fuerzas proxy que han seguido sangrientos juegos políticos y de seguridad en forma de doctrina de inteligencia con objetivos estratégicos y apuntando a una profundidad estratégica.
El cambio de año no significa mucho para la evolución del ciclo económico. La tendencia de crecimiento mundial moderado, menor inflación y tipos de interés más bajos a partir de 2024 continuará en 2025. Esto permitirá a los bancos centrales seguir bajando los tipos de interés, a un ritmo que dependerá de los nuevos datos macroeconómicos.
El problema más grave de la Unión Europea es su generalizada inconsciencia, blindada ésta mediante unos cortafuegos que impiden que el malestar de los ciudadanos se materialice de forma adecuada. Bloomberg, empresa mundial de información financiera, afirma que “Alemania se desmorona cuando Europa más la necesita”.
En el contexto de la actual invasión rusa de Ucrania y la guerra entre Israel y Hamás, el renombrado escritor y periodista norteamericano David Sanger corresponsal nacional del Diario The New York Times en la casa blanca y de Seguridad nacional, ha publicado un libro que brinda un profundo análisis sobre las repercusiones globales de las dos guerras y sus implicaciones para el resto del mundo y en particular para Europa y Asia.
Las narrativas que pretenden un orden mundial completamente asegurado, en torno a una potencia hegemónica con un poder absoluto o a un supuesto sistema multipolar, se resienten ante la mínima crisis y frente a los cambios cuantitativos basados unidimensionalmente en la economía o en lo electoral.
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