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El último día o día de cierre es una prueba para los dedos tontos a los que se les pide tramitar todo más rápido que de costumbre. Esto trae consecuencias. La fecha de transcripción pasa de ser 2022 a 20922, y tan tremendo salto al futuro deja una partida de anticipos a cobrar dentro de 20000 años, y una espera inconsolable por gente que sabe que no recibirá lo que espera aunque su vida sea muy larga y su espera muy paciente.
Incluso en Nigeria, donde ocurren cosas increíbles, la situación presente de la aviación parece insostenible. Sobre este sector han confluido los elementos para que se produzca lo que llamaríamos “la tormenta perfecta”. Tal es así que actualmente apenas hay aerolíneas operando y dos de ellas ya han cerrado. El principal problema es el alza del precio del combustible de aviación.
Hace ilusión ver cómo los deportes van recuperando la asistencia masiva de todo tipo de personas interesadas. Hace ilusión volver a oír desde la calle los gritos de los aficionados. Hace ilusión contemplar la salida de los campos y escuchar las animadas conversaciones. Hace ilusión poder volver a la convivencia humana en todo tipo de actividades. Sólo hay un lugar en el que parece que la pandemia no ha decaído.
El 67,6% de los autónomos asegura que no ha recuperado total o parcialmente la actividad y el nivel de facturación respecto al principio de la pandemia, y casi la mitad de este porcentaje se plantea cerrar a corto o medio plazo. Además, hasta un 39,8% de los autónomos plantea que su actividad se recuperará completamente en 2022, un 16,4% lo prevé para 2023 y un 8,4% para el año 2024.
De acuerdo con los datos de la Seguridad Social, el 99,7% de las casi 68.000 empresas que cerraron durante 2020 en España contaban con plantillas de menos de 50 trabajadores. Según las previsiones del Banco de España, la crisis provocada por la pandemia arrasará, aproximadamente, con el 10 por ciento de las empresas. El escenario es desolador, pero es imprescindible afrontar la crueldad de la realidad.
El primer trimestre del año cerró con una caída en las reparaciones del 12,6%, según la empresa Solera, que mueve más de cuatro millones de operaciones anuales. No obstante, si lo confrontamos con el mismo periodo de 2019, el descenso fue más abrupto, un 22,3%.
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