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Aceleración unilateral sin precedentes. Y la ilógica diplomática con los ciclos cortos

El mundo avanza a trompicones, sin que dé la impresión de que haya una contraparte operativa de suficiente altura
Ángel Manuel Ballesteros
miércoles, 9 de abril de 2025, 10:55 h (CET)

Hace medio siglo, el tono magistral con el inevitable acento alemán del idioma aprendido en la juventud, sonaba en el desacostumbrado Madrid a grandes fastos ni siquiera a medianos eventos: “Se sorprenderían si supieran el escaso número de congresistas que se han molestado en sacar el pasaporte o el reducido número de acertantes entre aquellos dirigentes capaces de decir sin equivocarse las principales capitales del mundo…”. Kissinger resonaba implacable: la política internacional era cuestión de minorías, casi de diletantes. Había un conglomerado regido por la guerra fría. Con las dos grandes potencias marcando las reglas, sólo flexibles en materias rayanas con lo esotérico como el espacio exterior pero a ras de tierra las normas eran casi matemáticas.


España, borrada en dictaduras y neutralismos, con posibles records históricos en ambos capítulos negativos, recibía a Ike con la televisión recién inaugurada y se alineaba en el bando que años antes había liquidado nuestro imperio y comenzaba a salir a la luz en un nuevo ciclo. Para colmo, su defensa la hacían los franceses, fue Jules Cambon, quien negoción el tratado de Paris.: “moriré contento viendo el orgullo de España abatido”, había confesado Richelieu en Westfalia y así fue aunque lo lograría su sucesor, Mazarino nacido en la Italia hispánica. En 1973, cuando en España la política Exterior era incipiente y de la mano norteamericana, y no existía mi materia favorita, los contenciosos diplomáticos, el otro sector a falta del anterior, era mi otra especialidad, las conspiraciones y los golpes de Estado y ahí nos entreteníamos académicamente: la conspiración, que se inicia en su ámbito propio, se materializa a través de la confabulación, del contubernio, se vertebra, perfeccionándose en conspiración o en conjura y asciende a complot y origina del golpe.…Pero a efectos prácticos la materia se agotaba enseguida: Carrero Blanco desaparecía y con su final se iniciaba la descomposición del régimen.


Nadie podía pronosticar que media centuria después, que ahora, en el 2025, un solo poder se erigiría en rector. Y que en sólo unos meses trastocaría el orden establecido. Era el juego de los ciclos cortos. Y máxime cuando el `poder director había sido derrotado en sus guerras importantes, desde Corea a Vietnam, de manera similar a como el todavía segundo poder había tenido que ceder ante los talibanes. Era también el juego de la ilógica diplomática y más acentuado por una aceleración sin precedentes. El trumpismo había actuado a nivel planetario y nadie estaba enfrente ¿cuál era su factor en juego? Entre la multitud de opiniones que escuché acerca de la actividad norteamericana, me pareció particularmente atinada la respuesta que le dio el diplomático español Rupérez a un periodista: “¿Usted conoce a Trump? Busca el negocio”.


Así, quizá, sobre esas variables el mundo avanza a trompicones, sin que dé la impresión de que haya una contraparte operativa de suficiente altura. De que el juego de alianzas funcione ni siquiera a niveles elementales. Y todo ello, lo que tal vez sea su característica mayor, en un escenario impensado hace sólo semanas, los ciclos cortos, y donde el pronóstico no puede escapar al terreno hiperesbaladizo.

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