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Voy a referirme a dos instituciones que aparentemente tienen pocas cosas en común, pero que si se analizan detenidamente es fácil que cambiemos de opinión. Por lo pronto, las dos palabras tienen tres letras cada una, y las dos comienzan con una V. Pero, además, y en no pocos casos, las dos instituciones, están algo distantes de actuar como presumen y esperábamos de ellas.
Una vez descubierta la criminal trama arbitral orquestada entre el colectivo arbitral y el Barcelona CF, yo creo que, al menos avispado de los seguidores de este apasionante deporte, se le habrá ocurrido pensar en el daño que estas actuaciones habidas -entre estos chorizos cualificados- han causado (en los resultados finales de estas veinte temporadas) a los clubes que han sido perjudicados en sus intereses deportivos y económicos.
Hace mucho tiempo que vengo observando la persecución grave que los árbitros de fútbol españoles han venido ejercitando contra el Real Madrid y, por el contrario, los favores que el Barcelona recibía de los mismos. Ahora, y una vez levantada la tapa de un cajón de las sorpresas, (probablemente habrá más) me afirmo en mis impresiones y me invita a pensar que, lejos de ser una apreciación subjetiva mía, ésta ha sido la constante durante muchos años.
Blanca tiene el alma del color de su nombre. La conocí cuando tenía 6 años de edad, íbamos a primer grado de primaria en la escuelita del pueblo. Era una niña extrovertida sin parámetros, aventurera y alegre. Uno de los recuerdos graciosos que tengo de ella, es que en una ocasión corrió adelante de un carro para ganarle la carrera, algo chistoso para un niño de 6 años, las cuentas se arreglaban después con los padres.
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