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La frase pronunciada por Pedro Sánchez, "Voy a aguantar tres años y los que vienen después", dejó claro el objetivo de alguien cuyo proyecto es mantenerse en el poder por un largo tiempo indefinido. Desde sus primeros pasos en el PSOE, ha demostrado una capacidad insólita para maniobrar en los escenarios más complejos y controvertidos, sin que el coste político o ético parezca detenerlo, y mucho menos importarle.
A estas alturas de la película creo que nadie ignora por qué Pedro Sánchez tiene menos crédito que Irene Montero, Pablo Iglesias y Yolanda Díaz, juntos. Y es que su exceso de ambición y escasa inteligencia lo delata en cada declaración que hace. Él es consciente, además, de que puede ir a pocos lugares porque lo abuchean merecidamente.
Ya pasaron los siglos y agentes minúsculos generan enormes tribulaciones, en el plano corto de las actuaciones directas y en los efectos a distancia no siempre visibles.
La egolatría es su medida, la mentira, su artilugio y La Moncloa su refugio para medrar en la vida.
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