La egolatría es su medida,
la mentira, su artilugio y La Moncloa su refugio para medrar en la vida. Con su ansia desmedida, de mando y notoriedad, navega en la inmensidad de las más bajas pasiones destrozando instituciones con total impunidad.
Con descaro manifiesto, nunca le importó afirmar, que jamás iba a pactar lo que pactó, por supuesto. Porque él siempre está dispuesto,
sin ninguna cortedad, a no pronunciar verdad ni un solo día de su vida. Su soberbia desmedida lo hunde en la indignidad.
Pero ignora este cacique, aún subido en la poltrona, que terminará en la lona a menos que rectifique. Pues, como fueron a pique, navíos de mucho fuste, a él, aunque no le guste le pueden pasar la cuenta tanto engaño, tanta afrenta, tanta herida y tanto embuste.
|