“El pueblo no necesita que su gobierno se queje y culpe a su antecesor. Es votado para que mejore la situación; por eso fue elegido, para dar soluciones. Para quejarse ya está el pueblo”, (anónimo).
Es evidente que el señor Pedro Sánchez no podía dejar de aprovechar la ocasión de sacar rendimiento de su presunto “éxito” en lo que, para él y su gobierno, ha sido una gran concesión lograda de la UE por lo que hace referencia a recibir un trato especial, condicionado por supuesto, en cuanto a la determinación del precio de la energía eléctrica de la que se van a poder beneficiar España y Portugal. No es que fuera una opción exclusiva para estas dos naciones, sino que ha sido un remedio temporal tomado por la CE para aliviar la presión excesiva del coste disparatado del gas y la electricidad sobre aquellas economías que se encuentran en crisis y no están en condiciones de poder resistirla, si sigue el encarecimiento de las energías. Como ocurre siempre que este señor que nos gobierna sale al extranjero con alguna de sus iniciativas, hay que saber sacar, de todo lo que nos cuenta, el grano de la paja que, en este caso y casi siempre, es mucha.
En primer lugar, se ha condicionado la aplicación de esta medida a que el Gobierno español, en el plazo de un mes, presente ante la Comisión Europea un plan en el que conste la forma, el plazo ( en principio tres meses) y las condiciones en las que se podría llevar a efecto esta medida excepcional, informe que será debidamente calibrado por dicha comisión antes de que se le pueda dar el preceptivo consentimiento. Esto no ha impedido que, en la primera ocasión en la que se ha reunido el Consejo de ministros, no se hayan puesto en marcha una serie de medidas con las que calmar el natural desasosiego del pueblo español ante la evidente amenaza de un crac de todo el país. En segundo lugar, la desconfianza de una serie de naciones que piensan que, esta medida, puede perjudicarles en sus ventas debido a que las industrias españolas pueden mejorar sus precios de venta al tener un coste energético más bajo que el resto de países europeos, hace suponer que la vigilancia a la que se nos va a someter en cuando a que no pueda suceder algo semejante, podemos asegurar que va a ser draconiana.
Los norteamericanos ya se están empezando a cansar de que, a la hora de la verdad, cuando se trata de hacer sacrificios económicos, siempre haya algunas naciones que intentan escaquearse, lo que supone que el resto tienen que asumir una parte de lo que dejan de pagar otras. Esto es lo que llevó al señor Trump, de los EE.UU. a retirar sus tropas, ante la evidencia que cualquier conflicto que se produjera entre países europeos o incluso, con naciones de otros continentes, siempre acaba con la intervención de los soldados americanos, muchos de los cuales pagaron con sus vidas este altruismo del gobierno de dicha nación. Ahora son las propias naciones del norte de Europa las que se quejan de que, las del sur, siempre son las más remisas a la hora de contribuir a los gastos de la Comunidad europea y, ante la evidencia del conflicto de la nación ucraniana, piden que todas, sin exclusiones, arrimen el hombro incrementando sus respectivos gastos de defensa que, en algunos casos, como el de España, son manifiestamente bajos en relación al de otras naciones europeas.
No es pues, lo que con tanta fanfarria nos intenta vender nuestro presidente del Gobierno, un cheque en blanco que le permita llevar a cabo sus habituales manipulaciones para intentar sacar ventaja política. Es cierto que el pueblo español ya está harto de problemas, sacrificios, malas noticias, pandemias, crisis económicas, enfrentamientos políticos entre los diversos partidos y, en general, lo que se está deseando es lograr un periodo de relajación que le permita volver, aunque sea parcialmente, a la normalidad. El concepto de la política que la ciudadanía se ha ido haciendo a medida que los políticos se la han ido cargando con sus excesos, engaños, incumplimientos, cacicadas y, en especial, con la inseguridad jurídica que existe en España ante las veleidades legislativas que el gobierno de coalición socialista-comunista, se ha encargado de convertir en algo corriente según soplen en diversas direcciones los vientos de la economía y las sucesivas crisis que, desgraciadamente, han ido marcando la actividad gubernamental, no por las vías del sentido común, la protección del trabajo, la legalidad y las reglas de la economía; sino que el ejecutivo se ha esmerado, en cada ocasión, en aplicar aquellas soluciones que menos han contribuido a su desgaste, siempre con la vista puesta en las encuestas electorales.
Nunca como hoy se puede hablar de aquella frase socorrida que habla del “pan para hoy y hambre para mañana” que parece que se ha convertido en el eslogan preferido de este gobierno que, con su abuso de los decreto-ley, viene hurtando, una y otra vez, a las cámaras de representación popular la función parlamentaria de discutir las leyes antes de que sean puestas en práctica y no, como actualmente sucede, que se haga al revés y por procedimientos abreviados.
Sólo quienes ignoran la realidad, quienes desconocen los efectos de una economía global o aquellos a los que les interesa que haya movimientos revolucionarios, guerras, destrozos o subversión de masas, que pudieran favorecer sus intereses espurios, pueden pensar que el panorama actual se va a resolver en unos pocos meses y que, en verano, ya todo se habrá normalizado y la vida va recuperado su normal funcionamiento. Por mucho que el señor Sánchez y sus adláteres se esfuercen en querernos convencer de que esta crisis galopante que España está sufriendo, este descontento de todos los sectores de la producción y estos conatos de rebelión que empiezan a buscar en las calles una solución, es cosa temporal, de unos pocos días o meses y algo que pronto va a pasar cuando, todavía no nos ha llegado lo que van a ser los verdaderos efectos de la guerra en Ucrania, no hemos notado la falta de trigo y maíz que nos llegaba de aquel país, no hemos sufrido de verdad lo que pudiera ser un verdadero encarecimiento de los víveres o una escasez en los mercados de toda España.
La improvisación, el parcheo de las distintas carencias que surjan en cada momento, la inseguridad respecto a lo que va a suceder mañana o el peligro de que, a medida que la situación de la nación vaya empeorando, faltando el trabajo, cerrando empresas y encareciéndose los combustibles, estas izquierdas vayan cayendo en la tentación de ir aumentando los impuestos para recaudar más y repartir entre sus votantes las ayudas precisas para que el pueblo no se levante en su contra, cargando, como es ya su costumbre habitual, las culpas de todo a la guerra, a la derecha que, según ellos, no quiere colaborar y todos aquellos que no se muestren favorables a su forma de gobernar.
Como ya está sucediendo en muchos lugares de España, especialmente en Cataluña, los ataques a la propiedad privada ya se han convertido en una práctica que, especialmente en cuanto a la vivienda y los derechos de los propietarios inherentes a la misma, está consiguiendo que desde un Ayuntamiento dirigido por una comunista anarquista, se vulneren, sin ningún miramiento los derechos de propiedad, como se puede deducir claramente de las sentencias de los tribunales superiores de justicia, tirando para bajo las respectivas leyes u ordenanzas municipales atentatorias con aquel derecho.
No obstante, hoy precisamente, hemos recibido una noticia que, a nuestro entender, pone en solfa la cuestión de la situación extrema por la que vamos pasando que, sin duda alguna, lleva el camino de ir empeorando, pese a lo que pudiera afirma el Gobierno. El IPC del mes de marzo del corriente año ha sobrepasado, con creces, el de los meses anteriores y, si no fallan los datos, resulta ser el más alto desde hace 38 años. Un 9’8% deja chiquitos todos los de los últimos meses, ya de por sí harto preocupantes e indicativos de que hemos entrado en una deriva inflacionista que amenaza con superar los dos dígitos y que, mucho nos tememos, que las medidas arbitradas por el gobierno de Sánchez, no sean más que una gota de agua en este mar de calamidades económicas. Pensemos en lo que quedan los aumentos de las pensiones (2’5%) o el del promedio de salarios que se han ido implantando en toda España a través de la negociación colectiva, que se puede fijar en 1´5%. ¿Habrá pensado el gobierno español en lo que esto puede significar si, como es muy posible que ocurra, no se trata de una cuestión temporal, sino que ya hablamos de algo estructural?
No nos extraña que el señor Pedro Sánchez, desesperado busque apoyo donde piensa que pueda conseguirlo. Hasta se muestra dispuesto a tratar el PP, con un señor Feijoo que todavía no se sabe si va a estar a la altura de las circunstancias o se va achatar ante las alternativas de apoyar las medidas del gobierno o mantenerse distante, a la espera de lo que puedan traernos los meses venideros que, sin duda alguna, van a ser decisivos y, desde el punto de vista político, de gran expectativa para todos aquellos a los que la ciencia política les interese. No debiera olvidarse de que VOX va marchando el camino hacia un aumento sensacional de sus votantes.
Y una frase corta que se la debemos al comentarista y abogado Ben Shapiro: “La desconfianza en el gobierno no es un cinismo infundado”.
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