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Dinosaurios tenaces

Los monstruos actuales se adaptan muy bien..., a costa de quien sea
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 10 de marzo de 2023, 10:38 h (CET)

La perspicacia genial de Augusto Monterroso nos puso de relieve la tenacidad de las malas gentes. Si nos acostamos cariacontecidos, agraviados y agredidos por las barbaridades ajenas, al despertar, ¡El monstruo sigue ahí, impertérrito! El personaje de las actuaciones deplorables no suele modificarse por propia iniciativa, si acaso, para acentuar sus malas artes, la moderación no forma parte de sus inquietudes. Sin la variación de circunstancias y actitudes, el PANORAMA continuará afligiendo a la sociedad. Cómo no van a continuar los desaprensivos, con todo a su favor y sin vislumbrar actitudes opositoras consistentes. Con descaro y aprovechamiento ampliarán sus áreas de influencia.


También en esto de los dinosaurios se advierten diferencias notables, con el tiempo se multiplican las consideraciones. De tanto dirigir la mirada a la grandeza de sus magnitudes, dejamos de comentar las pequeñas monstruosidades. No conviene confundir el tamaño de los agentes con el grado de perversión centrado en sus actuaciones. Ya pasaron los siglos y agentes minúsculos generan enormes tribulaciones, en el plano corto de las actuaciones directas y en los efectos a distancia no siempre visibles. Estamos abocados al RETO radical de preguntarnos individualmente hasta que punto colaboramos en la gestación o permanencia de las monstruosidades; ni con exabruptos ni silenciamientos lo esquivaremos.


El desmoronamiento de la figura del hombre cabal comienza con las sorpresas iniciales y sucesivas que nos da la vida, aunque queda por saber si ahora nos sorprende algo. Cuando se presentan las mencionadas novedades, ya resulta decisiva la actitud para percibirlas, asimilarlas y afrontarlas. Representan unos primeros pasos indicadores de la actitud existencial del protagonista. Las encrespadas cumbres y abismos pringosos también comienzan en esos enfoques. El fuerte ASOMBRO provocado por el reto vital solicita la diferenciación de las atenciones prestadas, sean receptivas, adaptativas o delirantes. Da comienzo el modelaje de cada sujeto como ente particular. Después vendrán bondades o inconveniencias añadidas a dichos esquemas.


Pasados los primeros lances, los matices de las diversas actuaciones humanas son incontables; la manera de reconocerlos y afrontarlos surge como un nuevo reto. El posicionamiento requerido para esa respuesta es muy revelador del talante de los actuantes. Emergen curiosos planteamientos ante los errores, malos oleajes de mentalidades aviesas, imponderables naturales y estrategias artificiosas; son favorecedores de un DESENCANTO progresivo demoledor. Nos dejan ver detalles reveladores, detectamos sufridores y buenos intentos reparadores; pero a la menor oportunidad aparecen comadrejas de dos patas cuyas ínfulas agrandan los malos trazos hasta lo infausto.


También cuando miramos hacia las estrellas nos ejercitamos a través de polaridades estremecedoras debido al peligro derivado de sus divergencias. Por fortuna, atisbamos unos horizontes estrellados para animarnos a salir del marasmo en el desencanto cotidiano. Sin embargo ocurre, que al situarnos ante esa deslumbrante ilusión nos acompaña la bestia capaz de emponzoñarlo todo. Por sus malas artes chocamos con penosos proyectos DISGREGADORES. En la medida de sus posiciones elevadas, se alejan de los entes humanos corrientes, actúan sin escrúpulos y si es necesario a costa de provocar los peores sufrimientos al resto de personas. El monstruo sólo contempla sus ambiciones y hacia ellas encamina sus pasos.


Aturdidos por un sinfín de afanes depredadores y opresores desde el entorno, subimos el periscopio como un recurso esclarecedor, a ver si percibimos algún indicio esperanzador entre la marea. Los hallazgos no dejan de sorprendernos por la ingente cantidad de iniciativas orientadas al maltrato de las personas o cosas. Con una desfachatez arrolladora nos rodean de EMPORIOS laberínticos, que a la vez les sirven de arma poderosa y de escondite a sus promotores. Sobrepasan las características de una empresa normal, forjan perversas estructuras intrincadas para controlar sus dominios, la información, las oscilaciones económicas, las costumbres y cómo no las propicias esferas políticas. Los enanos no cuentan para ellos.


Con más frecuencia de la deseada nos golpean todo tipo de tempestades, las calamidades climáticas, hambrunas, enfermedades e incluimos terrorismos y guerras por si faltaba algo. Las penalidades se reparten de forma irregular, constituyen un denominador común con el cual hemos de contar. Sería lógico pensar en una preocupación unánime para subsanar sus efectos deletéreos; mas estamos saturados por los ejemplos en sentido contrario. En cualquiera de las CATÁSTROFES surge raudo el fenómeno de los humanos o sus montajes ejerciendo de depredadores monstruosos, sacando partido de pandemias, inundaciones o volcanes, con mayor beneplácito del esperado, sin análisis críticos que les molesten.


El género de daños ocasionados, su envergadura, se deriva de asuntos impensados, con frecuencia alejados aparentemente de los comportamientos maléficos. Fijémonos por esta vez en los discursos apegados al ámbito ESPIRITUAL, de por sí tan amplio e inabarcable; con franqueza hemos de asumir que ni uno mismo consigue delimitar medianamente sus propios alcances. Pues bien, echemos un vistazo. En cualquier época han aparecido multitud de iluminados sabedores de lo que todos ignoramos. Hasta ahí, cada uno con su mochila va servido. Pero las barbaridades surgen cuando sus ínfulas tratan de arrasar desde sus bases ufanas. El vaporoso comienzo coge aires de una rotundidad impropia, que ha sido trágica con frecuencia.


Desde “Ítaca”, disponemos de un mito incluso poético para centrarnos en los trayectos insoslayables a los que nos vemos abocados y prestar atención al talante personal para recorrerlos. En las diferentes etapas existenciales hemos de hacer acopio de recursos e iniciativas. Involucrados a fondo en ese VIAJE plagado de incertidumbres, lo que necesitamos son colaboraciones bien dispuestas; los obstáculos siempre sobran. Por eso conviene delatar la presencia de las bestias ofuscantes, creadoras de los más variados impedimentos, empezando por los cargamentos inútiles carentes de sentido y falacias consentidas, negadores de razonamientos y contrarios a la ilusionante apertura de miras.


Frente a las experiencias reaccionamos de diferentes formas. Los contrarios y afines estamos condenados a coexistir, sería mejor si dijéramos, dispuestos de verdad y con buenas intenciones para esa convivencia. Disponibles los mejores apoyos, observadores realistas y veraces de lo que somos, las diversas artes descubiertas, lo subjetivo, lo objetivo, con la franqueza de las versiones críticas, la educación y el esfuerzo por el verdadero progreso; desafortunadamente, la terquedad de los FALSEADORES es de dimensiones gigantescas, no porque realmente estén confusos, más bien por su exclusiva dedicación favorecedora de sus pretensiones ególatras.


Estamos ante el imperativo de máxima atención, al levantarnos y al acostarnos, los DINOSAURIOS están ahí.

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