| ||||||||||||||||||||||
En el año litúrgico de la Iglesia católica existen dos ocasiones en el que el ministro puede revestirse de rosa y una de ellas es en Adviento. Concretamente el tercer domingo, conocido con el nombre de Gaudete. En la celebración litúrgica del Domingo de Gaudete, el sacerdote puede vestir la casulla rosada. Un color que se identifica con la alegría y que está en conexión con la tradicional antífona de entrada de la misa de este día.
En la Iglesia católica el año litúrgico se abre con el Adviento, «el tiempo de preparación para la solemnidad de Navidad», indica el Ceremonial de los Obispos. Y junto a esta finalidad, hay que sumar la costumbre de la vigilia que ayuda al cristiano a crear una atmósfera de piadosa, paciente y alegre espera por el Nacimiento del Niño Jesús.
Dicen que la vida es una serie de sorpresas. Imprevistas, predecibles o incluso premeditadas, nos marcan un camino confuso a causa de vaivenes sociopolíticos. Curtidos en sorpresas infames, las positivas nos conducen al escepticismo. Fascinación por ser los primeros en recibir las ayudas europeas, a la par que consternación por la posible incapacidad de ejecución de los mismos. No se extrañen, somos reincidentes.
Estamos en tiempo de adviento, tiempo para los creyentes de rememorar la venida del Mesías a este mundo, tiempo de esperanza, de escucha, de reflexión. Parece como si se tuviera mayor predisposición en ayudar a los demás. En medio de la vorágine que nos ocupa, es bueno hacer un paréntesis para ver qué cosas podemos mejorar, ya que los políticos están en otra onda, van a lo suyo, el sillón, el poder, enriquecimiento pronto, el colocar amiguetes, etc.
Hoy empieza el tiempo de Adviento. Un tiempo de preparación para la venida del niño Dios a nuestras vidas. Una situación más que suficiente para replantearte por donde andan esas dos premisas: la fe o la razón. Decía el Papa Juan Pablo II que “la fe y la razón son las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad”.
Esta compilación del pensamiento de Daniel Fernández retrata muy bien el mundo al revés en que vivimos. Nos muestra una realidad que nos desvela y que para intentar huir de ella nos atiborramos de pastillas que dice son inocuas y que acaban por hacernos adictos a ellas. El mundo al revés en que vivimos carece de brújula que nos señale el norte.
Si cuando llegue este final de los tiempos ya hemos muerto será lo mismo, ya que resucitaremos para este juicio universal. Muchos no creen en esto y piensan que después de la muerte no hay nada o que el infierno está vacío. Nos jugamos la eternidad. En este tiempo de Adviento hay que pensar en todas estas cosas además de la pandemia y el número de comensales que podamos juntarnos en Nochebuena.
|