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Pilar Rahola escribe un artículo titulado Un hijo que considera que es “una carta de amor al amigo Jani y a toda su familia. Su hijo Miquel ha muerto de súbito, lejos de su casa, engullido por la siniestra ruleta del azar”.
Recordando hoy, sé que triunfaré y batallaré pasito con pasito hasta el atardecer…
Nos estamos acostumbrando a vivir en dos mundos contrapuestos pero interrelacionados, porque la ruptura de barreras espaciales aproximan la realidad física a la apariencia de la realidad.
La calidad de las relaciones personales también mejora: el porcentaje de encuestados con un “un gran número de amigos íntimos” ha pasado del 24% al 31%. La mejora en el contexto social ha afectado de manera positiva a los índices de soledad: mayor conexión emocional con otras personas o menor sensación de aislamiento.
Siempre se ha comentado la dificultad de poseer buenos amigos. Se habla de “que se pueden contar con los dedos de una mano”. Mi experiencia vital me ha demostrado que se puede ampliar un poco el número de los mismos pero sin estirarse más de la docena. Hay que diferenciar entre “colegas”, “amigachos”, amistades, “compañeros de fatigas”, y Amigos (con mayúsculas).
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