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​Para Sánchez y sus ministros, quien hace huelga es fascista

Atribulada España, amenazada por un comunismo atávico y en manos de un personaje que lo único que le motiva es su permanencia en el poder
Miguel Massanet
lunes, 21 de marzo de 2022, 08:35 h (CET)

“Convertid un árbol en leña y arderá para vosotros, pero no producirá flores y frutos para vuestros hijos”, Rabindranath Tagore


Cuando alguien está obligado a tragar su propia medicina, usualmente, no es capaz de hacerlo negando, empecinadamente, la bondad de aquel medicamento del que fue autor. Esto es, precisamente, lo que le está sucediendo al gobierno del señor Pedro Sánchez. Cuando un partido político accede al gobierno de una nación, debe tener en cuenta mantener una cierta coherencia respecto a aquellas peticiones, reclamaciones, críticas u objeciones que estuvo manteniendo cuando estaba en la oposición. El dicho castellano que dice: “Una cosa es predicar y otra es dar trigo” deja paladinamente expresada la diferencia que existe entre lo que se exige a un gobierno cuando se está en la oposición y otra, muy distinta, es cuando se gobierna.


Al parecer, nuestro actual ejecutivo no ha sido capaz de asimilar, no sabemos si por su incapacidad para calibrar sus demandas y críticas cuando no gobernaba o porque se niega a reconocer que las leyes, las decisiones, las circunstancias o las necesidades de quienes les precedieron en el poder, estuvieron condicionadas por una realidad que les obligó a seguir unas determinadas pautas que, ahora, cuando los socialistas están dirigiendo la nación, les resultan incómodas, poco prácticas y contrarias a sus intereses como gobernantes.


Estamos, sin duda alguna, en lo que se podría considerar como el gran órdago a los intereses gubernamentales, por supuesto los políticos, aquellos que los socialistas desearían poder mantener, pero qué, a la vez, saben que no van a estar en condiciones de seguir defendiendo, en las actuales circunstancias por las que pasa la nación española.Veamos algunos de los puntos que intervienen negativamente en los proyectos del señor Sánchez y sus acólitos. En primer lugar, el sostenimiento de la gigantesca deuda pública que han ido acumulando en su terquedad de no contener el gasto público. Por de pronto el Tesoro se ha visto obligado a aumentar sus intereses respecto a las obligaciones a 10 años que han pasado del 1’24% al 1’31%. Los americanos han decidido aumentar el precio del dinero en un 0’25%, lo que nos sitúa ante un encarecimiento del petróleo que, unido al de las distintas tarifas energéticas, puede llevarnos a un verdadero shock o colapso para nuestras industrias, si no se encuentra un medio de paliar los efectos negativos de los aumentos de los carburantes y demás productos energéticos.


Aquellos mismos que fueron los causantes de la despenalización de las acciones de los piquetes en las huelgas, los que protestaban de la acción “violenta” de la policía, los mismo que estuvieron en contra de la llamada “ley mordaza” por considerarla una arbitrariedad de la derecha, ahora, cuando se encuentran ante una inesperada reacción del pueblo trabajador, que protesta en contra de la situación económica, evidentemente insostenible,de las pequeñas empresas, autónomos del transporte o de los sectores primarios de productos perecederos etc.,por la que estamos pasando; no tienen otro argumento para calificar a los huelguistas, que el de colgarles el San Benito de “ultras de derechas”, “desleales con el Gobierno” o, lo que siempre les ha venido resultando rentable, llamar a quienes protestan contra el gobierno de izquierdas: “fascistas” con lo que, obviamente, están convirtiendo a los miles de personas que han salido a las calles,  en un cúmulo de “nazistas y fascistas”, que amenaza con acabar con un gobierno incapaz de reaccionar ante una situación que, evidentemente, lo sobrepasan.


En esta ocasión, no obstante, no parece que los intentos del Sánchez y sus ministros de sacarse las responsabilidades de encima con el viejo truco de que “viene la derecha”, les vaya a salir bien porque aquí hay muchos trabajadores, autónomos o no, que ya se han apercibido de los errores que viene cometiendo el equipo gubernamental que, hasta ahora, había esquivado las críticas del pueblo pero, cuando este pueblo empieza a notar en su vida, en sus bolsillos, en sus economías o en su modus vivendi, que ya no puede mantener su estatus, que los que le prometieron mejorar no lo han conseguido y los que pretendían asustarles con un posible gobierno de derechas, se han quedado sin argumentos sólidos para seguir usando este latiguillo.


Quienes ahora tienen que apechugar con una situación económica que, por los motivos que fueren, se está transformando en algo insoportable; se van a encontrar con la oposición de sus mismos compañeros de gobierno, a los que Sánchez voluntariamente se entregó para mantenerse en el poder y los mismos separatistas de los que se ha venido valiendo para asegurarse de que, la derecha, fuera incapaz de causarles problemas. Los de Podemos, que ya amenazan con desvincularse si se les sigue apartando de las decisiones gubernamentales que está adoptando Sánchez, que no comparten, pero que el líder del PSOE no puede dejar de tomarlas, porque le es imposible seguir oponiéndose a las decisiones comunitarias.


No sabemos lo que nos tiene reservado el conflicto en Ucrania, ni su duración, ni las repercusiones que, en la vida cotidiana de los españoles, van a tener. A simple vista, en lo que se puede vislumbrar a corto plazo es que, quizá no se sabía, pero resulta que la nación ucraniana era uno de los grandes proveedores de cereales de toda Europa, también lo era de España y, no es necesario ser un adivino, para prever que una parte de nuestro consumo de dichos productos puede quedar afectada. Es cierto que España sólo compraba a los rusos productos energéticos de un 10% de sus necesidades, pero no podemos obviar el hecho de que, en esta ocasión, España se ha puesto de parte de los antirrusos y que, queramos o no, esta postura nos va a acarrear consecuencias en cuanto al turismo y en lo que respeta al intercambio económico e industrial que manteníamos con las potencias del norte y este de Europa.


Y una referencia a estos sindicatos nacionales, los de la sopa boba, los sindicatos menos eficaces de toda Europa y cuyos líderes no han hecho otra cosa que formar parte de los apoyos al actual gobierno, dejando de atender a los trabajadores a los que deberían haber defendido, precisamente de los abusos que el Gobierno está cometiendo que, por extraño que pudiera parecer,  sus últimas decisiones han sido lo menos sociales, más dictatoriales y, por supuesto, más opuestas a lo que debería ser la política social de un gobierno de izquierdas. Paniaguados y apoltronados, los respectivos directivos de CC.OO y UGT, se han convertido en unos sátrapas, incapaces de mover un músculo sin tener la aprobación del actual gobierno que, con sus modificaciones o maquillaje de la reforma laboral, lo que han hecho a sido darles la oportunidad de volver a constituir un obstáculo para las buenas relaciones de los empresarios con sus trabajadores.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, estamos empezando a tener una visión de la realidad política de nuestra nación que difiere de aquella que durante años habíamos tenido. En el ámbito de la derecha, se quiera o no, se está produciendo un fenómeno que perecía imposible que se pudiera dar. El PP ha emprendido una nueva senda bajo la dirección del señor Alberto Núñez Feijoó, una solución que se puede considerar como la única posible, dadas las circunstancias en las que se ha producido el cambio. Tenemos nuestras reservas sobre la parte más fraguista de los miembros y simpatizantes del PP y su aceptación de la figura del señor Feijoó, que no es precisamente el candidato que muchos esperaban que fuera elegido y que habían confiado en la candidatura, que no se produjo, de la señora Ayuso. Pero de todo este complicado panorama, no sólo nacional sino europeo, los que siguen avanzando, mejorando sus perspectivas electorales, convirtiéndose en uno de los partidos con mayor proyección de futuro, para algunos con posibilidades de hacerle el sor paso al PP, son los de VOX, capitaneados por el señor Abascal, que tiene un equipo de gran solera, magníficos polemistas, expertos letrados que, a diferencia de lo que sucede con otras formaciones, ya son numerosos los casos en los que que han conseguido sacar, con éxito, tanto del TS como del TC. Es difícil predecir lo que sucederá en unas próximas elecciones legislativas que, para algunos, ya se señalan para el próximo otoño. No obstante, no perdamos de vista a este partido de derechas que, sin complejos, con gran decisión, con fuerza y coraje sigue, paso a paso, escalando puestos en esta atribulada España, amenazada por un comunismo atávico y en manos de un personaje que lo único que le motiva es su permanencia en el poder.


Hoy Platón será quien nos alimente el espíritu: ”El precio de desentenderse de la política es el ser gobernado por los peores hombres”.

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