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El Estado Islamico habría decidido despertar a sus células durmientes para mediante atentados indiscriminados sembrar el caos en la sociedad europa, lo que tendría como efecto colateral la supresión de las libertades individuales en aras de combatir al terrorismo.
Tras fracasar la ofensiva judicial contra Trump, los globalistas de George Soros procedieron a la gestación de una trama exógena para neutralizarlo por métodos expeditivos (magnicidio). Dicho complot se ha materializado en el mitin de Pennsylvania y aunque ha resultado fallido por milímetros, no es descartable un nuevo intento de magnicidio antes de las elecciones de noviembre.
En la historia de Estados Unidos, cuatro presidentes han sido asesinados. El atentado contra Donald Trump, a pocos meses de las elecciones generales remite a ciertas peofundidades oscuras, opacas, que empalidecen a las democracias occidentales, comenzando por su potencia emblemática.
El atentado contra el Primer Ministro eslovaco, Robert Fico recuerda sospechosamente al asesinato de Lee Harvey Oswald y a la red Gladio operando en suelo europeo, no siendo descartables nuevos atentados en territorio europeo con el objetivo inequívoco de sembrar el caos mediante la llamada "estrategia de la tensión" y provocar finalmente la implicación directa de la OTAN en un conflicto total con Rusia.
El 13 de mayo hace años del atentado que sufrió el Papa en la plaza de San Pedro cuando cayó víctima de la bala disparada por el terrorista turco Mehmet Alí Agca. Juna Pablo II en ese día de la fiesta de Fátima puso en manos de la Virgen la paz en Tierra Santa. Los musulmanes aprecian a María, y precisamente según la tradición islámica, Fátima fue la hija favorita del profeta Mahoma.
En este mundo de borregos y de control absoluto, se cree poder guiar incluso los sentimientos de un país en un momento determinado; por supuesto que es posible, pero cada persona gestiona sus sentimientos de forma distinta y en momentos distintos, y en ocasiones nuestro propio cuerpo nos dice “no mires, no recuerdes, no empatices… ahora no puedes hacerlo”.
Permítanme dudar de la ventolera que estos días recorre Argentina. Como dice el periodista, Marcelo Duclos: «Dudo de todo y no es mi culpa, es del kirchnerismo». No menos dudas recogen al respecto las redes sociales; ello es debido a que la izquierda nos tiene acostumbrados a estas cosas cada vez que ve próxima la soga del ahorcado. Precisamente, ni Cristina ni el Kirchnerismo atraviesan su mejor momento.
“La otra torre, Ricardo. La otra torre. ¡Ha impactado en la otra torre y en una zona más baja aún!” Eran poco más de las tres de la tarde, de un martes 11 de septiembre de 2001. Acababa de subir a mi despacho en Bruselas para iniciar, como era habitual, mi trabajo en el Parlamento durante la jornada de tarde. Las imágenes eran sobrecogedoras.
“Me pongo de pie hoy con el corazón apesadumbrado, lleno de tristeza por las familias y sus seres queridos que fueron asesinados y heridos esta semana”. Así se expresaba, emocionada y con voz temblorosa, la congresista demócrata de California Barbara Lee desde el hemiciclo de la Cámara de Representantes de Estados Unidos el 14 de septiembre de 2001, tres días después de aquel devastador atentado.
El 11 de septiembre de hace dos décadas una desafiante punzada abrió paso al siglo veintiuno. Entre la estupefacción y la incredulidad, los husos horarios se detuvieron en el instante en que la ponzoña de la irracionalidad humana hirió de muerte a una de las dos columnas llenas de vida del Bajo Manhattan, fatídicamente colapsadas.
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